48 horas de indignación y tristeza por Amuay

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Debo confesar aquí que para reaccionar con ira ante las cosas importantes de la vida soy un poco lento. Así como para las nimiedades tiendo a armar un escándalo y a gritar de manera inmediata, como cuando me consigo el tubo de pasta dental apretado por la mitad; para lo realmente serio, tiendo a ser caviloso y tomarme mi tiempo para reflexionar sobre el tema.

Así me sucedió la mañana del 25 de agosto cuando me desperté y me encontré con la noticia de la explosión en el Centro Refinador de Paraguaná, CRP. De entrada, sentí como un dolor en el pecho, se me hacía difícil imaginar la magnitud de la tragedia. Comencé a leer informaciones, a ver fotos, a enterarme de la cantidad de muertes acaecidas y la furia se fue apoderando de mí.

Recordé informaciones leídas con anterioridad en las que se decía que la falta de mantenimiento de las instalaciones de la petrolera hacía que el lugar fuera un polvorín que en cualquier momento podría explotar y las que daban cuenta de que había habido una explosión o que habían tenido que realizar una parada forzosa por fallas producidas. Estos eran eventos, fallas que debían haber sido consideradas como síntomas de que algo estaba funcionando mal en el CRP y que se debía tomar medidas de prevención y seguridad de inmediato. Pero no se hizo y mi rabia e impotencia aumentaban.

El riesgo que se corría y se corre en las instalaciones petroleras del país es vox populi. Cuando me enteré de la tragedia, lo primero que recordé es que hace aproximadamente unos 8 meses conversaba conmigo un señor que trabajó en el CRP hasta hace unos 3 años y me comentaba que quienes allí trabajaban lo hacían sobre un barril de pólvora. Que las condiciones de seguridad de la industria eran paupérrimas y que cualquier día se desataría una catástrofe. Se despidió dando gracias a Dios de que él ya no trabajaba en ese sitio.

Así pasé el día. Obsesionado con la noticia y a medida que transcurrían las horas y pensaba en el tema, mi indignación y “arrechera” aumentaban. Hasta el punto que a eso de las 10 de la noche sentí la necesidad de sentarme frente a la computadora para escribir el post “¿Qué no se meta la política en la tragedia de Amuay?”, para de alguna manera tratar de exorcizar los demonios que durante todo el día me habían perseguido y drenar a través de las letras la frustración, el dolor y las ganas de llorar que a lo largo del día también habían ido in crescendo.

Dormí incómodo, inquieto. Me desperté en varias oportunidades con la tragedia en la mente y pensando en lo triste que es saber que no habrá sanciones a los responsables, a los asesinos porque, entre más lo pienso, más me convenzo de que la falta de actuación en una catástrofe tan bastamente anunciada constituye un delito penal y la muerte por negligencia debería ser castigada con cárcel como lo establece el artículo 131 de la LOPCYMAT.

Me levanté el 26 de agosto con una sensación de vacío en el alma. Al leer el comentario que dejó Yofrank Carrizo en el post, recordé un artículo sobre seguridad industrial que hacía unos 20 años había traducido del inglés para una publicación argentina, en el que se hablaba acerca de los niveles y grados de seguridad de construcciones y los comparaban con los márgenes de seguridad del cuerpo humano.

Pido disculpas a quien lee esto por los simplista de la siguiente explicación y porque muy probablemente no utilizaré los términos apropiados de acuerdo a la jerga especializada utilizada en seguridad industrial pero la memoria no me da para tanto. Lo esencial, indicaba que, por ejemplo, en el cuerpo humano, los riñones tenían un índice de seguridad de 2. Contamos con 2 riñones lo que significa que si falla uno, tenemos el otro para hacer su trabajo. En los mecanismos de los ascensores, por ejemplo, si mal no recuerdo, el margen de seguridad de las guayas es de 7. Es decir, que una guaya de ascensor soporta por seguridad hasta 7 veces más del peso indicado en sus especificaciones. O sea que habría que exceder en 7 veces el nivel de riesgo indicado para que se produzca una tragedia. Y, si mi memoria no falla, en instalaciones de alto riesgo como las siderúrgicas, el margen de seguridad sobrepasaba los 8 puntos.

Al recordar esos datos, la furia resurgió porque ¿cómo es posible que en unas instalaciones con un margen de seguridad de más de 8, la desidia, el abandono y la falta de un gobierno que cumpla con lo que la ley le ordena en materia de seguridad y resguardo de la vida de los trabajadores de las empresas a su cargo, haya hecho que se sobrepasaran los ocho grados de seguridad y se produjeran más de 40 muertos?

No pude evitar pensar en la angustia que deben haber vivido las víctimas fatales en esos últimos momentos de vida, la zozobra en la que tanto los fallecidos como los heridos y el resto de los trabajadores del CRP deben llevar a cabo su trabajo pues, nadie mejor que ellos para saber el riesgo que allí corren, el terror constante en el que viven esas personas que sienten el temor de la violencia callejera al salir de sus casas y que ni siquiera en sus puestos de trabajo deben estar tranquilas porque saben que trabajan en un barril de pólvora. ¡Eso no es vida!

