panfletonegro

Por once años más!


Para algunos, panfletonegro es un gusto culposo, donde se lee con avidez morbosa en la intimidad del hogar, pero sin reconocerlo en público.

Parte de su placer radica en disfrutarlo como un ritual de carácter semipornográfico, cuyas imágenes y argumentos buscan estimular sentimientos reprimidos y condenados por la corrección política.

Panfletonegro proyecta el subconsciente de la libertad de expresión en la era del conservadurismo amparado por la Ley Resorte.

Una de las premisas editoriales de la página, en los últimos tiempos, es la ruptura de cualquier tabú, aunque desde un lenguaje nada complaciente y populista, en algo así como una versión 2.0 de la revista Reventón, salvando las distancias de época y contexto.

De hecho, muchos de quienes escriben y leen en panfletonegro, fueron redactores, lectores y crecieron bajo la inspiración de Reventón, el Techo de la Ballena y El Morrocoy Azul, mucho antes de la salida del Chigüire Bipolar, Relectura, Platanoverde y El Salmón, páginas con las cuales nos agrada marcar distancia y pelearnos por cuestiones banales o profundas, dependiendo del caso.

Para otros, somos un reducto del fascismo posmoderno y damos cabida a posiciones “peligrosas” rayanas en lo intolerable.

Los notables de Venezuela nos odian,nos desprecian, nos discriminan e hipócritamente juegan a ignorarnos.

Cuando Krisis desnudó la doble moral de LBG, jamás recibió respuesta del personaje aludido en cuestión, a pesar de ser un fiel consumidor compulsivo de los contenidos del portal. Incluso, por la naturaleza de su pluma, se le pudo identificar en el foro del mencionado artículo, disfrazado de Troll. Te pillamos, brother.

De igual modo, JRD asegura despreciarnos de la boca para afuera. Aun así, nunca nos pela y siempre regresa cuando se le cita o se le dedica una carta de amor.

Según nos cuentan, los chicos del Pen Club(capítulo Venezuela)tampoco pueden prescindir de nuestros servicios. Regularmente nos visitan para ponerse al día, robarnos información y actualizarse con las nuevas tendencias de la literatura. Aquí también los consentimos y les permitimos la entrada.

El último de la fila fue Don Sergio Dahbar, molesto y alarmado por nuestra burla contra la arbitraria y absurda lista del Papel de Nelson en homenaje a las diez novelas favoritas, de sus amigos,de la primera década del tercer milenio.

Don Sergio nos dedicó un derecho a Replica desde su columna de “El Nacional” y ni siquiera nos citó con nombre y apellido. Habló en plural y con eufemismos, cuando debió hacerlo sin pelitos en la lengua. Pero así son de mezquinos quienes nos aborrecen.Tan sólo mencionarnos sería demasiado para ellos. Un sacrilegio, un exabrupto, un reconocimiento de haber caído en lo bajo.

Todavía son maniqueos, cerrados y temerosos al cambio o a la crítica, como bien lo afirma JM Silva en su brillante entrega de hoy.

Para nosotros, es un espacio de reencuentro con la alteridad absoluta, la de lo proscrito, censurado y vedado por la prensa oficial, del gobierno y la oposición.

Aquí le ofrecemos una bonita resistencia a los dos polos y los obligamos a pensar en la posibilidad no sólo de una tercera sino de una cuarta, quinta o sexta vía para comprender la agenda oculta del socialismo y del capitalismo del siglo XXI.

Para mí y como para ustedes, es una extensión de mi “second life”, mi casa, mi agujero negro,mi Matrix, mi nave nodriza, mi jardín de infancia, mi escuelita, mi universidad, mi taberna, mi ring de boxeo, mi realidad virtual.

Acá retorno día tras día, para no sentirme tan lejos de mis amigos, para hacer nuevos amigos,para debatir con los conocidos de siempre, para aprender, para equivocarme, para corregirme, para descubrirme y para conectarme con todos ustedes.

En panfletonegro me hice mejor persona, me enamoré en silencio, me decepcioné, conocí la derrota, combatí el ostracismo y la marginación, me enseñaron a dialogar con ideas de altura, me dieron lecciones de humildad, me callaron la boca, y me dieron la oportunidad de redimirme, después de sortear depresiones y colapsos terribles, como los de cualquier mortal.

En panfletonegro me permitieron publicar una novela(próxima a concluir), y me regalaron las herramientas para construirme una identidad.

Por eso celebro sus once años junto con ustedes y le agradezco, sinceramente, a su ex-editor por haberme dado una oportunidad, cuando nadie apostaba un céntimo por mí (y nadie apuesta un céntimo por mí).

A Daniel sólo le faltó verme para decirme: “chamo, vas para dentro y la columna de cine es tuya”. Mientras tanto, los demás colegas del gremio me daban la espalda y me cerraban las puertas, porque yo no era “lo suficientemente conocido y bueno”.

Así funcionaba y funciona nuestro apartheid cultural.

Por fortuna, existe panfletonegro.

Larga vida para él y para sus autores, coautores, colaboradores y afines.

¡Por once años más!

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