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La Trampa del caso Honduras

A Zelaya lo secuestraron y lo expulsaron según el guión americano de Noriega en Panamá, de Aristide en Haití y de Hussein en Irak, tres casos recientes donde la comunidad internacional prefirió callar y aceptar en lugar de confrontar al socio común del hemisferio.

Quizás todavía podríamos justificar las intervenciones en Chorrillos y Bagdad como parte de los últimos resquicios de la guerra fría en el siglo XX y en el siglo XXI. Por supuesto, no son iniciativas dignas de aplaudirse, pero en todo caso, pueden comprenderse y explicarse dentro del contexto del nuevo esquema unipolar.

Sin embargo, lo de Aristide en el 2004 sí fue una vulgar operación de rapiña imperial, al estilo del viejo oeste y a la manera de Napoleón Bonaparte.

De hecho, el derrocamiento express de Jean-Betrand se organizó y se ejecutó entre la embajada de Estados Unidos y la de Francia, en cuestión de horas. Al presidente también lo madrugaron y lo encañonaron, sin derecho a nada, para después llevarlo a un helicóptero y condenarlo al ostracismo mundial. Por cierto, todo se hizo delante de las narices de la comunidad internacional y con la aprobación de la ONU.

Siempre es interesante corroborar la hipocresía moral de las grandes potencias del consejo de seguridad. La única novedad aquí, al margen de la participación del clásico fariseísmo galo, era el respaldo de “la joven democracia Chilena”, una mentira imposible de creer. Así, la milicia Pinochetista volvía a demostrar y a reafirmar su poderío en el epicentro del tercer milenio. El baile de los gorilas regresaba por sus fueros en el cono sur.

A propósito, vaya a cuento el siguiente testimonio del depuesto gobernador de Puerto Príncipe:

Cuando se le preguntó al presidente Jean-Bertrand Aristide si había salido de Haití por voluntad propia, Aristide respondió rápidamente: «No. Me obligaron a irme… los agentes me dijeron que si no me iba iban a empezar a matar y a disparar… llegaron por la noche… eran muchos, no pude contarlos… Estadounidenes blancos, ejército…». Democracy Now! ha confirmado através de diversas fuentes que ha sido «secuestrado» y llevado a la fuerza hacía Africa Central Republicana.

Mientras tanto, avanza la invasión. Entre 400 y 600 «marines» y un primer contingente de al menos 50 soldados de Francia llegaron a Puerto Príncipe, la capital haitiana. Ha esto hay que sumar que Chile también decidió enviar tropas. El aeropuerto está bajo control de un grupo militar canadiense que facilitaría la llegada de las tropas.

Y en los Estados Unidos se ha desatado una enorme polémica cuando la congresista Maxine Waters reportó que ella había hablado directamente con Aristide y que él afirmó que el golpe había sido completado por los estadounidenses. «Primero fueron llevados a Antigua (isla caribeña) y luego a una base militar. No les dijeron dónde iban, (solamente) que llegarían a un país de Africa Central». Waters afirmó que Aristide le dijo que con su familia están «custodiados por oficiales franceses y africanos» y que se sienten «como en una prisión».

En tal sentido, ahora es muy curioso presenciar la ola de indignación desatada ante el golpe de estado en Honduras. Naturalmente, un golpe de estado miserable, siniestro y políticamente incorrecto para la época. En lo personal, no lo apoyaría ni hoy, ni ayer, ni mañana.

No obstante, llama la atención el cambio de actitud de los países del globo frente al desarrollo del tema en cuestión.

¿ Por qué no se actuó con semejante diligencia y rapidez cuando se hizo lo propio con Aristide? ¿Por qué hasta el jefe del Departamento de Estado se solidariza con Tegucigalpa?

Yo, humildemente, no tengo las respuestas. Todavía es prematuro para ofrecer un veredicto concluyente.Aun así, voy a cerrar el artículo con cuatro hipótesis para intentar llenar el vacío de las interrogantes formuladas.

Número Cuatro: el caso Honduras le permite al concierto de naciones lavarse su horrenda imagen, limpiarse las impurezas de su doble cara, pagarse una cirugía plástica, luego de convalidar la destrucción del medio oriente, desde Kabul hasta la franja de Gaza, donde son expertos en secuestrar y expulsar a dirigentes políticos legitimados electoralmente.

Número tres: es una movida ideal para Obama y sus amigos del partido demócrata, porque les sirve para deslastrarse de la gestión republicana, sin arriesgarse y sin sacrificar demasiados intereses en la región. Total, a Estados Unidos, en la actualidad, le vale madre el destino de Honduras y de América Latina. Otro gallo cantaría si la nación afectada fuese Afganistán.

Número dos: obviamente le funciona a Insulza, al grupo del Alba, a Caricom y a la OEA, para afianzarse como bloque de presión y represión, al costo y al precio mínimo. Todos tienen oportunidad de alardear, de protagonizar y de darse golpes de pecho, en la casa del vecino pobre.Me gustaría verlos haciendo lo mismo en el patio trasero del Padre Rico.

Número Uno:el botín a repartir, luego de la tormenta, no es poco jugoso.Sobre todo en el ámbito de la diplomacia y de la economía de mercado.

¿Alguien dijo socialismo?¿Alguien dijo patria o muerte, venceremos?¿Alguien dijo democracia y participación popular? ¿Alguien dijo derechos humanos? ¿Alguien dijo cambio versus retroceso?

No me hagan reír.

Todo sigue igual y todo seguirá igual mientras hayan arreglos debajo de la mesa y acuerdos para apuntalar ideales caducos y obsoletos. En realidad, no necesitamos de Jefes de Estado. No necesitamos de orden y progreso. No necesitamos de culto a la personalidad. No necesitamos de Zelayas o de Gorilletis.

He ahí el falso dilema. He ahí la trampa. Ambos provienen de la misma raíz.Lo demás es pura ficción,distracción,demagogia, propaganda y teatro para las masas.

Al final, a todos les conviene interpretar el libreto de la victimización colectiva y el mea culpa.

Espere pronto la versión Hollywood con su estrella favorita en el papel de Zelaya.

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