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Dalai Lama y el marxismo

Presentación1

Ya desde hace unos años se sabía del «coqueteo» del Dalai Lama por el marxismo y el socialismo, aunque ha aclarado que no es comunista ni leninista.

En declaraciones y conferencias el máximo líder del budismo tibetano se ha manifestado como marxista, porque condena al capitalismo por considerar que sólo le interesa el lucro, en cambio el marxismo es el único sistema que se preocupa por la equitativa distribución de las riquezas, por lo que es ético, a su modo de ver. Ha afirmado que sin embargo en la práctica, el marxismo como el que han aplicado gobiernos autoritarios, como en la ex-URSS, Vietnam, incluido el de China, ha sido opresivo, porque, en el caso de China, carece de un poder judicial independiente, libertad de prensa y derechos humanos para sus seguidores budistas en el Tíbet gobernado por los chinos.

El Dalai Lama ha dicho en otras ocasiones que en sus primeras entrevistas con Mao Tse-Tung quedó impresionado por la dedicación desinteresada de los primeros líderes revolucionarios chinos a sacar al pueblo de la miseria, y le dijo al presidente chino que él mismo estaba dispuesto a ingresar en el partido comunista si ello podía aportar progreso al pueblo tibetano. Pero luego ha dicho que se dio cuenta de la distancia que había entre las palabras y las intenciones de los dirigentes chinos respecto a Tíbet y observó que ellos consideraban el budismo tibetano como un peligro de primer orden para su sistema. “Pienso que (su) fallo principal es que pusieron mucho énfasis en la necesidad de destruir a la clase gobernante, en la lucha de clases, y eso estimula el odio y el abandono de la compasión…”, ha dicho sobre los regímenes totalitarios que se han llamado marxistas.

Acá quizá la primera disgregación, no soy experto en marxismo, pero tengo entendido que la lucha de clases es el núcleo esencial, el centro mismo de la teoría marxista, por tanto, creo, en cualquier régimen de carácter marxista tendrá implícita la lucha de clases, la “destrucción” de la clase «antagonista», y por tanto la incitación al odio y el abandono a la compasión. Quizá el Dalai Lama esté confundido en este punto, o más seguramente sea yo el confundido.

Además, según he sabido, Marx fue un entusiasta de la selección darwiniana, por lo que le parecía lógico y deseable que, en la transición revolucionaria, el socialismo eliminase “unos cuantos pueblos inferiores” (sic), especialmente orientales.

También resulta contradictorio, a mi parecer, que los boletos para una de sus conferencias en el Radio City Music Hall de Nueva York se vendían de 20 a 60 dólares cada uno, pero en varios sitios de internet los estaban revendiendo a precios que se aproximaban a los 700 dólares. Cuando se le preguntó qué pensaba sobre lo que la gente debe pagar por asistir a sus conferencias, respondió: «Eso depende del organizador. Yo no tengo conexión con eso». Luego dijo que siempre le pide a los organizadores de sus apariciones en todo el mundo que los boletos sean «baratos» y que personalmente nunca acepta que le paguen. Además, algunos de los ingresos de los eventos se destinan a programas para aliviar el hambre y para otras obras de caridad, dijo. No obstante, riendo, el Dalai Lama agregó que después de sus sesiones educativas, algunas organizaciones «parecen un poco más ricas». Él no se enriquece, pero «sin querer queriendo» contribuye que otros se enriquezcan.

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