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Lo que aprendí persiguiendo mis sueños.

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Hace más de un año decidí cambiar mi vida drásticamente, rechazando todo lo que se me había impuesto para perseguir mis sueños. Parece una línea para empezar una mala película de domingo pero es la verdad y durante todo este viaje maravilloso, lleno de cosas buenas y malas, he aprendido muchas cosas que he decidido compartir desde mi propia experiencia, claro está.

1.-Todos tus sueños son realizables pero tienes que plantearte cuánto quieres trabajar por ellos.
Muchas veces escucho proyectos increíbles, ideas geniales y fantásticas de personas que esperan que ocurra un milagro o que creen que el hecho de tener una buena idea les garantizará el éxito. Nada más falso y absurdo. Todo es mejorable. También una idea genial. Por eso, antes de iniciar un proyecto hay que hacer pasos básicos: para qué sirve mi idea, para quién es mi idea, qué necesito para lograrla y cómo voy a lograrlo y sobre todo cuánto estoy dispuesto a invertir (tiempo-dinero) para realizarla.

Mi consejo es evaluar las cosas sin pasión, ubicando sobre todo las dificultades y las faltas para que las cosas salgan lo mejor posible.

Cuando decidí que me encantaría organizar un festival de cine, primero hice un plan económico de lo que necesitaba para empezar y evalué el mejor lugar dónde hacerlo. Pensé en mi país, Venezuela, en la ciudad donde vivía, Madrid, y en el pueblo de mis abuelos, Amantea, en el sur de Italia. Al final me decidí por esta última por varias razones: la primera porque quería volver a las raíces de todo, a las del cine, a las de los eventos, a las de la gente y pensé que para que tuviera sentido la filosofía de mi proyecto, necesitaba implicarme en primera persona así que decidí volver a mis raíces y llamé al festival con una palabra venezolana «La Guarimba» intentando sacarla de su significado actual (que ha sido degenerado) por hacerla entender de nuevo por sus propias raíces indígenas, «lugar seguro».

La otra razón era el lado económico: me había quedado sólo con lo que había ahorrado trabajando en un hostal y allí tenía una casa.

2.-Absórbelo todo. Recuérdalo todo. Canalízalo todo. Aplícalo todo.
Mejor que quedarse en casa pensando lo buena que es tal o cual idea es ponerla en práctica. Empezar con un plan o un pseudo plan y equivocarse mucho pero siempre con la mente abierta, sin la arrogancia tonta de creer que todo es sencillo y no hay nada por aprender. Todo lo contrario: de los grandes errores pueden nacer mejoras muy interesantes. La capacidad para convertir un defecto en una ventaja, es difícil pero accesible a todo aquel que tenga la humildad suficiente para entender que su proyecto no es impenetrable por los errores.
Todo lo que hagas puede ser invertido como herramienta en tu proyecto, nada ha de desperdiciarse. Seguramente muchos podemos aprender a clavar un clavo. Ahora bien, pregúntate, ¿para qué me sirve clavar un clavo en mi proyecto?

Eso fue lo que hice y todo lo que había aprendido trabajando de camarero sobre la gente y en el hostal, me sirvió luego para aplicarlo en el festival. La forma de enviar emails y hacer publicidad de algo, la forma de tratar con la gente y lo más importante: el recuerdo de aquellos trabajos de mierda me hicieron querer trabajar más duro en mi proyecto y a quejarme menos en los peores momentos.

Utilicé mis raíces, las criollas y las italianas y mi experiencia en España. Utilicé la facilidad venezolana para hacer posible lo imposible amoldándolo al conocimiento que tenía de la sociedad calabresa.

En fin, nada tiene desperdicio y es un error renegar lo que llevamos dentro porque eso es lo que nos hace únicos y es lo que nos llevará al éxito.

3.-Cree en lo místico.
Soy una persona muy incrédula. Nunca tuve una educación religiosa porque fui criado por izquierdistas tallados con la filosofía Montessori que ni siquiera me bautizaron esperando que yo mismo descubriera y desarrollara mi religiosidad, cosa que agradezco mucho porque he aprendido a racionalizar las cosas sin tanta pasión y a ser tolerante con las creencias de los otros. Mi pensamiento empírico me ha llevado a creer en la capacidad de atracción de las ideas.
Cuando uno trabaja con sinceridad por sus propios sueños, las cosas se alinean para que las consigamos. No es una magia, no estoy vendiendo humo. Por eso la he definido como fuerza de atracción. Es una ley física pero llevada al terreno de los pensamientos. Durante este año me ocurrieron cosas inexplicables sin esta ley. Eso sí, tienes que esforzarte mucho, no quedarte pensando en tus sueños sentado en un sofá. Las cosas nunca sucederán por sí solas. Necesitan un catalizador y ¿quién mejor que tú para ser el catalizador de tu proyecto?

La infinidad de casualidades que se convirtieron en causas para lograr este proyecto son impresionantes. Encontré hijos de amanteanos en los lugares más remotos, dirigiendo empresas de comunicación, trabajando en redacciones de periódicos y etcétera. Todos ellos me ayudaron de una forma o de otra, así como los españoles que había conocido y los venezolanos que me apoyaron.

