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¿Por qué no escribimos? Parte I (edición corregida)

De manera evidente son pocas las mujeres que publican. Este hecho histórico y sin sorpresas llama la atención de uno(a)s y merece la indiferencia y hasta la rabia de otro(a)s. En panfleto negro o en cualquier otro espacio de expresión escrita, el sexo del que formo parte es netamente minoritario con respecto a los representantes masculinos (poniendo aparte los artículos simpaticones, ligeritos y sin trascendencia que podemos encontrar en ciertas revistas dominicales, algunas féminas que « escriben » de manera regular en uno que otro periódico y por último el florecimiento desmedido de blogs desde los medianamente leíbles hasta las payasadas mas increíbles).

La reflexión escrita hecha por mujeres es pobre en cantidad y, digámoslo claramente, muchas veces en calidad. En muchas partes del mundo es así, pero en Venezuela me parece que se trata de un fenómeno particularmente constante y hasta fastidioso (prefiero no entrar en la argumentación evidente de la preocupación en torno a lo que pasa en “mi” país, ni mucho menos en la retórica feminista que no soporto).
Ahora bien, aunque como ya lo dije, se trata aquí de una situación que no es nueva y que tampoco es –totalmente- específica a nuestras tierras, se me antoja importante, antes de debatir, pensar en la actualidad de la misma.
¿Cuáles son las razones por las que actualmente, cuando los roles, tareas y otros menesteres entre el hombre y la mujer han cambiado tanto, las mujeres (incluso universitarias) prefieran orientarse hacia otras actividades que la escritura? En muchísimos casos, no es que tienen que atender a los muchachos y al marido, ni limpiar la casa…, conozco muchas que no están casadas, ni han parido, ni tienen problemas económicos particulares. Sí, hay otras razones y sé que esa discusión llevada a otros ámbitos puede generar cosas interesantes.

Para descubrir esas razones, creo que lo más sencillo es hacer una encuesta no agresiva y mas bien cordial entre varias amigas y conocidas, a ver que sale. Pienso que encontrarnos para parlotear de un tema tan apasionante tomándonos unos tragos será la mejor manera de entrar en ambiente. Lo único que tengo que hacer es lograr que la conversa no se desvíe hacia el “todavía lo amo”, “no entiendo por qué sigo sola”, “para rebajar, a mi no funcionan ni los rezos”… bueno, los lugares comunes que suelen explotar con el alcohol.
Se tratará entonces de la segunda parte de la saga… no se la pierdan.

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