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Caracas, Ciudad de Despedidas: Crónica del Autoexilio Hipster


Por diferentes partes nos llegan comentarios desalentadores sobre «Caracas, Ciudad de Despedidas». Al respecto, Luis Carlos Díaz afirma: «Lamentable. Querer hablar de la emigración y quedarse con una migaja tan desabrida es lo que ha generado tantos malos comentarios en redes sociales».

Por su lado, Pericles Snatches sostiene: «Ok, creo que todos estamos de acuerdo en que el docu de los hipsters que se quieren ir de Caracas es malo, ¿no? Bien, sigamos adelante».

Por último, John Manuel Silva propone lo siguiente: «Tengo toda clase de sentimientos encontrados en torno a este documental. Parece un retrato malintencionado de los emigrantes. Por razones que no logro entender, sus realizadores construyen un video demasiado simplista del fenómeno de la emigración. Según este documental, quienes se van del país son un montón de sifrinos materialistas y egoistas que escuchan a La Vida Boheme y Rawayana, y que sólo piensan en sí mismos y en sus rumbitas. Su subida a Youtube, en sólo un día, ha provocado una respuesta visceral e igual de desproporcionada que el trabajo en sí (lean los comentarios).

Apuesto por un entendimiento del fenómeno. Mis amigos de toda la vida se han ido del país, y no lo han hecho porqu sean un montón de hipsters materialistas, sino porque estaban realmente jodidos, porque no pudieron trabajar, porque fueron víctimas de la terrible violencia que nos desangra día a día. Uno se escribe con ellos, y sabe que no la están pasando bien, y se entristrece, por el desgarro en el que viven, y porque la emigración parece ser el signo de nuestra generación. Ojalá alguien se digne a hacer un trabajo similar, pero desde una perspectiva más seria y más profunda. Creo, desde el fondo de mi corazón, que los que nos quedamos y los que se fueron no debemos juzgarnos, sino tratar de comprendernos.»

En lo personal, reconozco un par de virtudes al trabajo: su fotografía y su intención de tocar un tema medular de la agenda criolla, silenciado u omitido por el cine de no ficción en Venezuela.

Sin embargo, el fondo no me convence, sea en broma o en serio. De hecho, hay un par de chistes afortunados durante el metraje. Por desgracia, no es suficiente. El principal problema radica en la muestra de los entrevistados. Todos pertenecen a un mismo grupo social. Por ende, es involuntariamente objeto de su propia crítica en contra de las burbujas de cristal de Caracas.

La puesta en escena nos reduce entonces a un espacio cerrado y mínimo de discusión, donde la tesis se diluye entre las redundantes intervenciones del colectivo retratado bajo una óptica de “fashion film”. Los minutos se pasan lento y las palabras se las traga el viento. Nos queda un aire de resignación, alienación y conformismo en el ambiente. Extrañamos rigor, incorrección política y verdadera ruptura del círculo vicioso. En suma, «Caracas, Ciudad de Despedidas» parece devolvernos la imagen de una generación de relevo tan estancada como afectada por un complejo de inferioridad. Le falta calle, descubrimiento de la otredad y densidad conceptual. Yo invitaría a los protagonistas no a salir de Venezuela sino a darse una vuelta por las afueras de la capital.

El asunto de la inmigración es harto complejo. Todavía esperamos por las herramientas para analizarlo y deconstruirlo en la pantalla.
Diferencia del cielo a la tierra con «Mayami Nuestro«.

La subcultura del vacío indie se muerde la cola.

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