Dudas y cosas (imperfecciones de lo escrito)by eduardo fernandez

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El querer de hacer cosas pop

Dear prundence

Interior

Michel quiere un poco más afecto y me asegura que en su habitación ahí un pequeño duende en cada rincón esperando abusar de ella mientras duerme, y ella quiere más vino con cigarrillos o quizás lo que busca es observar las estrellas que parecen cuchillas de afeitar desordenadas en cielo nocturno, pero ella lo que quiere es morder mi cuello hasta hacerlo sangrar y me pide que le guarde el secreto,

Dos minutos

Luego salimos a la calle nos besamos y se queda mirando mi cuello, intento describir el espacio vacío y los acordes que suenan doblando otra vez el papel donde Laura aparca su conciencia en cuerpos anónimos, donde todos follan y huele a amor fingido barato, pero no me preocupa ella sigue ahí jugando con su hermosa pistola cromada, imagino que se mete la pistola por la boca soltando el gatillo y dibuja las paredes con los restos de su sesos, pero me dice que cierre los ojos no quiere que le vea morir.

Tres minutos

Sueño con un ahora peor y con un tambor aporreado, sueño a no jugar más para no volverme a vestir, porque no me dejan dormir, más aun así me cuesta creer que ahí alguien allá afuera esperándome, pero mis amigos esta tan solo como yo y la puta ciudad es lo único que queda, ellos están afligidos y tristes porque se odian a sí mismos, ahora quien hace las pases entre los dos puntos suspensivos, y ahora quien levantara la cabeza mientras he escrito con sangre en las paredes que me vieron alguna vez follar.

 

Exterior

La luz de la mañana me ciega por completo mientras el rey lagarto canta en la radio, el café se derrama un poco en la cocina mientras la desidia me invade al salir de la casa, bailo y desafino como siempre, busco los cigarrillos y la cartera para empezar otro funesto día del nuevo milenio, me encuentro en un lugar de la nada de cuyo nombre en estos momentos me da la ladilla recordar , me muevo a pasos firmes como bruce lee y con el son latino dado a que no soy gringo, ni un poeta, ni un buen músico o un cohelo vendiendo manuales de verborrea para seres sin alma siguiendo al pie de la letra manuales de psicomagia cobrada a 500 euros por un tal jodorowsky.

 

Son las once de la mañana y estoy bebiendo una cerveza, y le dijo a un chico que no se asuste, que le realidad es estúpida e intocable, él se ríe con malicia en su rostro disfrutando de la corrosiva e universal ansiedad humana. Camino por la calles mirando a una manda de amas de casa, trabajadores llenos de polvo y hambre de algo más aparte de ron, luz verde para suicidarte, luz roja para esperarlo y luz amarilla para pensarlo.  Así funcionamos como pequeñas pompas de jabón reventando con la furia con la que los borregos caminan directamente hacia ese espacio ficticio que es el mar de la ignorancia.

 

 

 

 

 

 

Lugar vacío

 

Una chica cantaba pequeños fragmentos de Dylan con personas que no conozco y soy un extraño para mí mismo, espero con ganas a Laura que quiere ir al cine foro hoy, es decir ir a donde se congregan a una serie de persona que piensan que San Cristóbal es N.Y   o Paris( la vanguardia de mierda o intentos frustrados de artistas ), me ladillo en la mitad de la película y salgo a fumar un rato, a doblarme entre tanto aburrimiento, deseo estimulación o algo con lo cual pueda irme a otro lugar, fumo lentamente y como siempre veo a los yonkys de siempre, al jibaro de toda la vida y a un par de policías matraqueando a cualquier extraño que ven pasar, estiro las piernas un poco y bajo hasta una licorería cercana, el tabaco se me está acabando y en noches como esta es mejor estar preparado, no solo por el hecho de que ya solo me quedan dos cigarrillos, si no por el misma sensación  de que si una persona te  aburre o estas en un sitio solo rodeado de personas extrañas con las cuales es preferible ni hablar, es mejor quedarse fumando solo mientras las horas se pasan a cuenta gotas.

 

 

Interior noche:

 

Ahí un par de copas de vino en la mesa, el local está a reventar y en las paredes ahí una gran cantidad de cuadros de segunda mano, junto a eso están unas mil firmas con dedicatorias absurdas pintadas en las paredes, Laura está en el baño y empiezo a leer algunas de la frases, todas me parece iguales excepto por en particular que esta algo borrosa e inelegible me tomo la molestia de acercame un poco a la frase pintada en la pared.

No somos iguales, somos semejantes.

Fue como un pequeño destello de cordura en medio de tantas risas y trivialidades, volteo mí atención a un par de cifrinos   vestidos como Punks, luego sus rostros y sonrisas falsas parecen más alegres debido a la cocaína, después de un par de horas lo observo nuevamente y pareciera que intentan mordece   la oreja,

 

Exterior noche:

 

Me encuentro sentado y suena Dear prudence de los Beatles, y me pregunto si yo podría a salir a cantar, y si el sol es azul que cara tendrá la prudencia, podría yo volver a jugar ya con dos décadas de absurda existencia.

