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En defensa de “Caracas, ciudad de despedidas”

 

Cuando en Amazon estoy decidiendo bajarme un libro, especialmente si no es de ficción, siempre leo los comentarios con una (1) estrella en la creencia de que es importante oír a la exanimación cruzada de un texto. Si tú crees en algo y alguien escribe un libro donde ofrece pruebas de ese algo, muy probablemente le darás al libro un “rating” bien alto ya que afirma tus creencias. Si por el contrario tus padres no solo te hicieron descreer de ese algo sino odiarlo, bastantes chances hay de que le des a ese libro un “rating” terrible ya que no crees que ese algo pueda existir y además lo odias. El punto es que, algunas veces, la gente ve lo que quiere ver. En el interés de la búsqueda de la Verdad, creo que la crítica, así sea la más radical y extrema, nos lleva más cerca de percibirla.

Y tomando lo anterior como breve introducción, sí, he leído muchas cosas con respecto a este video con las que estoy de acuerdo pero ya el mero revuelo que ha causado me hace sospechar que hay algo que no está funcionando bien en la psique del venezolano. Hay una sobrerreacción de este video que no es sana y que de alguna manera ponen a los que critican en el mismo nivel de ridiculez e inmadurez que los protagonistas de este video.

Quiero recalcar la palabra protagonistas porque muchas de las criticas son con respecto al video en sí mismo. Yo no tengo la menor objeción con la existencia de este video. Lo celebro en todo caso como parte de la libertad de expresión, derecho fundamental de todos los hombres. En ninguna parte del video vemos que lo que se busca es presentar una visión balanceada de la juventud en una franja de edad x con respecto a las posibilidades de irse del país. Debe de ser además extremadamente difícil de presentar una visión balanceada de nada en un país tan polarizado como Venezuela. Además, y esta es mi opinión, el video está decentemente producido; rara vez veo un video en YouTube que dure más de cinco minutos antes de distraerme en otras cosas.

El primer grupo de críticas entonces hace muestra de una característica típica del venezolano: confundir el mensaje con el mensajero. No confundamos, no porque ese video jamás se hubiera hecho estos muchachos pensarían diferente.

Con respecto a los protagonistas, menos mal que la mayoría de ellos se van porque quedaron totalmente execrados moralmente de la sociedad venezolana bien pensante  y “comprometida” con el progreso del país. Desde mequetrefes, frívolos y huevones para abajo he oído cualquier clase de insultos e improperios. Lo peor de todo, y es lo que más me sorprende de todas la criticas, es ¿qué esperaban? Señores estos carajitos están en la edad de ser unos huevones, desencantados, frívolos y superficiales. Al menos (eso espero) no roban a nadie para apertrecharse de sus señas y símbolos materiales. Además, son tan frívolos y pendejos como los jóvenes de cualquier otra parte del mundo independientemente de la clase socio-económica a la que pertenecen. ¿Cómo creen que son los jóvenes en Inglaterra, España, USA y hasta en ciudades de China como en Shanghái? Que luego la vida en esos países (la hipoteca, los impuestos, la híper-competitividad laboral, el hecho de que sus padres no siempre se lo van a dar todo así tengan las posibilidades, la imposibilidad legal para el hombre en muchos de estos países de abandonar el núcleo familiar, etc) los encarrile, los vuelva retentivos anales y asertivos es otra cuestión que escapa de las posibilidades de este texto pero que en mi opinión exculpa a los protagonistas de este video en cuanto a la gran mayoría de epítetos que les han achacado.

Muestra de gran ignorancia y arrogancia reflejan estas críticas en cuanto a cual es la personalidad “ideal” de la juventud en estos momentos de incertidumbre. Arrogancia porque muchas veces son meras proyecciones y frustraciones del que critica; entre líneas en estas críticas he percibido la cantinela de “sí, hay razones para irse de esta vaina pero no son estas que son muy superficiales. Las razones para irse tienen que ser más profundas como las que yo tengo, o no”. Gran ignorancia además para los que vienen con el que “mientras estos huevones están deshojando margaritas, los “otros” están dispuestos a agarrar un fusil y dar la vida por lo que creen”. Y yo digo que los huevones entonces son los “otros”, no estos pendejos. La superficialidad está muy infravalorada y desprestigiada, mas en estos tiempos de polarización. Preferimos siempre al militante con ideas claras. Al tipo arrecho y decidido. La verdad es que no tienen idea de cuantas guerras y conflictos la frivolidad ha evitado. Siempre es el militante de ideas claras el que termina volándose en mil pedazos o destruyendo un país sistemáticamente en pos de una quimera que no existe si llega al poder. Para mi es preferible un Carmona Estanga, un huevo sin sal del que al menos uno puede salir en un tiempo finito a una vaina como la que tenemos.

Expandiendo en lo anterior hay una falsa concepción de lo que son los tiempos y las circunstancias. Las circunstancias no crean necesariamente hombres excepcionales, esto está mas que comprobado. Eso de que el “país cayéndose y estos huevones hablando pistoladas” es otra pistolada mas. En tiempos de incertidumbre y guerra, hay muertos, desplazados, terror, hambre y ¿cómo no? héroes, gente excepcional y comprometida. Pero estos últimos también los hay en tiempos de paz lo que pasa es que no brillan porque las circunstancias simplemente no son las adecuadas. Hasta en la más terrible de las circunstancias, en lo más negro y oscuro de la existencia humana, en la pobreza más obscena, siempre han habido chipotazos de superficialidad y frivolidad. Achacarles a estos carajitos ¡qué falta de zeitgeist! es como mucho.

Nuestro problema no es la frivolidad veinteañera. Nuestro problema es el de un político que se dice socialista y se viste con los trajes más caros de Paris y le encanta comer en restaurantes de tres estrellas Michelin.

Y es aquí donde está lo terrible de este video, no en lo que muestra ahora sino en lo que mostrará. Dentro de treinta años, si estos carajitos no deciden irse de Venezuela, verán el video y en su frivolidad perpetuada por un sistema disfuncional, incluyendo a sus padres y sus entornos familiares, se sentirán totalmente identificados con esos huevonetes que ni sabían dónde estaban parados. “Éramos felices y no lo sabíamos” se dirán a sí mismos. El patrón se habrá repetido y tristemente en ese futuro aun habrán políticos, si el petróleo aun existe, que en vez de a Paris irán a los mejores restaurantes de la Luna mientras se desgarran las vestiduras por los pobres.

 

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