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Algunas consideraciones sobre sistemas de (in)seguridad

Supongamos que tengo una llave de paso en la boca del estómago. Supongamos que puedo hermetizarla a voluntad. Que existe un mecanismo estímulo-receptor capaz de activar un sensor de alarma y güiugüiugüiugüiu… Se prepara todo el cuerpo: se pone a la defensiva: se ejecuta el modo puercoespín. Entonces, se quedan todas las polillas (maripositas habrá en otros estómagos…) pegadas de la rejilla del grifo cerrado. Se me instala la sonrisa estúpida en los labios y no hay forma de suavizarla: no importa el nivel de seriedad de la tarea a llevar cabo, no importa cuántos espectadores haya alrededor, no importa nada; la mueca de niña de once años permanece tatuada en la boca.

Las extremidades se tornan espasmódicas: comienzan a generar una serie de movimientos desarticulados que no tienen ninguna relación entre sí, que no tienen coherencia con el contexto y que me ridiculizan, aún más, que las comisuras congeladas hacia arriba. Ocurre un inconveniente a nivel de tetas. De manera compulsiva comienzo a enderezar el andamiaje del sostén: las tiras, las ballenas, los retazos de tela-elástica-que-sacan-cauchitos-en-la-espalda. Parece que estoy conforme, pero no es así. Sólo abandono ese tic absurdo y lo sustituyo por otro. Entonces empino el codo. Tomo un sorbo espeso y burbujeante para que se me aclare la garganta (y el cerebro que tengo en la vagina, de ser posible…) que termina haciéndole una piscina a las polillas para que no se aburran, para que se relajen un poco.

Acumulo pellejos, venitas, huellas digitales y residuos óseos entre las muelas, cada vez que me escarbo las uñas: los dedos que están callosos (cero metáfora) de tanto roerlos. Lo peor es que la llave de paso queda muy abajo… Lo terrible, inexorable, es todo lo que no queda restringido. Todo lo que queda libre, holgado y libertino. La Lengua, desplegada como un abanico barroco, llena de encajes empapados de saliva, presuntamente rígida por las maderitas transversales, la Lengua queda fuera de cualquier sistema tecnológico de última generación… Se me desenrosca desde la garganta como un espiral infinito de idiotez e incongruencia y comienza a atacar: te/me/nos/los.

No importa cuantos mecanismos de defensa tenga instalados: no importa si tengo una cerca electrificada puesta de cintillo; no importa si el grifo del estómago se oxidó y se cayó al piso como el de tomar agua en Sabasnieves; no importa si me instalé un candado en la liga de la pantaleta; no importa si el sensor de movimiento de los ojos está enterito… la Lengua deshace todo: lengua hacker, lengua tenaza-destructora-de-cables-y-circuitos, lengua masa de agua (y de bilis con polillas) incontenible, lengua que se caga en todas las hipótesis y en las buenas intensiones –“las mejores intensiones”.

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