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Portishead Third : tres tristes tigres?

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¿Diez años para esto? Se preguntan algunos fanáticos indignados , tras la salida del nuevo, esperado y tercer álbum de la banda de Bristol. ¿ Tanto nadar durante una década para morir así en la orilla? ¿ Es el principio del fin o el comienzo de la auténtica era Porti-Shit? Nada menos cierto. “Third” es un disco difícil, quizás el más esquinado y complejo de la formación original, y por eso merece no una segunda, sino hasta una tercera oportunidad, a diferencia, estimado Pratter, del aborrecible long play de Cold Pussy amado por Blanco.

La última placa de los chicos malos del Trip Hop es la antitesis de la buena onda del meloso “Viva la Vida”. Si el segundo puede funcionar como la banda sonora de la próxima película de la fusión Disney-Pixar, el primero llega justo a tiempo para erigirse en el soundtrack del remake posmoderno de la crisis de los treinta, según la ruina financiera de la generación Bush-Blair. Así, la melancolía de Beth Gibbons renace de sus escombros para acompañar el desconcierto existencial impulsado por la caída de Lehman Brothers.

Nunca como ahora, una producción de Portishead había arribado al mercado en un momento más oportuno; en una era de desolación e incertidumbre, propicia para abrigar la eterna desesperanza de la desesperada vocalista del Reino unido, muy por encima de la prefabricada muñeca trágica de Amy Winehouse.

En la primera audición, “Third” provoca escozor, malestar y decepción. Muchos impacientes lo lanzan a la basura, antes de escuchar el cuarto tema. En lo personal, se me hizo larga, monocorde y predecible desde la entrada a la salida, al extremo de parecerme el demo de una pandilla irresponsable de imitadores de Portishead, legión en el mundo.No conseguía la canción de enganche automático, como en “Dummy”, y tampoco le encontraba la consistencia fúnebre de “Portishead”.

Al día siguiente, la cosa cambió. Volví a repetir la dosis, al desprenderme de prejuicios y al intentar comprender en lugar de satanizar o bendecir. Poco a poco, fui entendiendo el ánimo rompedor  y experimental de la propuesta, con su carga de texturas, sus fascinantes y gordas secciones introductorias, sus finales abruptos y al descuido, su deliberada austeridad de medios, y su denso contenido lírico, a camino entre el abismo y el descenso a los infiernos. Música ideal para reafirmar cualquier despecho emotivo o intelectual.

“Silence” , el primer tema, entra durísimo con un sonido casi progresivo e industrial, en son de marcha, interrumpido por la Gibbons cuando exclama: Tempted in our minds ,Tormented inside lie,  Wounded and afraid inside my head  ,Falling through changes ,Did you know when you lost? , Did you know when I wanted? ,Did you know what I lost? ,Do you know what I wanted? ,Empty in our hearts ,Crying out in silence…

Luego, las canciones van sumándose y adquiriendo un cuerpo integral de elegía musical, cuyos picos alcanzan un mejor vuelo en “We Carry On” , “Machine Gun”  y “Threads”, el cierre perfecto del pequeño “Disintegration” de Portishead.Un trabajo compacto y demoledor, infravalorado al inicio pero capaz de convertirse en un clásico, a pesar de traicionar la expectativa del auditor, quien simplemente deseaba oír una nueva versión de los grandes éxitos de la banda.

Por el contrario, “Third” es un desafío a las leyes de la oferta y la demanda, hecho sin presiones y en contra de la corriente del cada vez más almibarado pop británico. En resumen, el “Réquiem for a Dream” antisistema de los góticos de Bristol.

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