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Sombras tenebrosas: lo de siempre.

Ayer necesitaba aislarme un rato (sólo un rato, eh) de todo el peo electoral-político, así que fui al cine. Vi Sombras Tenebrosas, la «nueva» de Tim Burton. Que de nueva no tiene nada.

El director vuelve a hacer la misma película de siempre, con una historia que pretende ser cómica, pero no da risa. Formalmente impecable, la dirección de arte y el vestuario de sus habituales Rick Heinrichs y Colleen Atwood, vuelven a crear ese deslumbrante empaque gótico y sombrío de siempre, que sabe a poco luego de verlo repetirse una y otra vez.

Burton repite las taras de su última película, la fallida versión de Alicia en el país de las maravillas: hacer una mala adaptación (aunque el material original es una mala telenovela, así que…), con un mal casting. Nunca te crees a la protagonista, la pésima Bella Heathcote; mucho menos a una Michelle Pfeiffer venida a menos. Incluso lo mejor de las últimas películas de Burton, su esposa Helena Bonham Carter, aquí no tiene mucho espacio para lucirse; además que la cinta la condena, como a todas las mujeres de la película, por ser vanidosa y tramposa. Nota: las mujeres encarnan el mal, son avariciosas y celópatas, hacen hechizos para retener a sus hombres, les motan trampas para robarles su sangre y permanecer eternamente joven. No en balde, hay una secuencia de sexo salvaje, siempre con ropa y música de Barry White, de la que Barnabás se arrepiente luego para ir detrás de la virginal protagonista, mientras a la bruja libidinosa se le condena a la hoguera.

Si acaso salen bien parados Johnny Depp, en su salsa, aún cuando básicamente hace el mismo papel de siempre y Jackie Earle Haley, cuyo interesante secundario es desperdiciado totalmente. En cuanto a Eva Green nunca supe si su mala actuación era intencional, ya que parece salida de una película de Ed Wood, a quién el director vuelve a hacer guiños en algunas secuencias.

Hay una aparición del genial Alice Cooper y uno piensa que Burton ahora sí se irá totalmente al lado oscuro, como ya había anunciado en algunas magníficas secuencias anteriores, como esa en la que el vampiro mata a sangre fría a unos hippies pacifistas y marihuaneros, pero no es así, esta película es tan oscura como puede ser la saga Twilight.

El problema, para resumirlo, es que Tim Burton se puso demasiado histriónico, perdió el humor realmente negro de dos de sus mejores películas, Edward manos de tijera y El cadáver de la novia, que al igual que ésta contaban una historia de amor imposible en el contexto de personajes acosados por una maldición, pero con verdadero tino, humor y oscuridad. Esta, en cambio, es la película de un director que repite una y otra vez la misma formulita de siempre a sabiendas de que sus incondicionales lo volverán a respaldar.

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