El festival se vio sumergido en una serie de catástrofes y milagros absurdos que se resolvieron por una ley de atracción y aquella de los seis grados de separación. Llegué a hablar con gente que jamás me habría imaginado poder alcanzar. Un ejemplo: desde el principio de la idea del festival, cuando en una mesa de un bar hablaba con los amigos con quienes fundé el festival, declaré que quería que Nacho Vigalondo estuviese en el jurado. Ellos se rieron pero empezamos a trabajar por conseguirlo.

Esto habrá ocurrido siete meses antes de que decidiera viajar al mercado de cortometrajes de Clermont-Ferrand, en el sur de Francia, el cual conocía gracias a una profesora donde estudié Cine y que nos había hablado de lo imprescindible que era para un director asistir. Allí conseguí, el último día del mercado y a punto de irse a comer, el representante de la Filmoteca Vasca, y mientras hablábamos le dije lo importantes que era para mí el cine español y mi sueño frustrado de traer a Vigalondo. Enseguida sacó su celular y me dio el teléfono de su manager, asegurándome que era un tipo accesible y que lo llamara.

Vigalondo fue Presidente del Jurado de la primera edición del festival.

4.-Cree en la gente.
Sobre todo en estos días donde el acceso a la información, gracias a Internet, es más democrático, conseguir gente que te apoye no es tan difícil. Parece absurdo pero siempre habrá alguien que te ayude en realizar tu proyecto porque allí hay afuera, como hay delincuentes hay también una cantidad inimaginable de idealistas que están esperando un sueño para viajar en él. Eso sí: recuerda pedir ayuda, recuerda hacerte escuchar porque muchas veces la gente necesita las motivaciones adecuadas. Dicho esto: sé siempre agradecido con quienes te ayudan.

Haber hecho el festival requirió reparar un cine al aire libre con mis propias manos y aquellas de una serie de voluntarios a los cuales no conocía antes de ahora, que se fueron sumando por el trabajo que desarrollé en las redes sociales (cosa que había aprendido trabajando en el Hostal) y la motivación de cada uno de ellos.

Mi abuelo, un campesino de ochenta años que no ha dicho más de cien palabras en toda su vida, vino a ayudarme en el cine para quitar las hierbas malas.

5.-Cuídate de la gente.
Así como hay idealistas, hay mucha gente frustrada que prefiere destruir el trabajo de otros antes que dejarlos en paz. No te preocupes, no es una cuestión personal ni geográfica. El hijoputismo está siempre presente y hace más rápido daño de lo que hace bien la bondad. Por lo tanto, intenta enfocarte en tus proyectos y no respondas provocaciones porque cuando debatimos con alguien que sólo quiere hacer daño, en primer lugar le entregamos autoridad para seguir jodiendo y en segundo, sólo lograremos perder energía y ganas.

No faltó quien criticara la iniciativa, abogando por la poca necesidad que tiene una sociedad de cultura, cosa que me hacía reír y muchas veces deprimir. Gracias a la fuerza que me dieron los guarimberos que fueron agregándose al proyecto, pude entender lo tonto que es perder fuerzas en una crítica destructiva y no escuchar las constructivas.

6.-No olvides para qué lo estás haciendo.
Alcanzar los propios sueños es una meta feliz. Durante el camino, recuerda siempre, sobre todo en los peores momentos, que estás haciendo para llegar a la felicidad. No hagas que el camino sea una tristeza porque tanto tú como tus colaboradores podrán querer abandonar el proyecto antes de que nazca.

El cine que reparamos está al aire libre y la naturaleza se lo había comido. Después de haber quitado toda la hierba, tuvimos que quitar el óxido a 938 sillas para luego pintarlas a mano, una por una. Muchas veces, por falta de tiempo y herramientas, éramos dos e incluso hubo días donde estuve solo quitando el óxido o pintando. No niego que entre el sol y la cantidad de sillas, dudé de si podría lograrlo y me pregunté en qué coño me había metido. Un día un amigo muy querido vino al cine y me dijo que iba a ser imposible arreglar todas las sillas y me propuso que cerrara una fila, así por lo menos habría 600 sillas, que no es poco. Yo lo miré y le dije «Pero piensa en la foto, ¿cómo se vería una foto con 300 sillas rotas y cubiertas?» En realidad me lo estaba diciendo a mí mismo. Al final lo logramos y nunca podré olvidar lo que sentí cuando pinté la última silla.

El festival logró devolver el cine a la gente y tuvimos en 4 días de festival a más de 5000 personas. Logramos estar en todos los medios más importantes de Italia y en muchos de otros lugares del mundo. Fuimos invitados para contar nuestra historia en diferentes eventos de emprendimiento social y digital.

Ahora estamos trabajando por la segunda edición y en un documental que cuenta su historia llamado «About The Resistance» (pueden ver el trailer aquí).

Giulio Vita
@elreytuqueque

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