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¿Y LOS GRISES?: ACERCA DE LA FALTA DE MADUREZ POLÍTICA DEL VENEZOLANO

POLÍTICA EMO

Las huelgas de hambre cobran su sentido en aquellas situaciones en las que ya se ha intentado todo; se han agotado las vías usuales – amistosas o conflictivas – y, ya sin ningún recurso, se apunta a lo único que queda, el cuerpo propio. Es como si en una guerra sin cuartel, el soldado que resiste y se queda sin municiones se lanza a sí mismo en la esperanza de ser la bomba que acabará con el problema o que, por lo menos, dejará al descubierto el abuso inhumano del adversario. «Antes que dejar que me mates, prefiero inmolarme en un intento por conservar mi dignidad, robada por tus acciones».

De verdad, yo lamento que los estudiantes apostados frente al PNUD se consuman como lo hizo Franklin Brito. Mi objeción no va por el lado de «que horror que tengamos que llegar a esto» opositor y, aunque tienda más hacia el «vaya necesidad de protagonismo» chavista, quiero explicarme bien, pues creo estar bastante lejos de la falta de empatía y el odio resentido de los rojos rojitos.

Cuando leo sobre estos supuestos «héroes de la operación libertad», no puedo dejar de pensar en las guarimbas de hace unos años, las cuales sintetizan muy bien los gestos suicidas de la oposición venezolana. «¡El país está mal! Vamos a trancar nuestra calle y quemar cauchos para resolver el problema». ¡Qué aguda la estrategia! Mientras mis amigos del sureste de Caracas se intoxicaban con humo, yo paseaba por el bulevar de Catia, confirmando muchas de las cosas acerca de las cuales escribo ahora.

También, y como ya lo mencioné, al ver a estos muchachos, recuerdo su referencia directa, ese precedente sentado por Franklin Brito sobre «cómo resolver las cosas». Ya he escrito al respecto antes, incluso sugiriendo lo que ahora se ve claramente: hay una vocación mártir contenida en los venezolanos. Si me lo preguntan, creo que es la consecuencia de tanto cristianismo y telenovelas, un tema que espero desarrollar en otro post.

AGOTEMOS EL ÚLTIMO RECURSO PORQUE NO CONOCEMOS OTROS

Por ahora volvamos a estos gallardos cruzados por la democracia venezolana. Aún entendiendo que para ellos está justificada la acción, que la cosa en Venezuela está terrible, que hay que detener el abuso chavista, y todo lo que quieran decir, me atrevo a hacer unas preguntas que considero importantes para mostrar mi punto:

Porque sí, el país está mal, pero estoy seguro que no se han agotado las vías usuales. Para decirlo en corto: la huelga de hambre no se justifica. No si tomamos en cuenta que la oposición ha sido bastante obtusa a la hora de lidiar con la estrategia chavista. También si reconocemos que la semejanza entre Chavez y Hitler tiene que ver con el delirio, aunque nuestro astrónomo criollo, para bien o para mal, carece de la monstruosidad del otro. Y respecto a cualquier similaridad con Churchill o Roosevelt, bueno, quien crea esto que siga a Chávez en la liberación del sistema solar frente al capitalismo, al infinito y más allá.

Creo que la admiración que pueda sentir la gente por esos muchachos en huelga de hambre está en que ellos tampoco ven los caminos intermedios. Se sienten admirados porque los estudiantes se atreven a hacer lo que ellos no, y ninguno parece caer en cuenta en todo lo demás que puede hacerse antes de llegar a una huelga de hambre.

Hay un hilo cultural en todo esto, y es el inmediatismo y la falta de planificación. «Yo odio a Chavez y quiero que se vaya ya». Eso está muy bien niño malcriado, pero así no funciona la vida política de un país. Algunos ya están captando el mensaje y por eso, aún cuando eran los mismos que hicieron la pataleta de «no vamos a elecciones» (dejando la asamblea completamente en manos chavistas), ahora juegan el juego. Nos guste o no, no queda de otra.

Otro punto importante a mi parecer es esta dupla cacique-mártir de la que vengo hablando desde el post pasado. Irse por los grises es, en cierto punto, ser gris, pues hay que dejar el protagonismo a un lado; dejar de pensar en términos de individuo para moverse a los términos de lo grupal. Son tan patéticos el «Yo se cómo salir de la crisis» como el «si no me haces caso me inmolo», ambas son las dos caras de ese egocentrismo infantil, de ese desconocimiento de lo grupal a la base de lo político.

Así, es obvio que hay un punto que no le entra a muchos «líderes venezolanos» (con Chávez a la cabeza), tanto como a los ciudadanos desempoderados: ser líder no es decirle a los demás qué hacer (y seguir a un líder no es ser un borrego); es ser agente catalizador para la satisfacción de necesidades grupales (y es ser capaz de dialogar y formar parte del juego democrático).

SELECCIÓN NATURAL APLICADA A LA AUTOCONDESCENDENCIA

Al final este drama es sólo el gran drama de eso que llamamos la clase media: no tenemos líderes que articulen a la oposición porque todos creen que ser líder es tener la solución en las manos (¿acaso alguien se quiere reunir y, simplemente, dialogar entre iguales?). Los más privilegiados, o pactan o se van, mientras los menos privilegiados no están haciendo nada distinto de lo que siempre han hecho. Pero la clase media (uso la etiqueta para simplificar) vive su disolución, en parte porque no sabe cómo hacer frente a las circunstancias. ¿Qué los autócratas son productos de determinados momento históricos? ajá, y ¿qué es la historia sino la suma de lo que hacemos o dejamos de hacer? Chávez es producto de la historia que nosotros hemos construido, no de una historia en abstracto. Así que asúmelo: Chávez es lo que mereces porque antes que participar directamente en este conflicto agarras ese odio que te invade y lo usas para hacerte daño.

Recuerda:

1. No hay principe o mesías que venga a salvarnos: lo que pasa o deja de pasar es consecuencia de lo que hiciste o dejaste de hacer (y si te sinceras contigo mismo notarás que tú también, al menos al principio votaste por Chavez ¿o llegó solito al poder en el 98? No, no es contigo que vas a protestar en la sección de comentario diciendo que tú nunca votaste por él; yo tampoco he votado nunca por él, pero a tu alrededor hay cientos que sí y que ahora lo odian).

2. Ser líder es formar parte de una red en cualquier lugar de esta red. Implica conectarse con otros para generar una visión compartida; supone compartir esa imagen ofreciéndola a otros como una opción atractiva. Seguimos las cosas que nos parecen valiosas, no necesariamente las que son verdad. Por eso el meollo está en encontrar imágenes útiles, antes que intentar imponer verdades absolutas (que por cierto, y pese a tu pasado cristiano, no existen).

En definitiva, venezolanos: aprendan la lección contenida en la muerte de Franklin Brito y en el desgaste de los estudiantes frente al PNUD: Sí quieres ser un cacique, vas a terminar como mártir.

Para finalizar, una recomendación: no intentes psicoanalizarme a partir de lo que escribo. Esto es simplemente un mapa. Un mensaje que te llega de algún lado. Lo tomas o lo dejas, en la medida en la que quieras. Es decir, haz con el mensaje lo que mejor te parezca y deja al mensajero tranquilo. Matar al mensajero cuando traía malas noticias era la costumbre en la Edad Media. Eso, por cierto, tambien es muy inmaduro.

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