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La pirotécnica fealdad de la Clausura Olímpica

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Terminó fea la Olimpiada, men. Terminó horrible, tronco de brother. Terminó con la chabacanería fascistoide de costumbre. Es decir, con monumentos al ridículo a diestra y siniestra. Monumentos al ridículo de la propaganda socialista en el siglo XXI. Monumentos al estilo de Moscu 80. Sólo faltó el regreso del Osito Ruso, llorando en la despedida. En su lugar, la organización desenterró a la momia de la lírica kistch: Placido Domingo. Uno de los tres tenores del melindre. Placido cantó con una chinita. Con una chinita cursi. Y los dos derrocharon afectación y amaneramiento para conmovernos de manera forzada, para hacernos olvidar el juego siniestro del país sede contra los derechos humanos, para hacernos olvidar el asco y la miseria del mundo como telón fondo de las Olimpiadas.

En el pasado, las Olimpiadas fungían de taima, de pausa a la escalada bélica y destructiva de las naciones en pugna. En el presente, ocurre todo lo contrario. Las Olimpiadas, como las de China, apenas sirven de tapadera, de cobertor, de pantalla a los crímenes de las primeras potencias en el globo.

De tal modo, China 2008 disimuló y ocultó la cruenta invasión de Rusia a Georgia. Asimismo, desvió la atención de la brutal campaña de Bush en el medio Oriente, mientras hizo lo propio con la opresión colonial del Tibet, completamente desdibujada del mapa durante el desarrollo de los juegos.

Irónica y consecuentemente, el payaso populista de las artes marciales, Jackie Chang, también participó en el circo de despedida, al doblar en público otra de las tonadillas esquizofrénicas, junto con una pila de actores vendidos del cine de autor asiático. Mugres pestilentes de la peor especie, trabajando como marionetas y mercenarios de los dueños y amos del universo.

Chinos tramposos y eugenésicos, campeones de la censura oficial roja rojita. Merecido Oro a su revolución deportiva. Mientras tanto, los demás invitados daban vueltas, como locos, por el nido de la hipocresía, bajo el manto protector de la última imagen alegórica con reminiscencias a la cultura del comunismo demagógico: una torrecilla de Babel, donde todas las razas y todos los idiomas celebraban al unísono el fin de la gran farsa Olímpica. Y para rematar, para mayor inri, nos veremos dentro de cuatro años en la pequeña Bretaña, aquel diezmado imperio orwelliano gobernado por los señores de las sombras del capitalismo genocida internacional. Puras buenas noticias para los próximos años.

Por lo demás,  felicitaciones a nuestros gallardos atletas, capaces de superar todas las marcas nacionales en materia de bochornos deportivos, al imponer el nuevo record de una medalla de bronce por cada cien competidores. Por ello, recomiendo llevar para la próxima Olimpiada una delegación más numerosa, de manera de aspirar a mayor cantidad de preseas. Las cifras no mienten.

Además, así nos acabaríamos de sincerar al convertir al comité olímpico venezolano en una hermosa agencia de viajes, incluyente y participativa,sin discriminación alguna. Cojan dato Enio Escauriza, Daniel Pratt y Jhon Manuel Silva porque juntos y revueltos podríamos conformar la esperanza criolla en el relevo 4 por cien para natación. A lo mejor hasta le damos la pelea a Michel Phelps en la primera ronda(de consumo colectivo de cervezas negras en la fiesta de la gala inaugural. Vamos por ti, mi querida Guinnes).

¿Y tu Carlos Elio no vas pendiente? Pues bien, desde aquí te propongo como el abanderado del Sila en los deportes de contacto. Y si quieres un entrenador, te puedes llevar a Chirinos contigo. A lo mejor entre los dos descubren la fórmula para eliminar a sus contrincantes antes de enfrentarlos en la cancha. Mucha suerte, mi pana. Y nunca pierdas la fe en tu loable empeño por mejorar el contenido decadente de panfletonegro. En realidad, eres demasiado cuchi, como dirían por ahí.

 

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