Sed quieres jugar conmigo hoy- No

Laura quieres jugar conmigo hoy- No

Michel quieres jugar conmigo hoy- No

Eduardo quieres dejar escribir sobre jugar hoy

No

 

Filosofía barata y zapatos de goma

Sé que me harás daño. Nuestro chiquero tienes tres ventanas que dan directamente a una licorería. Hay colillas del cigarrillo por todos lados haciendo una capa fina y delgada de polvo cargado de recuerdos. Pero no me molesta. Con el tiempo te acostumbras a que tus pies siempre huelan a parrilla quemada. Soy Sed, el maestro de la metralla y de la filosofía barata.

Cuando tenía ocho años decidí ser un santo o príncipe mendigo, pero no me dio resultado. Luego en mi adolescencia intente ser patinetero, pero mi destreza con las piernas no es la más apropiada. Logré sacar algunos trucos, pero siempre terminaba era cayéndome de culo o con un solo pie y decidí abandonarlo. Quizás no servía para eso y la mano hermosa del Rock me recogió para hacerme un sitio entre sus grandes estrellas. Compré una guitarra acústica pero no sabía hacer puenteos, puro charrasqueo. Mi madre preocupada por mi empeño a aprender a tocar la guitarra me inscribió en algunas clases, a las cuales fui con un empeño y devoción digna de un ritual místico o de una sociedad secreta, más a mí lo que me interesaba era posar frente a un espejo como una autentica estrellas de rock o tocar la guitarra de aire, la invisible. En ella era un virtuoso y toda mi torpedad quedaba opaca por uno minutos de exquisita gloria. En algunas ocasiones escribía canciones y se las cantaba a las chicas. La verdad era que escribía basura para poder llevármelas a la cama. No funcionaba. Nada servía en mí como debería ser.

Así pasaron mis años de adolescencia y prematura adultez, hasta que mi euforia y locura me llevó a conocer a los Beats, luego a Onetti, Capote, Carver y a los demás. La empederniida lectura me obligaba a escribir narraciones lineales, elípticas, extrañas, más de lo mismo, masturbadoras y anárquicas, carentes de sentido, como esta. Claro está que no todo es lectura muchas cosas están en el rock. Hay cosas en la esperma caída en las espaldas ajenas o en el suelo mientras el mundo acarrea la carga de miles de años evolucionando a ser el trozo de mierda que ahora somos. Nada mal, ¿no?
Un elogio a la cordura plastificada en latas de conserva y explosión neuronal gracias al Whisky con coca, a través de la estimulación compramos emociones al negocio perfecto que abre sus grandes ojo miopes aceptando los defectos ajenos y propios.
No excluimos a nadie en el club.

El viejo Bob vivía a unas cuantas calles del apartamento. Siempre estaba mascado chimú e insultando a todo aquel que pasara frente a su casa.
A Sara, mi antigua novia, le molestaba que yo fuese a joderle la vida. En cambio para mí era un renacer de mi psicosis prematura, desbordándose por pequeños momentos como en la espuma de la cerveza. Era un amor extraño. Follábamos como locos. Hacíamos el amor.
Pura poesía anárquica barata, pura mierda para un público lleno de ladilla y bazofia.

En una de esas sesiones de sexo desenfrenado y sin la sutileza absurda de los enamorados había un par de cosas sueltas entre los dos que no entendíamos. A mí me gustaba acabarle en la boca. Mi dos boliquesos rancios y mi cheese trees quemado no daban abasto para lograr estimularla. Así fue como salió la fulana pregunta:

-Sed, ¿por qué te gusta tanto acabarme en la boca?

Los labios de Sara eran los mismos que labios de su vagina. Las dos bocas hablaban y me ponían entre la espada y la pared. Me tranquilicé un poco y busqué el encendedor para fumar y pensar. Una pregunta así no se toma a la ligera, ¿o sí? Tanteé la zona como un instinto asesino y de supervivencia. Era un animal y la cordura no estaba de mi parte en ese momento. Reflexión de la introspección. Una reflexión hacia adentro es mejor que pasarse la vida conociendo el mundo sin lograr entenderlo
¿Habré pensando eso o lo habré dicho?
Me abrí paso entre el humo de mis pensamientos y mi propio reflejo en el espejo en el techo de la habitación. Mi reflejo se burlaba de mi inútil sutileza de mierda que empapaba toda mi cabeza. Quería decir algo con sentido y nada de balbuceos juveniles sin tener que mentir. Seguí fumando y agregué secamente:

– Amor pues la verdad es que no lo sé, pero muchas veces el amor está más cerca del barro que de las nubes.
Mierda que coños he dicho.
Idiota.
Estúpido.
Mierda y más mierda.
Ella sólo agregó las palabras más sabias que podrían decirse ante tal ridiculez

– Sabes, si te mueres no llorará nadie por ti

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