Y para mayor tristeza me encuentro en twitter con esta publicación que, aunque no sé si es verdadera, forma parte de los fantasmas que desde que supe la noticia me atormentan y me aflojó los mocos:

El era RIGOBERTO COLINA, muerto en la tragedia, trabajador de Puramin, esta fue su ultima actualizacion de BBM! Haz RT pic.twitter.com/3h9urROK

Qué rabia cuando leo que algunos “lameculos” del régimen empiezan a lanzar hipótesis de sabotajes y complot en la tragedia. Una hipótesis que, de resultar cierta, deja mucho que desear de un gobierno que tiene años con las instalaciones petroleras militarizadas y resguardadas por Guardias Nacionales las 24 horas del día, los siete días la semana, los 365 días del año. Es decir, si fue un ataque “terrorista” y “saboteo”, aunque no hay evidencia ni siquiera de una bomba molotov, lo hicieron en las narices de los militares que, se supone, nos defenderán de una posible invasión del imperio. #VayaPalaMierda

Entonces, me consigo en las redes sociales algunos comentarios de gente afecta al oficialismo que para tratar de justificar lo injustificable, dicen que por qué exigimos que se identifiquen responsables y se apliquen sanciones en el caso de Amuay, si cuando la catástrofe de Tacoa, producida en la “IV” no hubo responsables ni sancionados.

En ese instante la furia y la ira se me convierten en tristeza al ver a lo que hemos llegado en este país. Siento que ese comentario es casi como decir: “Bien hecho que pasó lo de Amuay. Si la cuarta república tuvo los muertos de Tacoa, pues la V quinta tiene los de Amuay”.

Para mi escaso entendimiento, decir que no se deben sancionar a los responsables de hoy porque no se sancionaron a los de ayer, es la esencia de cómo nos han gobernado estos 14 años en Venezuela. Esa es la forma de reaccionar desde el odio y el resentimiento que los ciega y les anula el sentido crítico. En honor a una supuesta “memoria histórica”, los afectos al régimen hablan y pareciera que quieren decir que los desmanes que se sucedieron en la cuarta como las violaciones a los Derechos Humanos, las persecuciones, la desidia, la ineptitud, la incapacidad y la corrupción tienen que ser superados por la V. Entonces siento como una especie de corrientazo que me hace entender la esencia de este régimen: repetir lo peor del pasado, aumentarlo y hacerlo aun peor. Todo desde el resentimiento y la venganza. No hay duda, lo están logrando. ¡Qué eficiencia!

¿Cómo no sentir una profunda impotencia y tristeza cuando vemos que estas personas se ciegan y no ven, por ejemplo, que mientras PDVSA le da a Pastor Maldonado miles y miles de dólares que terminan estrellados en una vía, los heridos de la explosión de Amuay son trasladados en tolvas de camionetas sin las mínimas condiciones de salud porque no hay ambulancias?

El incendio no se ha podido controlar porque no hay suficiente espuma para mitigar las llamas en un país tan rico y tan espléndido con Cuba, Ecuador, Argentina y Bolivia y tan mezquino con sus propios hijos.

40 horas después de la catástrofe el Presaliente, sin dar la más pequeña explicación de dónde estuvo todas esas horas, aparece en el sitio para con gráficos y testimonios de “expertos” pretender dar explicaciones que no llegan a convencer ni a idiotas y se ceba con una periodista de RCN tratando de ridiculizarla y de “enseñarle” a hacer periodismo porque le hizo las preguntas que todos los venezolanos nos hacemos y que al gorila bananero le molestan e incordian.

“La función debe continuar” dijo el presaliente en su perorata sobre la tragedia, una forma muy indigna de referirse a una catástrofe en la que murieron tantos venezolanos que estaban bajo su responsabilidad como máximo representante del Estado venezolano en cuyas manos se encuentran esas empresas petroleras.

Ya aquí mi indignación y mi tristeza han llegado a su máximo nivel en estas 48 horas. Unos lagrimones me corren por el rostro mientras pienso que, ahora no se trata de si gana el 7 de octubre en las elecciones, si siquiera saca un pequeño porcentaje significativo de votos más allá de los que le otorgarán quienes se vienen enriqueciendo de manera fraudulenta con su gobierno, este país entero se convertirá en cómplice de quienes con su tozudez, sordera, ineptitud, desidia, incompetencia y negligencia son responsables de todas esas muertes.

2 Comentarios

  1. wow viejo, no se q agregar, lo q bien sabes expresar es exactamente lo q sentimos muchas personas al respecto, si bien la tragedia en sí es algo descorazonador la indolencia de los responsables es una bofetada q aniquila cualquier esperanza posible en la humanidad
    cuando el presidente dice «el show debe continuar», reconoce lo q han sido estos tristes años en nuestro pais: un show, en el q las víctimas son sólo extras q no valen nada, un show con violencia, muerte y explosiones a lo michael bay, todo con tal de alimentar su megalomanía y su enfermiza sed de poder
    yo solia ser tolerante con las personas q apoyaban el gobierno porque pensaba que en el fondo ellos creian en toda la basura pseudoideológica con la q nos han inundado, pero después de esto ya no puedo seguir presumiendo su inocencia, es imposible que ante una verdad tan evidente ellos sigan creyendo en la perorata oficial, ni por mucho q cierren los ojos a la realidad, esta una verdad de la cual no se puede escapar, de hoy en adelante todo aquel q apoye esta basura de gobierno es cómplice y tan culpable como los perpetradores, y lo hacen a conciencia de todo lo que nos ha costado la ineptitud gubernamental, muerte, hambre, miseria y guerra
    es esto lo q somos? de verdad somos un pueblo tan indolente y codicioso, tan deshumanizado, somos un pueblo de rateros, de prostitutas ideológicas, de asesinos?
    que coño fue lo que nos pasó?

  2. En mi cuenta de Facebook ya salió un descerebrado a clamar a los cuatro vientos la teoría conspirativa de Mercenaries 2: La operación encubierta no encubierta más grande de toda la historia, donde la CIA y el Mossad israelí colocaron el «avance» de lo que harían en su ataque supersecreto a Amuay en un videojuego de difusión mundial….

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