panfletonegro

Coartando la libertad de los otros en nombre de La Libertad.

foto de todosnuestrosmuertos

Vaya a saber por qué, pero he intentado como cinco veces responder a un comentario del artículo Lo que yo veía en clases de religión, publicado acá muy recientemente, y no he podido. Por más que escriba y pulse «enviar comentario», el tal comentario nunca aparece.

Como quiera que el comentario era largo, opté entonces por publicarlo como una entrada. La discusión trata de cómo a veces algunos ateos militantes conculcarían con gusto los derechos ajenos en nombre de La Libertad, lo mismito que muchos religiosos extremistas.

El destinatario del comentario se sintió ofendido por esa observación, pasando por alto lo insultante de la comparación entre la formación religiosa de los chamos con el intento de imponer a la machimberra una formación chavista en las aulas.

Sin embargo hay evidentes diferencias entre el adoctrinamiento político de parte de cualquier gobierno y la formación religiosa que los padres decidan impartir (o no) a sus hijos.

Sin más preámbulos, lo que quería responder en la sección de comentarios era esto:

En primer lugar su «analogía con la política» es completamente improcedente, y le explico por qué: como padre, yo decido por mis hijos sobre los valores y creencias bajo los cuáles serán formados. Una sociedad que no admita ese derecho de los padres, es simplemente una sociedad totalitaria, ya que se entromete en el seno de cada hogar, en lo más íntimo de cada familia, para imponer reglas. Cualquier persona amante de la libertad se dará cuenta de que eso es inaceptable.

¿Quién me va a decir cómo educar a MIS hijos? ¿usted? ¿la sociedad? ¿el gobierno?

¿Quién les dio ese derecho?

Porque el derecho de educarlos de acuerdo a MIS creencias y MIS valores, me lo gano yo en el día a día: dándoles comida, techo, amor; atendiéndolos devotamente cuando están enfermos, escuchándolos, estando pendiente de ellos y ejerciendo de padre las 24 horas, los 365 días del año (y más, si es bisiesto).

¿Ustedes cuándo pusieron siquiera medio partido por la mitad para que mis chamos comieran, o para comprarles una medicina? ¿Con qué moral me impone reglas sobre la crianza de mis hijos alguien que no los conoce como yo los conozco y que no los quiere como yo los quiero? (y no digo que Rubén Rojas Gratz quiera imponerme nada, sólo digo que nadie tiene derecho a hacerlo).

Entonces, si alguien viene a querer inculcarles ideas estúpidas, como las que supuestamente conforman ese supuesto socialismo del siglo XXI, yo, con todo derecho y con toda razón, puedo mandarlo muy, pero que muy largo al carajo.

Así que no veo cómo ambas cosas sean comparables.

Entonces, si yo digo que son católicos, son católicos. Si digo que van a un colegio católico, van a un colegio católico. Y punto. Nadie tiene derecho a discutirme eso. Hay derechos que sólo pueden ejercerse a partir de la mayoría de edad, así que no estoy conculcando ningún derecho al decidir por ellos la formación que recibirán. Ciertamente no si son niños. Si son adolescentes, es otra cosa. Pero eso ya es otro tema.

Al final, como enseña la experiencia de Paiku y tal vez la suya propia, ellos van a hacer lo que les parezca más conveniente. Y a mí no me quedará más remedio que aceptarlo con amor de padre. Si tengo éxito formándolos, cualquier decisión que ellos tomen la tomarán con independencia y buen criterio, serán personas adultas, responsables, y yo no tendré derecho a cuestionar sus decisiones, aunque no me gusten.

De manera que la famosa «analogía» no es tal. Es incluso directamente insultante.

En segundo lugar: El derecho de libre creencia es como el derecho de libre pensamiento. Si no se puede expresar lo que se piensa, es inútil tener derecho a pensar lo que uno quiera. Igual, si no se tiene el derecho a expresar *y transmitir* las creencias que se tienen, es lo mismo que si no se tuviera derecho a creer lo que uno quisiera.

Muchas veces los ateos militantes, escandalizados, dicen que la religión debería reducirse al ámbito de lo privado (lo gracioso es que lo dicen más o menos en el tono en que las viejas beatas cuestionan la moral de las nuevas generaciones). O sea, que si alguien tiene alguna creencia, tiene que guardársela bien guardada, no sea que se note y algunas «viejas mojigatas» devotas del librepensamiento se ofendan. Un católico sólo puede ser católico dentro de una iglesia, los domingos, de tal a tal hora. Si comenta con alguien aquello en lo que cree, está cometiendo poco menos que un crimen de lesa humanidad ¿es eso el libre ejercicio de un derecho?

Lo más triste de todo es que es un sistema de ideas que caducó hace como dos siglos. El racionalismo no se sostiene solo. Explica muy bien la naturaleza, cómo no. Explica muy bien los «cómo», pero no sirve para explicar los «por qué» y lo deja a uno solo y desasistido en un universo absurdo condenado a la muerte termodinámica, como un chispazo insignificante entre dos Nadas prácticamente eternas.

Si alguien puede dar sentido a este absurdo sin recurrir al misticismo, lo felicito. Yo soy un troglodita y eso me resulta imposible.

No es mi deseo entablar un «debate» que, se ve, va a ser más improductivo que lanzarle peloticas de moco a la luna. Sólo quería dejar bien sentada mi opinión, en caso de que a alguien le interesara (y si no le interesa a nadie, qué carajo, puedo vivir con eso).

Saludos.

Salir de la versión móvil