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El Caracazo en el Cine Nacional


Hoy día del Oscar,también se cumple otro aniversario del 27 de Febrero de 1989,fecha problemática y discutible de nuestra historia contemporánea.Cada grupo la quiere interpretar y manipular a su antojo.En la visión sesgada de la izquierda y la derecha sobre el caso,no podemos confiar.Punto.Ambos lados buscan instrumentalizar el suceso en beneficio de su plusvalía política.Nada más basta con leer los periódicos del PSUV y La MUD,para darse cuenta de ello.
Columnistas de oposición o se hacen la vista gorda o disfrazan la masacre perpetrada por la FAN con preguntas retóricas parcializadas.
Los articulistas del comunismo caviar siguen obviando el carácter capitalista y vandálico de la revuelta,no necesariamente animada por razones ideológicas claras y definidas.
En realidad,hubo de todo,guste o no a los partidarios del proceso y de la bancada de Primero Justicia.A grosso modo,el protagonismo recayó sobre un variopinto reparto coral,donde las fronteras entre villanos y héroes se volvieron difusas.
El poder mandó a disparar primero y averiguar después,de manera irresponsable.Nunca supo cómo manejar la situación y contribuyó a provocarla por culpa de sus pésimas decisiones.
Los medios fingieron demencia,fueron cómplices de la masacre,pasaron comiquitas,llamaron a la calma,jamás lograron romper el cerco de la censura y velaron por sus propios intereses.Desde entonces vienen perdiendo su legitimidad.
El pueblo reaccionó como víctima furiosa e indignada,con o sin motivo,pero al final se unificó alrededor de un saqueo tan urgente como conservador,tan subversivo como autoindulgente,tan de raíces profundas como de alcances limitados,tan trágico como caricaturesco.De Marx a los Hermanos Marx,de «Acorazado Potenkim» a la «Radio Rochela»,del Che Guevara a Robin Hood,de toma de la Bastilla a rebatiña de 24 de diciembre en su mercado de confianza,de viva la libertad a temporada de machetes,de lucha de clases a guerra de clanes.
Muchos robaron y asesinaron por mero placer,así como muchos tuvieron la ocasión de marcar distancia y meditar el problema con plena conciencia.
Pocos directores llevaron el tema a la pantalla chica y grande.Solo dos trascendieron,con sus bemoles.Por el ámbito del documental y el mediometraje,la referencia es el trabajo de Liliane Blaser.Su virtud:estrenarse a tiempo y proponer una lectura antisistema,cuyas imágenes desnudarían las trampas y los errores de los jerarcas del gobierno.Al principio se puede ver al maestro Abreu,conduciendo su orquesta,en medio de la absurda toma de posesión faraonica de CAP en el Teresa Carreño.Italo del Valle Alliegro mete la pata hasta el fondo y apenas lo rebasa el hipócrita de Eladio Lares.
¿Quién quiere ser Millonario?
A mi entender la debilidad del film de la profesora,radica en su enfoque binario y maniqueo.De ahí su transmisión anual y periódica por parte de VTV.A la hegemonía comunicacional le funciona el discurso de la pieza en cuestión.Es demagógica en el sentido de reivindicar al soberano y brindar explicaciones sencillas a asuntos complejos.
Ni hablar de la horrorosa película manufacturada por Chalbaud,como traje a la medida del rey de Miraflores.El Presidente exigió el encargo y Farruco entregó la tarea de ipso facto,con resultados deplorables de crítica y taquilla,bajo un mar de infelicidades y contradicciones.Los consentidos de la programación privada,Fernando Carrillo y La Beba Rojas,se utilizan como vil y descarado cebo comercial para vender una nueva justificación de la intentona del Teniente Coronel.
«El Caracazo» insiste en la ecuación cerrada del 27 febrero como gesta independentista a ser redimida y vengada por los protagonistas de «Amaneció de Golpe».Es decir,los militares dieron un golpe de estado y también mataron a gente inocente,con el objeto de lavar y limpiar la sangre derramada en vano por los uniformados leales al Gocho.Vaya forma de hacer justicia.
Por último,la cinta se saldaba con un lamentable tono de melodrama de denuncia,plagado de estereotipos,chantajes telenoveleros,textos declamados y bochornosas actuaciones encabezadas por Simón Pestana.
Era insalvable,mala y perjudicial.
Rayaba a la industria criolla dentro y fuera del país.Alejaba aun más a los jóvenes de reconciliarse con su memoria.En cristiano,no curaba la enfermedad sino la consolidaba.
Todavía es un boomerang de la programación roja rojita.
Únicamente sirve como chiste involuntario de pobres versus ricos.
Por ende y en resumen,el caracazo repite la tesis del cine nacional del 4 de febrero.Hay escasez de oferta y una calidad mínima.
Ergo,es una materia pendiente para continuar y profundizar en el debate.
En lo personal,considero agotada la versión de la cuarta república como chivo expiatorio y la sociedad civil como manso rebaño de ángeles.
Todos crearon,prepararon y alimentaron el escenario para la consumación del desastre.
¿CAP no ganó con 80% de aprobación?
¿Por qué no votaron por la izquierda?
¿De verdad querían socialismo o un regreso simplista a la Venezuela Saudita del «ta barato dame dos»?
¿Como el señor no cumplió con la promesa del cuerno de la abundancia,pues salimos a cobrarla por nuestra propia cuenta y riesgo?
Admítelo,el Caracazo no es aquella leyenda de la «enorme deuda social»,contada para dormir y apaciguar colectivos furiosos.
Date vuelta el domingo por el Sambil y luego conversamos,Mister Zordu Konducta.
Fíjate en el look metrosexual del diputado Robert Serra y en la tarde lo comparamos con la estampa de un niño de la calle.
Gerardo Zavarce lo recordó cuando aconteció la devaluación del 2010.Según él,fue como un remake del Caracazo pero con tarjetas de crédito.
Insisto,no es comunismo,Soto Rojas.
Se llama consumismo,fase superior del materialismo histérico.

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