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Aún hay un camino

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Decidí levantarme de la cama, secarme las lágrimas y escribir. Si para algo soy buena es para escribir por eso es que a casi 24 horas de los resultados oficiales de las elecciones del 7 de Octubre me pronunció de la siguiente manera:

Anoche cuando recibí los resultados me encontraba en la embajada, en la misma se habían posicionados adeptos al regimen chavista (lastimosamente todos eran nacidos en este país donde resido actualmente). Al principio pensé porque esta gente se tiene meter en nuestros asuntos y porque hoy nos gritan en cara que Chávez es lo mejor de Latinoamerica  en ese momento sentía impotencia, pero hoy al escribir esto les digo que tienen razón, ellos los adeptos extranjeros al régimen chavista no conocen ni la cuarta parte de lo que sufre nuestra Venezuela y están cegados con las mentiras y falsedades que emiten los medios extranjeros. Ahora bien, antes de los resultados me abrace a un grupo de venezolanos que como yo esperaban con ansias el momento, comenzamos a llorar al saber los resultados ese 54% que me quedo taladrando en el cerebro el resto de la noche.

Salimos escoltados de la embajada por un grupo de policías, los adeptos nacionales al régimen Ch estaban por doquier, eran muchos y nosotros muy pocos. A casa no vine ayer, el dolor era más fuerte y no podía estar sola. Así que me quedé con ese grupo de desconocidos a quienes trate como mi familia. Volví a casa con el alba, en el trayecto no dejaba de pensar que carajo había pasado y porque no dejaba de dolerme todo aquello.

Cuando me levanté comencé a repasar todo, lo que decían por las redes sociales, lo que publicaban los diarios venezolanos y extranjeros. Fue justo allí donde dije «A levantarse de la cama, a secarse las lágrimas y que nadie diga que fuimos derrotados. Los 7.000.00 de venezolanos volvieron con el marido que la golpea y que los vuelve a enamorar con flores pero más de 6.500.000 de Venezolanos no se la calaron más y dijeron ya basta, lastimosamente no fuimos suficientes pesaron más ellos que nosotros.

Ahora ya con la cara lavada y las ideas frescas pienso: «¿Quien dijo que se perdió la guerra?» volvimos a perder una de las tantas batallas que aún nos quedan por librar, la idea no es agachar la cabeza y bajar los brazos con más razón debemos subirla y sin rencores seguir luchando para cambiar las conciencias del pueblo venezolano, como lo necesita y requiere para progresar en verdad, para adquirir dignidad, para adquirir plena conciencia de sus derechos, para que no seamos una nación marginal y secundaria. Para que a ningún venezolano le de vergüenza de mostrar su pasaporte en cualquier país del mundo.

Recuerden que los hombres se pueden eliminar pero no las ideas. Así que adelante compañeros, que la lucha no termina aquí. Vayamos por los comicios de Diciembre, sigamos abriéndonos camino y poniendo nuestro granito de arena (así sea pequeño). Uno no quiere a su patria porque es grande sino porque es de uno.

No nos echemos a morir y salgamos a la calle con la frente en alto. Aún hay un camino.

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