El dinero en la Iglesia Católica. Ubicarse para las JMJ 2011. (3/4)

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A pesar de que la Iglesia Católica es una de las organizaciones más complejas del mundo, no tiene finanzas centralizadas. En la entrega anterior hablé de cómo está organizada la Iglesia, en esta comentaré sobre el dinero.

Desde los comienzos, cada grupo fue autónomo. Aunque había bastante solidaridad, siempre fue voluntaria y limitada. Por ejemplo, se sabe que la comunidad de Jerusalén decidió vender sus bienes y destinar el dinero para sobrevivir y para limosnas. A los años estaban en la ruina. Para solventar el problema, el resto de las iglesias del Imperio romano organizaron colectas, que se cumplían o no. Pablo de Tarso recordó en sus cartas sobre esa colecta.

Respecto a la descentralización del manejo económico, la situación actual es similar . Aunque el tema del dinero fue siempre central para el cristianismo, no estaba claro cómo resolver la mayoría de los problemas, cómo congeniar la asistencia del Samaritano con la exigencia de la parábola de Los Talentos.

El Vaticano maneja las finanzas de la Iglesia romana, es decir de la sede papal. (La verdad no sé si la Diócesis de Roma maneja sus finanzas con el Vaticano. No importa). Este debe mantener el aparataje del mini Estado que maneja: representaciones diplomáticas, gastos de Cardenales (creo). También tienen unas estructuras tipo ministerios con funcionarios, y algunas cosas más. Hacen colectas en las iglesias de todo el mundo para sus gastos del día a día y para temas coyunturales específicos. Por ejemplo, para ayudar a levantar las iglesias en tierras de misión, es decir, donde la Iglesia Católica no está bien constituida todavía.

Es completamente falso que a cada cura u obispo del mundo le llega un cheque de Roma. No tienen tanto dinero. Si venden todas las obras de arte del Vaticano, e incluso rematan el terreno, el dinero alcanzará para un par de años, pero no es infinito.

Los obispos y sus funcionarios directos —la curia— obtienen ingresos de diversas formas. En algunos países, el Estado da algo de dinero; en otros se mantienen por colectas y/o donaciones, etc. Los curas no tienden a recibir dinero directamente del obispo, excepto en lugares donde las finanzas están muy organizadas, como en Alemania. En general, un cura suramericano depende de las colectas que haga y de lo que le den por sacramentos como bautizos y matrimonios. De hecho, hay curas que viven en bastante estrechez económica. Conozco algún caso de primera mano.

La situación de fondo es que la idílica comunión de bienes económicos no es tal entre los curas no-religiosos, llamados diocesanos. Hay curas pobres y curas ricos. Hay diócesis pobres y diócesis ricas. Diócesis que reforman hermosamente. Diócesis a las que se le caen las parroquias, y les cuesta pagar una pensión a los curas viejos, o asistir a los padres de los curas que eran hijos únicos.

La solidaridad entre iglesias tiene algún efecto. Muchas cosas se hacen, por ejemplo, en Latinoamérica con el patrocinio de Adveniat, un ente cuyos fondos vienen de colectas entre católicos alemanes. Al mismo tiempo, hay algún cura que en vez de terminar la capilla para la que pidió el dinero, se compra un carro. A veces Adveniat se da cuenta, y no vuelve a financiar.

No es cierto entonces que la Iglesia en su conjunto sea rica y que no comparte todas las riquezas que tiene. Es peor aún, dentro de la iglesia hay grandísimas desigualdades, y formas limitadísimas y súper discrecionales de solidaridad.

Tema aparte son las congregaciones religiosas, las monjas y los movimientos laicos que describíamos en la entrega anterior. Como ellos sí son corporaciones globales tienen muchas veces presupuesto mundial. Se recoge todo el dinero, y se distribuye de acuerdo a las necesidades.

Así, por ejemplo, los Salesianos pueden construir en lugares donde no logran recoger casi nada en donaciones, a pesar de haber heredado el talento que el fundador Don Bosco tenía para levantar donaciones en masa por todos los lugares que pasaba. A modo de broma, un cura muy cercano me ha dicho que los religiosos son lo peor que ha inventado la Iglesia, porque como tienen comida y cama segura se pueden dedicar a no hacer nada o a joder. Él es religioso, por cierto. Algo de cierto hay. La mayor parte de curas ociosos son religiosos. El tiempo libre sirve para escribir, pensar, proponer. También sirve para masturbarse mentalmente, influir en los demás, entrar en componendas, etc. Los jesuitas son un buen ejemplo de todas las posibilidades que da el tener una infraestructura garantizada.

Aparte del dinero, otra fuente de riqueza son las propiedades. En sociedades que eran tradicionalmente católicas, la Iglesia conserva grandes terrenos y edificaciones en sitios envidiables. A pesar de las expropiaciones de siglos así sigue siendo. En algunos lugares dicha posición ayuda a hacer factible cosas que sería inviables de otro modo. ¿Cómo puede un colegio, por alta que sea la mensualidad, mantenerse con lo que pagan los padres en terrenos que tienen el precio por metro cuadrado más alto de una ciudad? Muchas veces esa posición privilegiada es usada como arma para tratar de que la sociedad vuelva a ‘su cauce’. La sociedad se da cuenta y se escandaliza.

