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Terrorismo de Estado versus Terrorismo Pemón: Más Noticias de Nuestra Guerra Civil


Es realmente preocupante lo acontecido con la fuerza militar y los pemones.
Peor aún es la mala lectura sobre el caso, ofrecida por las mentes progresistas de lado y lado, siempre con una actitud paternalista y condescendiente hacia las «tribus originarias», como si fuesen unas pobres víctimas o los héroes condenados por los villanos de la película.
Yo estoy lejos de comprar una interpretación así de básica y maniquea.
Primero, es una locura aceptar el chantaje político de negociar sobre la base de un ajuste de cuentas y de un secuestro, más allá de las causas y orígenes del conflicto. Hablando claro y raspado, el gobierno es alcahueta con uniformados y descendientes de aborígenes.
A unos les permite tomar la ley por su propia mano. Mismo patrón permisivo instalado para el trato con los malandros y los violentos de las FARC.
A los otros, los sueltan como perros de guerra para amendrentar y coaccionar a los integrantes del pueblo, sin distingo de raza y cosmovisión. Ambas partes lucen equivocadas y erradas en su proceder.
El país no puede aceptarle a los pemones explotar y traficar indiscriminadamente con la minería ilegal y pirata, generando un impacto demoledor sobre el medio ambiente.
A su vez, los agentes del orden carecen de la formación para resolver el asunto como se debe, evitando incurrir en abusos de poder.
Por defecto, les salió el tiro por la culata a los esbirros de Cliver Alcalá, quien hizo el perfecto ridículo en toda esta historia de tintes neocoloniales y etnocéntricos.
Atrás queda la imagen idílica de aquellos buenos salvajes y dulces pemones, reconciliados con la naturaleza y dispuestos a llevar una vida sana en comunión con la selva.
Hoy tenemos el resultado de la corrupción instaurada como oficio en las regiones olvidadas por el centro.
La degradación humana de las culturas ancestrales, reconvertidas en mafias rapaces de los recursos ajenos.
En resumen, el incidente engloba las luchas intestinas del proceso bolivariano, con sus etnias rivales enfrentadas por el dominio de nuestros minerales preciosos.
En dicha batalla, sucede lo contemplado por la secuela de «Alien versus Depredador». Gane quien gane, nosotros perderemos. Nuevo capítulo del reality show de Uribana.
El retrato de una nación, de un territorio enemistado con la ley, sojuzgado por grupos irregulares.
Pranes, pemones codiciosos, guerrilleros de frontera, autoridades incompetentes y carteles de tres soles, son caimanes del mismo caño.
No te confundas.
El socialismo del siglo XXI es una fase superior del capitalismo depredador.
Aquí existe un germen fascista empeñado en celebrar bochornos como los revelados por la foto de abajo.
No voy pendiente de justificarlo.

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