McEspiritualismo

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Es sabido para muchos que la comida de Mc Donald’s es muy poco nutritiva, con grandes cargas de productos químicos, grandes cantidades de sal, grasa y azúcar, y no alimenta sino que engorda.

Esta empresa define nuestra cultura de consumo. Más por tu dinero, más grande, más rápido, recompensa inmediata; aunque de por medio vaya la salud.

Esta “filosofía” se extiende en todos los ámbitos culturales, en el cine, en la TV… y desde luego, en la espiritualidad.

El McEspiritualismo se puede definir como toda aquella aproximación a las filosofías o disciplinas de distintos orígenes, sobre todo orientales, que ofrece una recompensa inmediata por una cifra adecuada de dinero. Esto puede ser dormir mejor, menos estrés, estar en contacto con seres supremos, ver vidas pasadas, arreglar karma, y hasta la iluminación.

El McEspiritualismo es equivalente a la la comida rápida, el espiritualismo express existe para quienes deciden comprar el boleto hacia el camino fácil. Para quienes no tienen tiempo, ni ganas, de sentarse a meditar o leer libros. Para quienes tener una experiencia de media hora o de fin de semana para sentirse cerca de lo místico, porque eso es lo que está de moda.

Y desde luego, los clientes del McEspiritualismo no podrían existir sin los vendedores.

Basta con abrir el periódico o hacer una búsqueda rápida en la Red. Existen centros holísticos con sesiones de meditación de 30 minutos, spas que prometen alineación y balanceo de chakras, terapias de cristales. También he visto centros donde enseñan una mezcla de budismo con chamanismo y que alivian el alma en varias sesiones.

Luego están los libros, por supuesto. Aquí podemos encontrar cientos de títulos que combinan jerga pseudo científica y pregonan que la mecánica cuántica salvará muchas almas. Y más basura del estilo.

Para las personas que buscan conveniencia, el McEspiritualismo es una salida adecuada. Obtienen justo por lo que pagan: una aproximación fría y vacía hacia las filosofías más hermosas de la humanidad.

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Mido un metro setenta y cinco. Tengo una docena de libros. En mi cuarto hay un altarcito con un Buda. Me gusta el color azul. A veces me despierto alunado. Prefiero los gatos a los perros, porque no existen gatos policías. Soy de acuario, pelo negro. No colecciono nada, guardo la ropa ordenada. Me aburro en las fiestas y soy de pocos amigos. Tengo los ojos color café tostao. Dicen que soy bueno, aunque no sea bautizado, y aún no me llevan las brujas. Nací a las siete y media de la mañana. No creo en ovnis ni en zombies (pero de que vuelan, vuelan). Uso prendas talla "m". Prefiero quedarme en silencio. Duermo del lado derecho y con franela si hace frío. De la vida yo me río, porque no saldré vivo de ella. No uso saco ni corbata, ni me gusta el protocolo. Estoy en buena compañía, pero sé cuidarme solo. No me complico mucho, no me estanco, el que quiera celeste, que mezcle azul y blanco. No tengo adicciones, mas que de leer y estar solo. Antes creía que no tenía miedos, hasta que vi la muerte a milímetros. No me creo ningún macho y soy abstemio, aunque si hay una buena compañía y un vinito se me olvida esto último. Prefiero más a los animales que a la gente. No tengo abolengo y dudo mucho que tendré herencia. Tengo una rodilla que a veces me fastidia. Tengo cosquillas, no las diré hasta que las descubras. No traiciono a mis principios, que son cinco. Me gusta ser muy sincero, por eso no hablo mucho. (Inspirado en una canción del Cuarteto de Nos)

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