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24 de Julio: El Mito Bolivariano


Hoy nace el principal mito de la historia venezolana, amado y odiado por igual. Fue el libertador de la patria y de otros países de América Latina, según la documentación oficial. Tiene su leyenda dorada y negra.
En vida cosechó fortuna y fama a costa de sus triunfos bélicos.
Después murió en el destierro bajo la sombra de la enfermedad.
Posteriormente, el poder erigió un culto alrededor de su figura, para sacar partido económico y político.
Le dedicaron estatuas, biografías y películas cursis, hasta el sol de hoy cuando Édgar Ramírez se presta a reencarnarlo.
El presidente de la república se lo agradecerá con creces a la luz del 7 de Octube.
Chávez vive de proyectarse en el aura de los semidioses del pasado. Es parte de su estrategia de campaña. Irónicamente, el padre del socialismo, Carlitos Marx, carecía de afecto por la obra de Don Simón. Lo consideraba un blanco criollo conservador o la negación de un revolucionario hecho y derecho. Para Hugo es al contrario. Así oscilamos entre un prócer de derecha y uno de izquierda. Por su lado, los profesores de la academia le propinaron una sacudida al homenajeado del día.
Pino Iturrieta y Carrera Damas denunciaron la carga de manipulación detrás de la componenda de divinizar al héroe de las mil batallas. Sus palabras tuvieron eco y resonancia en los estrados del este del este, pero no lograron revertir el fenómeno de masas criticado. La prueba la vemos en la actualidad.
La imagen del susodicho todavía nos determina la agenda. Al país le cuesta evolucionar o despredenderse de su memoria inmaculada y apolinea, de panteón nacional.
Pero la realidad es otra, menos solemne y más prosaica, como la lista de muertos del fin de semana. Piénsatelo.
También hay un kistch escondido en el 24 de julio. Lo utilizan como pote de humo para ocultar la sangre. Ya lo dijo Kundera en «La Insoportable Levedad del Ser».

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