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Caracas, Ciudad de Luchadores: la versión políticamente correcta de Caracas, Ciudad de Despedidas

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Cartel de YouTube
El documental debe ser uno de los géneros más sobrevalorados e incomprendidos en la actualidad.
Bajo la etiqueta de documental se escudan plúmbeos y monocordes trabajos reporteriles como «Caracas, Ciudad de Luchadores», donde 12 «jóvenes» se dedican a quejarse y victimizarse por vivir en la capital de Venezuela, alrededor de un lenguaje políticamente correcto, de golpe de pecho. Puros testimonios impostados y pretendidamente reflexivos. Se quiere responder a «Caracas, Ciudad de Despedidas», pero al precio de extender innecesariamente las entrevistas y utilizar un discurso «elevado», exento de sentido del humor.
Apreciamos el valor de hablar de temas vedados y censurados como la inseguridad, la violencia y la falta de oportunidades.
Por desgracia, el desarrollo se hace repetitivo y predecible. De igual modo, el acabado estético es inferior a la ópera prima de Ivanna Chávez Idrogo.
Varios audios apenas se escuchan. Los personajes no salen de su plano de cabezas parlantes. Los podríamos ver en su contexto, al menos caminando. Sin embargo, ello no sucede.
Hacia la mitad, la extensión le pasa factura al contenido y los lugares comunes banalizan el subtexto.
Encima, distinguimos un enfoque binario y maniqueo sobre el asunto de dejar el país.
Los propios voceros se contradicen de principio a fin. En vez de respetar ambas posiciones, la obra demarca un falso dilema.
Los «luchadores» se quedan en la ciudad de Caracas, aunque le temen y la consideran un peligro. Solo justifican el exilio para «enriquecerse» y regresar con los conocimientos adquiridos.
Olvidan mencionar y defender posturas diferentes acerca del tópico.
El desenlace esperanzador resulta almibarado, forzado y estereotipado, como de cuña política en tiempos de polarización.
En resumen, no es ni chicha ni limonada. Hasta extraño al pana de «me iría demasiado».
La musiquita es de terror. Suena a propaganda nacionalista del MINCI.
Para abreviar, un empeño Ingenuo, cursi y conservador.
Grado cero del documental. Fácil de instrumentalizar por parte del poder.
Le sobran minutos.
Su mensaje de aliento demanda mayor resistencia y espíritu crítico de cara al sistema oficial.

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