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«Harry Potter 7 y Las Reliquias de la Muerte»: las bondades y defectos de un Arcaísmo Posmoderno


Según los entendidos, la tercera y la cuarta parte son las mejores de la serie hasta la fecha. Ahora a ellas deberá sumársele el número mágico de la séptima entrega, donde su realizador, David Yates, se graduó como director de cine,bajo la impronta de uno los pocos guiones redondos de la saga,cuyos libretos(por lo general) se caen antes de la mitad,como el caso de las pésimas secuelas cinco y seis.
A su lado, la siete recupera el cinismo y el sentido del humor negro de la 4, así como la densidad expresionista de la 3. Por supuesto, no es una película perfecta. En algunos instantes, vuelve a perder el rumbo y la brújula al estilo de las dos ediciones pasadas,sobre todo cuando la escena del bosque amenaza con extenderse en demasía.
Sin embargo, reconocemos su completa efectividad al principio y al final,desde el instante del exilio de los protagonistas hasta su secuestro por parte de los carroñeros al servicio de sus majestades satánicas. En el medio, sobran unos quince minutos de palabrería hueca y contemplación vacía, a la manera de un Gus Van Sant entre kistch y carente de fuerza. De hecho, tocan una pieza de piano en la tradición de “Elephant”.
En tal sentido,el film se asume conscientemente como un viaje de descubrimiento y exploración de la intimidad de los tres personajes, en una variante irónica del cuadro sentimental de “Crepúsculo”.No en balde, el chico del pelo rojo lo hace explícito al referirse al término “Twilight”.
Precisamente, parte del éxito comercial de ambas piezas reside en su forma de sacar partido de la tensión sexual de sus protagonistas, al saber alimentar el morbo del público reprimido a través de una estudiada y calculada dinámica de autocensura, donde manipulan nuestros deseos y aspiraciones a placer.
Por ende, uno y otro largometraje pueden prologar sus minutos de duración al extremo del pleonasmo, sobre la base de despertar promesas pecaminosas en la audiencia, aunque jamás se cumplan en la pantalla.
De ahí las conexiones del relato original con el origen de la novela decimonónica y el folletín romántico de dos centavos, derivado en el molde de la “soap opera” y del formato de la “teen movie” en su versión para televisión. Por defecto, son obvios los vínculos y las comparaciones con el subtexto de “Dawson’s Creek” y “Salvando por la Campana”. Es una mitología puritana de larga data.
La gran curiosidad y excepción a la regla de “Harry Potter 7”, estriba en subvertir el canon clásico del cuento de hadas para niños, al proyectar finalmente la mayor fantasía erótica de la saga. Es decir, ver juntos y revueltos al chico y la chica delante de los ojos de su novio, como dios los trajo al mundo, fundidos en un beso arrebatador y surrealista de amor loco. Una imagen sacrílega(dentro de los estrictos códigos de moral de la Warner), capaz de poner en escena una viñeta “hard core” anteriormente concebida y montada por la red de Internet como una foto trucada. Todo lo cual es(voluntaria o involuntariamente)replicado por la cinta,amén de su textura digital. Pero tampoco se emocionen mucho. Es sólo una ilusión óptica, un sueño mojado del ingenuo Ron,tipo pesadilla expresionista de la Disney. Los estudios siguen robando ideas de su periferia para sobrevivir y subsistir. Al menos ya no es necesario intervenir la película con Photo Shop,para saciar los apetitos carnales de las generaciones de relevo(por las “páginas indebidas” de la web).
Hablando de Mickey Mouse y de sus delirios “dalinianos”, el film contiene un brillante segmento animado en 3D, de alta factura épica,estética y conceptual para explicar la leyenda de “Las Reliquias de la Muerte”, cual historieta gráfica de avanzada en la senda de “300”.
En consecuencia, el espectáculo brinda la oportunidad de presenciar un complejo ejercicio de revisión posmoderna de géneros universales al borde la fusión,del comic al melodrama noir y del terror a la intriga de suspenso.
De entrada,el libreto siembra el misterio y expone el conflicto principal, de la mano del villano de la función,Voldemort, quien se roba el show en cada aparición ante la notable ausencia del carismático Dumbledore.
A partir de ahí, comienza un interesante juego de espejos,de falsos semblantes y de máscaras concéntricas alrededor del niño pródigo, no exento de hilaridad y chanza. Por ratos, semeja un carnaval de deconstrucción de la efigie apolínea del elegido, a la usanza dionisíaca de “Superman 3”.La cara de Harry recibe múltiples porrazos, transgresiones,alteraciones y mutaciones, revelando sus problemas de identidad.
Así, se violenta el arquetipo del narciso contemporáneo como en “Vanilla Sky” , “Face Off” y “Misión Imposible”, ceñidas también a un trabajo de demolición facial del héroe americano.
Por desgracia, en “Harry Potter 7” se trata apenas de una antesala o del típico calvario indispensable, para justificar la redención y resurrección del ícono mesiánico,después de sortear miles de obstáculos y dificultades por el camino. Por tanto, el epílogo es predecible, por no hablar del clímax de guerra y cruzada maniquea, en pro del bien.
Para cargar las tintas y afianzar el carácter del protagonista, un secundario morirá en sus brazos hacia la conclusión de la jornada.Por si fuera poco, a las orillas del mar, en una suerte de remembranza de “ET” conoce a “Yoda”. Por fortuna, la cursilería se dosifica por cuotas y no llega a inundar el resto del argumento.
En descargo, celebramos el tributo al Terry Gilliam de “Brazil” en el fragmento kafkiano del Ministerio de la Magia,donde Peter Mullan(el último ganador de la Concha de oro de San Sebastián) contribuye con un secundario de lujo.
De igual modo, nos gustó el regreso de “Harry” a su casa, por permitirnos profundizar en su psicología.
Por su parte, la acción acompaña a la trama y no la opaca, al darle espacio al desarrollo de los diálogos. En suma, el entramado alude directamente al ámbito del renacimiento de la aventura en los años ochenta, por cortesía de Steven Spielberg, Richard Donner y Robert Zemeckys.
Un revival nostálgico,reaccionario y conservador, sintomático del estancamiento de Hollywood.
Es positivo porque regenera financieramente a la industria en una época de recesión.
Es negativo porque la condena a morderse la cola y a limitarse a depender de su círculo vicioso.
He allí el dilema de las “Reliquias de la Muerte”.
Como su nombre lo indica: es la explotación de una antigüedad sepulcral.
No hay mucho futuro para el cine en “Harry Potter 7”.
Con todo, la distinguimos por encima del acabado de sus recientes predecesoras.
La mesa queda extendida para el banquete caníbal del capítulo ocho,luego de un voluminoso e insaciable preámbulo.
PD:la sedición,la burocracia y la anarquía general continúan siendo las plagas a extirpar del corazón de la sociedad occidental, por el encanto de la corrección política de los adolescentes de «Hogwarts».La punta acerada del retroprogresismo ilustrado en ciernes.Un extraño escuadrón parapolicial con poderes sobrenaturales en defensa del estado y la civilización,de cara a las fobias del once de septiembre.

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