Cada casa o grupo de unos 10 curas/religioso/etc dispone de algún dinero y pide muchas colectas, o sacan dinero de colegios, etc. A veces se hacen milagros con ese dinero. A veces se malgasta. Un mujer célibe comentaba hace días cómo ella había visto poner y quitar paredes en una casa de su grupo, con un criterio de facilidad de gastos que una familia no podría permitirse. La iglesia puede ser terriblemente eficiente, o ineficiente, como cualquier organización humana existente.

Al mismo tiempo, las relaciones económicas de la Iglesia con sus funcionarios son peculiares. Normalmente, si alguien decide dejar de ser cura/etc. queda en la calle, con alguna que otra ayuda temporal, y muchas veces sin profesión ni experiencia laboral formal. En cambio, si sigue dentro hasta el retiro, nadie se preocupa mucho de cómo acabará. La Iglesia tiene años de experiencia asistencial que usa muy bien puertas adentro. Existen montones de asilos para curas/religiosos, a los cuales muchas veces van los padres o familiares que lo requieran. La salud es igualmente atendida. A veces más formalmente, otras vía emergencia. Si un cura necesita mucho dinero para una operación, las redes de solidaridad se activan y el dinero aparece. La solidaridad es más grande, mientras más alto reconocimiento tenga quien la necesite.

Entonces, ¿en qué se gasta el dinero en la Iglesia? El primer problema es la falta de transparencia y la discrecionalidad. Por otro lado, algunos gastos que la sociedad puede considerar inútiles, la Iglesia puede considerarlos fundamentales. Sé, por ejemplo, de un cura que pasó más de una década en un país africano. Él describe con alegría y cierta perplejidad cómo las ONGs fueron desplazando las labores asistenciales de la Iglesia. Por diferentes razones, lo hacen mejor, Su accionar es de mayor envergadura. No obstante, están uno, dos o tres años y se van. En cambio, los curas siguen allí, y la gente lo sabe. Los mismos sacerdotes aplican a subvenciones internacionales para construir escuelas y dispensarios, pero ninguna ONG contribuirá a su mantenimiento o para hacer una Iglesia. Los curas piensan que si no tienen una iglesia, no pueden mantener el fuego que les permite a ellos seguir viviendo allí durante años, seguirse creyendo, que si tuvo sentido no casarse y quedarse allí con esa gente, a pesar de las malarias y de las dificultades para comunicarse.

El manejo del dinero en la JMJ se maneja en todas estas formas descritas antes: donaciones, influencias, etc. Las relaciones con los poderes económicos y políticos hacen factible el evento, de algún modo de espaldas a muchos sectores de la sociedad, de manera escandalosa. Los chicos se juntan y conversan. Cantan y aplauden, claro. Son hicos. Algunos que conozco hacen grandes sacrificios para venir, otros se quedaron.. No entraré aún en las dinámicas humanas, que queda para la próxima y final entrega sobre la JMJ 2011.

Lo cierto es que el dinero se mueve por razones diversas. A veces hace bien, otras se destina a lujos escandalosos, a veces se despilfarra sin criterio. Lo cierto es que una organización así de grande mueve muchísimo dinero. Pero al no ser una organización monolítica, las conductas escandalosas existen y no son puntuales. Yo he visto de cerca como se hace maravillas con el poco dinero, como se usa el dinero para cosas inutiles, y lujos que son escándalos para los más pobres, también dentro de la Iglesia. Incluso en la misma JMJ hay quienes viajaron con las uñas, sin dinero público. Otros obtienen publicidad y además desgravan impuestos al fisco, como algunas grandes compañías.

Recuerdo ahora una parroquia donde el cura delegó en un grupo de gente de la parroquia el decidir en qué hacer los gastos. Decidieron comprar un traje para una imagen, a pesar de que la iglesia necesitaba ser pintada, y les faltaban equipos de megafonía. Entonces, debe existir criterios unificados sobre cómo maniobrar con el dinero. La tan cacareada unidad podría funcionar y contribuir enormemente en ello. Lo que lleva a recordar la afirmación de Jesús: donde está tu tesoro, allí está tu corazón.

En la próxima y última entrega contaré cómo terminé participando en la JMJ a pesar de mi resistencia inicial. Tengo serias observaciones sobre como se ha manejado esto en lo económico, y de hecho al momento de terminar de escribir esto me alisto para ir a una manifestación que usa lemas como ‘De mis impuestos, al Papa cero’. Otro tema es lo que vive la gente que se junta en la JMJ, y que es un buen ejemplo para asomarse en el complejo mundo de las religiones.

Puedes consultar las entregas anteriores:

Apareció primero en el blog Rayas y Palabras: El dinero en la Iglesia Católica. Ubicarse para las JMJ 2011. (3/4).

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