panfletonegro

SUPERVIVENCIA AL DESNUDO. DESAFÍO VENEZUELA.

13690643_10210409749786822_2996977180769490423_n

Debo comenzar por aclarar que el presente programa era de la serie Desafío Extremo Waraira Repano, pero a llegar a Maiquetía nos robaron todo el equipaje, incluyendo la ropa que llevábamos puesta, y quedamos totalmente desnudos. A duras penas logramos comunicarnos a través de unos de esos que aquí llaman “Pana” con los productores del programa y nos autorizaron para seguir adelante pero con el formato Supervivencia al Desnudo: Caracas. Uno de los pasajeros del avión nos reconoció por haber entrado conmigo al baño del aeropuerto de Maryland y gustosamente nos prestó unos dólares. Con un billete de baja denominación pudimos comprar un teléfono robado con cámara de buena definición y empezamos a grabar, pero antes guardamos el resto de los dólares en un sitio que todos los miembros del equipo juramos jamás revelar.

Como pudimos salimos a la avenida buscando subir a pie hacia Caracas, pero enseguida nos agarró la policía para llevarnos a la Misión Negra Hipólita. Como no teníamos dinero para sobornarlos y no nos querían soltar, tuvimos que decirles que fuimos compañeros de clase de Leopoldo López y que veníamos a visitarlo. Nos consideraron escuálidos y que por lo tanto no merecíamos el beneficio de las misiones, y después de insultarnos un buen rato nos dejaron ir.

Entendiendo que por la autopista Caracas-La Guaira nos iban a volver a detener, optamos por subir por el viejo camino de los españoles.
Tuvimos mucha suerte, por la época estaba de moda una tal agricultura urbana y conseguimos muchos cultivos por el camino. Aprovechamos para hartarnos de cambures, topochos, plátanos, tostones y similares que encontramos en la ruta, hasta que los encontrados fuimos nosotros y nos corrieron a plomo limpio.

Como pudimos encontramos un viejo rancho abandonado y decidimos pasar la noche allí. Como todavía nos podían estar buscando no prendimos fogatas ni hicimos ningún tipo de ruido. Rato después comenzaron unos sonidos extraños y no eran de los cambures que nos habíamos comido, eran una banda de malandros que llegó a repartir un botín.

Juro que me gustan las mujeres, pero por el pánico que nos invadía decidimos abrazarnos todos para empezar a rezar; cuando nos vieron creyeron que era una orgia y no nos molestaron.

Sorteado el peligro decidimos continuar camino durante la noche para aprovechar la oscuridad, pero la luz del teléfono se iba a gastar muy rápido y perderíamos el trabajo, de modo que optamos por permanecer allí.

Al amanecer encontramos un tomacorriente en el rancho y cargamos la pila mientras otro salió a explorar el terreno. Regresó todo picoteado pero con una gallina bajo el brazo, aún viva logramos desplumarla y preparar un pequeño desayuno; con las plumas sobrantes hicimos unos minúsculos guayucos que nos permitieron seguir adelante, con la tan mala suerte que en la primera casa que encontramos reconocieron las plumas de la gallina y nos corretearon con un afilado machete.

Al medio día llegamos a la carretera negra y la situación mejoró. Todo el borde de la vía estaba lleno de basura y aprovechamos para cubrirnos un poco más. El camarógrafo se hizo una túnica con un saco de alimento concentrado, el productor se confeccionó unas lindas sandalias con botellas plásticas y yo me metí dentro de un caucho viejo amarrado a los hombros.

Seguimos caminando y sorprendentemente no despertamos la lastima de nadie, pero la pila se volvió a descargar. Al enchufarla en una bodega otro malandro se percató y nos exigió la entrega del celular. Allí ya las cosas estaban fuera de control; seguir adelante resultaba en extremos peligroso. Negociamos con el choro y aceptó dejarnos el teléfono a cambio de los pocos dólares que nos quedaban. El camarógrafo se tomó un laxante de coco y exteriorizo los últimos billetes que atesorábamos.

Con la última carga de batería llamamos a Maryland y explicamos la situación. Nos autorizaron a regresar con el poco material grabado. Llamaron a la embajada y nos rescataron, pero hasta hoy hemos conservado el secreto sobre donde fue que escondimos los dólares.

Salir de la versión móvil