panfletonegro

Belleza en fragmentos 14F.

Sobre rosas desgastadas con pétalos que ya no perfuman
Sobre cajas vacías que contenían formas lejanas y suspiros sabor a recuerdo ajeno
Sobre mis cartas de poesía barata, de líneas imprecisas que no le hacían ningún favor a mis ojos.
Sobre mi corazón de cristal estas acostada y juegas con el hasta que pierde su brillo prestado.
Sobre la basura que se amontono en tu habitación cuando dejaste que la primavera siguiera viva
hasta que el sentido de tus labios ya no me aguardara sonrisas.

Y me pregunto ¿que haces allí, en tu cama; envolviéndote con mis entrañas?
Y noto que siempre he sido redundante con lo que sentimos el uno por el otro.
Transformo los días en noches y viceversa, afectado por el tiempo risible que se enorgullece por ser yo el naufrago en una corriente de humana naturalidad.
Me entristece sinceramente la soledad silente que no encuentra juicio en la belleza de un mundo abandonado pero que jamás ha sido desunido.
Puedo asentarme en una nube transparente tragando sorbos de aire puro,
escuchando el ronroneo de una luna durmiente.
Sentir a la estrellas crepitar mientras hablan sobre mi toda la noche.
Soledad sin enigmas, soledad viva y compartida con el éter de la sociedad.
El vacío a mis espaldas es señal de que aun sigo vivo y, solo.
Permanezco suspendido y extrañamente respiro para saber que aun existo
y para despertar de sus penurias al solapado tiempo reavivando mi muerte aletargada.
Detallo por medio de tus inasibles ojos los fragmentos de mi existencia.

Cada ocaso que nace en mi cuerpo y ensombrece tu ser.
Cada sollozo surgiendo en su rostro y cada lágrima atravesando mi sien.

Algo transita por nuestros desolados caminos,
acortando la distancia infinita que los dos nos dimos.
Hay algo además de nosotros, estimulando el deseo muerto
atrayendo tus ojos inertes poseídos por el crepúsculo
de una despedida forzada por un ente transgresor.

Algo que atina intratablemente a resucitar la belleza fragmentada de tu corazón.
Hay algo imperceptible en este desierto que compartimos,
algo que sobresalta de nosotros mismos.
Que sin notarlo ha confabulado para unir nuestros destinos,
y aquí nos tiene debajo de un cielo vacío,
de un horizonte forjado por las brasas de dios.

Ha culminado por el día de hoy, su tiempo de morir y volver a nacer capturo nuestro adiós.
“Estamos solos” y la soledad es un estruendo que no sentimos,
el silencio secuestra nuestros parpados
y la quietud de la naturaleza contempla nuestras miradas inequívocas
adentrándonos hacia el recuerdo del amor que nos hizo realidad.

Amo ser amado por tus caricias inconclusas,
por el refugio que me ofrecen tus ojos en mi imaginario
cuando la realidad pierde el deseo de amar y yo te pierdo a ti.
El amor es real y los lugares son eternas praderas,
las lisuras son besos reprimidos y la muerte no es inconveniente
para permanecer junto a ti, siempre.

Nada cambiara mi mundo, las sombras que me suelen acompañar de madrugada junto a la infinita imaginación que se reproduce incansable desde un punto muerto y la locura desorbitada por razones mundanas son reducidas por la dulzura de tu sonrisa, solo una de ellas… tal vez en mediodía. Un detalle, un gesto, un fragmento de tu belleza transforma mi mundo.

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