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Suicidiocracia (¿?)

La autopreservación es un componente esencial en la gran mayoría de los seres vivos. Los humanos no podemos deshacernos de ello; no podemos hacerlo individual, ni colectivamente. En teoría, aparentemente. La obnubilación que preexiste en este mal llamado colectivo -que mal llamamos nación- es de tal magnitud, que nuestro Sistema Límbico (Sistema que rige emociones y sentidos, entre ellas, el de preservación colectiva y el de autopreservación) ha sido rebasado.

Por algo no existen Clubes de Suicidas, ni Partidos que representen los intereses de estos. No porque hayan muerto, sino porque va en contra de la propia naturaleza. Pero, entonces ¿Cómo explicar el fanatismo absurdo presente? ¿Cómo explicar este fenómeno psicológicamente paradójico de adular y seguir irracionalmente a ciertos grupos, mientras estos cometen todo tipo de violaciones (legales, sociales, económicas, físicas, psicológicas, militares, etc, etc) a todos y todas, principalmente a sus propios seguidores(!)?

Por alguna razón el “fight-or-flight response” no funciona a nivel personal, menos aún a nivel grupal. Víctimas de un grupo que transmite consciente y voluntariamente sus políticas, como si fueran Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS). Llevan años con el “Vote Gonorrea, la solución segura”. “Chlamydia, Patria o Muerte, Tracomaremos”. Y, ademas, las propias víctimas se lo agradecen y se lo continuarán agradeciendo.

Desde un ex país donde al final nadie paga, pero todos reciben el vuelto.

La Era de la Autolisis. Igualmente, ya todo ha sido decidido en su nombre.

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