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Plan B: otro telepolicial fallido

planbLa película augura lo mejor desde el comienzo, con esa brillante sección de créditos ,montada por Carlos Caridad. Un acierto del film. Para mí de lo más destacable de la cinta.

Por desgracia, el guión es endeble y la historia se agota pronto, muy a pesar del evidente esfuerzo por mantenerla en alto a costa de giros y arbitrariedades de diverso tenor.

Por ejemplo ,el encuentro fortuito con la pareja en crisis, resulta gratuito, así como resulta gratuito, aclichetado y peor desarrollado el romance musical entre Cosita Rica y Cacique.

En el mismo orden de ideas, el pretexto del atraco imperfecto cojea desde el vamos, porque apenas llegamos a descubrir los verdaderos móviles y objetivos de cada personaje, todo lo cual se intenta compensar a través de los diálogos explícitos, urgidos de un nuevo tratamiento. Así, por medio de la palabra nos enteramos, como en la tele,de las intenciones últimas de los protagonistas.

Otro hueso duro de roer es la revolcadita en el jardín de las maravillas, con una grama de hoyo del Country Club, incompatible con la descuidada vegetación del Avila.Desde allí no es creíble la escenita de sexo con chico y chica a contraluz. De igual modo, esta situación carece de cualquier basamento y supone una de las tantas imposiciones del forzado libreto, incapaz de sostener su trama hasta el final, cuando uno acaba por ser insensible ante el destino trágico de los figurantes.

Tampoco es convincente la intervención de Luis Gerónimo como guardabosques o guardaparques ,pues luce más fuera de lugar que el oso fumarola en una película de Carlos Sorín.

De igual modo, no se estima necesaria la presencia de Amilcar Rivero, mucho menos acompañado por un inoperante Roque Valero.

Mención aparte para el villano de caricatura, estereotipado con su cigarrito en mano y su hueca dimensión humana. Por eso, más que un policial amoral, Plan B parece un capítulo docudramático de Archivo Criminal, donde la voz en off viene a subrayar el contenido superficial del argumento.

Como casi todas las cintas nacionales de nuestro tiempo, esta opera prima representa la ligereza de una generación que tiene pocas cosas que decir, pero muchas ganas de rodar sus limitadas reflexiones sobre la realidad.

Plan B es , en conclusión, un film fatuo y pueril, cuyo alcance no logra superar el trasfondo de un reportaje informativo, acerca del tema en cuestión.

Una continuación de Elipsis con menos recursos pirotécnicos.

Un cine negro estéril.

Un síntoma de nuestra industria de banalidades.

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