panfletonegro

Poder sin Límites(Chronicle): los Vengadores Alternativos de Seattle


Crónica de una muerte anunciada. La de un joven, emblema de su generación multimedia, cuyo “Poder sin Límites” lo aniquila, después de demoler a su contexto con la facilidad de “Hulk”. Metáfora política y social de ribetes universales, globales y locales. Deconstrucción pesimista del cine de súper héroes y del género adolescente. La contracara amarga de “Harry Potter”, “Spider Man” y “American Pie”. Película perfecta en su estilo a pesar de su falta de sutileza para cerrar.

No en balde, el final peca de moralista, al condenar al personaje de la familia disfuncional. Su padre le cae a trompadas y su violencia quiere justificar el delirio esquizofrénico del protagonista hacia el desenlace. Único defecto de una pieza mayor de la cultura de masas. Así, el 2012 aporta dos lecturas imprescindibles sobre el fenómeno: “Vengadores” y “Chronicle”.

La primera sería la cúspide creativa del paradigma clásico y posmoderno diseñado por el binomio Marvel-Disney.

La segunda es la asimilación industrial de la vanguardia independiente y “mumblecore”, como si los chicos de “Crepúsculo” fueran reencarnados por la sensibilidad melancólica y autodestructiva de Gus Van Sant en “Elephant”, al calor de la “Masacre de Columbine”.

De hecho, el guión describe el ascenso de un singular arquetipo o ejemplo del asesino nato, del megalómano despiadado, del terrorista amparado y surgido por el contagio viral de las redes sociales.

Una fuerza interna lo impele a grabar su vida, de manera compulsiva, cual administrador de un video blog. Su cámara registra la realidad de su entorno, bajo el influjo de Facebook, youtube, “El Proyecto de la Bruja de Blair” y “Cloverfield”. La semilla inoculada por Hollywood y el mundo 2.0, lo conducen a perder la distancia entre lo público y privado.

Decide tomarse como el experimento y el conejillo de indias de una versión personal de “Gran Hermano” y “Operación Triunfo”, donde todo acaba mal como en “Hunger Games”. El mismo mensaje cifrado de “Actividad Paranormal”, pero con enormes diferencias de enfoque. El vouyerismo casero invoca y provoca el “Apocalipsis Now”. Solo cambia la forma de plasmarlo.

En una es la reproducción de un chapucero circuito y sistema de televisión cerrado, con planos fijos e intimidantes tomas estáticas.

En la otra del 2012, el objetivo del lente carece de fronteras y se mueve según la conciencia y la voluntad del prometeo caído en desgracia, quien a su vez incorpora una aguda e iconoclasta revisión de la figura del autor, del director en la era contemporánea.

Ya no es el muchacho ingenuo y soñador de “Súper 8”, rodando su remakes domésticos de la escuela zombie de George Romero. Ahora personifica a la pesadilla, a la distopía de un estudiante del promedio, afectado por la amenaza latente de un “Bully”. Su diferencia representa una alteridad a reducir a palos de manos de la intolerancia.

En el bosque ingresa a una gruta y encuentra la solución para sus problemas. Una salida providencial, mágica y mesiánica. También se aprovechan de ello dos amigos.

Cada uno sacará beneficios de la mina, del yacimiento, de modo distinto. El afroamericano, candidato eterno de las elecciones del colegio, utilizará el don con el objetivo de subirse la fama en las encuestas. El espíritu demagógico de Obama le marcará la agenda, hasta sepultarlo en el clímax de su carrera, en la cumbre de su popularidad. No we can.

El siguiente en la lista, aprenderá la lección a golpes y comprenderá la necesidad de ponerle coto al invento. Por algo, cita a Platón, al mito de la caverna, a Schopenhauer y a Jung, en su batalla intelectual con la evasión y la alienación de sus congéneres, de sus compañeros de clase.

Del trío, sucumbirá el lado frágil de la cadena darwinista. El “Guasón” de la partida sacrificado por su hermano del alma, su “Caín”, su “Batman” no de la ciudad gótica, sino de la capital del grunge.

Seattle es la mejor locación del año y del tiempo actual, para ilustrar la deriva, el vacío y la decadencia de los hijos de “Nirvana” y “Alice in Chains”, devorados por el fuego de sus encantos, a la usanza de sus antepasados, de Kurt Cobain a Layne Staley, consumidos por la droga del espectáculo, de la celebridad, del “Poder sin Límites”.

De ahí la relación con la estupenda, “Limitless”, capaz de narrar una tragedia de corte similar.

Un yonqui del éxito dilapidado por su pastilla de la felicidad.

Ni hablar de las conexiones con la oscura biografía de Mark Zuckerberg, firmada por David Fincher y AAron Sorkin.

En cualquier caso, “Chronicle” desnuda el círculo vicioso de las promesas efímeras y vanas unidas a la promoción del ego, del narcisismo ausente de humildad, de humanidad, de equilibrio.

Por ende, el líder del reparto fracasa estrepitosamente al dejarse llevar por el pragmatismo, el oportunismo, la venganza absurda, el maniqueísmo, la irracionalidad y el ojo por ojo, cegado por sus delirios de grandeza.

¿ Retrato de nuestras estrellas de la meca, de nuestros íconos, de nuestros tiranos en ejercicio? A Chávez y a Mario Silva les haría bien verse en el espejo de “Chronicle”. Su poder mediático requiere de límites.

El happy ending es de una poesía maravillosa, quizás cándida, de repente compleja, despertando ideas increíbles y cruzadas.

El único sobreviviente de una suerte de once de septiembre en Seattle, cumple con la fantasía cándida de su carnal. Ir a la tierra de los Lamas a buscar la paz, tras el colapso de la guerra.

Hay interés de él por purificarse. El Tibet es apenas una excusa, un decorado de fondo. Da igual haber concluido en las Cataratas de Iguazú como en “Happy Together”. Es el secreto mejor guardado de la montaña de “Chronicle”. Tiene un subtexto de resonancias líricas, como la hermosa disolución de “Rebelde sin Causa”, cuando Sal Mineo fallece para declararle su afecto a James Dean y brindarle una orientación a su existencia.

En consecuencia, el redimido se olvida de Nistzche y abraza la filosofía de Adam Yauch con los “Beastie Boys”.

Bajarse de la nube, emplazar la cámara en el trípode y contemplar la belleza sagrada de Lhasa.

La frontera subjetiva de un cine maximalista y neobarroco, de vuelta a sus orígenes, en demanda de un sentido alternativo.

Es el camino del “Dogma 95”, de los mareos neobarracos de “Irreversible”, a los encuadres estáticos de James Benning, Ozu, Kurosawa, Kiarostami, Erice y Lisandro Alonso.

En suma, un viaje con destino a un pico alto, a una cúspide de la cordillera del conocimiento audiovisual del tercer milenio.

Mi favorita de la temporada por encima de “Avengers”.

La supera en escala y densidad semiótica.

Ojo. Los chistes de telekinesis son insuperables. Homenaje a “Carrie” de Brian De Palma en clave de broma para la web. El sangrado de la nariz es el costo a pagar por el pecado compartido. Su menstruación incontenible. Es el placer culposo de “Poder sin Límites”. La “The Lost Boys” de la cartelera vigente.

Si te gusta, tanto como a mi, estornudarás charcos de hemoglobina.

Todavía los estoy disfrutando y padeciendo.

Salir de la versión móvil