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I ♥ CHVZ

n628396619_2167299_1923Suelo soñar despierto con un mundo casi ideal, donde impera un tipo de justicia que en vez de recompensar o castigar con su merecido a cada uno de nosotros, tiene la facultad divina de ubicar a las personas en el lugar donde puede dar lo mejor de sí de acuerdo a sus talentos innatos. No se trata de una sociedad que aplica rigurosamente la Ley del Talión o la justicia poética, mucho menos es comunista o socialista, se trata más bien de una sociedad autorregulada que se ahorra los castigos al reforzar las barreras que orientan los destinos individuales hacia el bienestar colectivo, siendo este a su vez la recompensa. Así, una persona con la habilidad de inspirar confianza en otras para que le entreguen su dinero a cambio de un dudoso bien, se convierte en recaudador de impuestos en vez de vendedor de Herbalife; un tipo de dedos ágiles divierte a todos como mago, en vez de robarse la cartera de los incautos; un mentiroso patológico inventa historias fantásticas en cuentos para niños, en vez de inventar excusas; y un comerciante explotador de esos “compra barato/vende caro”, es un magnate que recoge el desperdicio gratuito regado en las calles, lo recicla y vende como valiosa materia prima de primera calidad.

En esta utopía mía, Chávez es mi pana. Lógicamente no es mi presidente, ni el de nadie. Es el capataz de una finca, un jefe dicharachero y bravucón que inspira al resto de los peones para que hagan las labores mas pesadas a cambio de un pago más parecido a la esperanza que a dinero de verdad. Es el tipo que en una tarde de sancocho y bolas criollas, se mantiene alimentado solo con ron echando cuentos comiquísimos de sus aventuras, canta de todo y cierra la noche gritándole a su mujer que se prepare porque esta noche le va a dar lo suyo. Es el compañero de dominó, cuya viveza y oportunismo convierten en victoria hasta al mas inminente zapatero. Es el chofer de taxi al que se llama en medio de una emergencia, porque es el que mejor sabe esquivar el trafico por el hombrillo, utilizar cualquier atajo independientemente de su legalidad y comerse todos los semáforos mientras uno se tapa un ojo. Es el mensajero motorizado al que se le entrega el paquete con todos los cheques de la oficina, para que con un guiño y un cafecito compre la complicidad del cajero del banco que agiliza la gestión. Es el contador que se aprovecha de todos los resquicios legales para minimizar el monto de la declaración de impuestos. Es el guachimán al que se le paga con cualquier billete que nos sobra para que nos cuide el carro, a sabiendas de que ese botín será compartido con los mismos rateros de los que nos esta protegiendo. Es el señor de la pick up al que contratamos para que desaparezca, como sea y donde sea, la basura demasiado voluminosa que no se lleva el camión del aseo. Es el vendedor de cervezas sin licencia, que se pasea gritando por la playa de Choroní con su cavita de anime para repotenciar nuestra Coleman ya mermada. En este mundo especializado, cada Chávez no es considerado un mal, ni siquiera de los llamados necesarios, es más bien un ser deseado y querido por el que muchos venden su alma por tener de su lado en un momento coyuntural. Es el híbrido entre Neo de The MatrixEl Mulo de la Fundaciónde Asimov; el residuo aleatorio inherente a la ecuación mas perfecta posible de una sociedad humana, sin el cual seria tremendamente aburrida y predecible.

Nada cuesta identificar a cada uno de estos personajes en nuestro mundo real, lo que si me es difícil de asimilar es que sean tantos, todos coexistan y ninguno sea el mismísimo Chávez. Que ese ser tan nefasto haya encontrado la manera de resaltar y colarse en la palestra política arrastrando consigo a esa gran mayoría que de pronto se ve reflejada a si misma en sus maneras de guapo e’ barrio con vivo criollo. Es falso aquello que reza que los pueblos tienen al líder que se merecen: Los pueblos tienen al líder que más se les parece. Esta sentencia no es mía, está de hecho bastante trillada, pero no se me ocurre una manera más certera de explicar el abismo que separa al 40% de los venezolanos del 60% restante. Mientras muchos abrigamos esperanzas en un supuesto merecer, estas se ven sepultadas bajo el parecer de una mayoría innegable, que no se va a esfumar con la misma facilidad con que eventualmente lo hará Chávez. ¿Habrá que complacerlos e irse? Aunque no nos guste, Chávez no es mas que la versión hardcore de ese calor venezolano que tanto añoran muchos de los hoy exiliados en el exterior.

* <<Espacio reservado para la conclusión que ya todos tenemos de este país y su idiosincrasia.>>

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