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VOTAR POR BOTAS Y BOTAR EL TIEMPO.

 

A pesar de saber que “el tiempo es oro”, los crédulos siempre hayan la manera (incluso la inventan) para desperdiciar tan valioso tesoro; una de ellas es ir a formar largas filas para introducir su voto en lar urnas electorales. Hace cincuenta años podría perdonarse tal acto de irracionalidad, pero en estos tiempos en los que abundan testimonios de grandes escritores, periodistas y hasta lúcidos militares con respecto al popular acto democrático, cuesta aceptar que todavía existan personas que aún no entiendan que cada uno de los países tienen justo los políticos que los grandes capitalistas (verdaderos presidentes) colocan, y que éstos, a la vez, tienen compradas las botas que mandan dentro de cada ejército guardián “de sus arcas”, que digo, “de la patria”.

Una de las sicologías más efectivas que se conoce es la social, y su precursor, el psiquiatra suizo Pichón Riviere, nos enseñó que para descubrir la verdad de las cosas teníamos que saber “leer lo latente”, lo que se esconde detrás de lo manifiesto. Cualquiera con  cuatro dedos de frente podría saber que tras las palabras Democracia y Educación realmente subyace DICTADURA y ADOCTRINAMIENTO. Si alguien no puede ver esto, y busca rebatirlo, sin duda los argumentos que esboce los habrá adquirido en alguno de los cientos de centros de adoctrinamientos que están solidamente cimentados en nuestra sociedad (escuelas, universidades, iglesias, partidos políticos y un sinfín de “grupos” identificados con un largo etcétera). Y es que tan bien amaestrado está el animal social que, a pesar de poder reconocerse como víctima de una de estas instituciones, seguirá sus arraigados hábitos como el enamorado que va tras su amante aunque éste lo haya vejado reiteradamente (no olvidemos que la costumbre es más fuerte que el amor). Por tanto, de seguro estará siempre puntual y obediente frente a su televisor, esperando los resultados que determinarán su futuro, con la misma expectativa con la que espera a la ganadora de un Miss Universo, American Idol o cualquier reality show con los que le han enseñado entretenerse.

No está de más releer algunos de aquellos sabios que no votaron por nadie, ni botaron su tiempo, y transitaron con sus propias botas, bien puestas, los caminos de la vida libertaria que realmente valen la pena, esa que podríamos vivir si finalmente hacemos nuestras estas palabras: «La verdad os hará libres»… Quizás las acertadas reflexiones de estos librepensadores, avaladas por sus comprobadas trayectorias, ayuden a los demócratas “perdedores” (como los llamó Churchill) a comenzar a mejorar su capacidad de “elección”.

«Tras un recuento electoral, sólo importa quién es el ganador. Todos los demás son perdedores».

-Winston Churchill

«La democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos.»

-George B. Shaw

«La democracia tiene por lo menos un mérito, y es que un miembro del Parlamento no puede ser más incompetente que aquellos que le han votado.»

-Elbert Hubbard

«Algunos políticos sostienen que la única manera de hacer seguro a un revolucionario es darle un escaño en el parlamento.»

-C.S. Lewis

«La democracia no es más que un poder arbitrario constitucional que ha sustituido a otro poder arbitrario constitucional.»

-Pierre Joseph Proudhon

«El que no se atreve a ser inteligente, se hace político.»

-Enrique Jardiel Poncela 

«La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás».
-Winston Churchill.


«Democracia: es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística». 
-Jorge Luis Borges.

«Una democracia no es en realidad más que una aristocracia de oradores, interrumpida a veces por la monarquía temporal de un orador».
-Thomas Hobbes.

El mundo está lleno de estadistas a quienes la democracia ha degradado convirtiéndoles en políticos.
-Benjamin Disraeli.

 «La democracia constituye necesariamente un despotismo, por cuanto establece un poder ejecutivo contrario a la voluntad general. Siendo posible que todos decidan contra uno cuya opinión pueda diferir, la voluntad de todos no es por tanto la de todos, lo cual es contradictorio y opuesto a la libertad».

Inmanuel Kant

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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