panfletonegro

4 Meses, 3 semanas y 2 días

/home/depr002/panfletonegro.com/v/wp-content/themes/panfleto2019/images/random/depr_37.jpg

Como siempre los cernícalos que distribuyen películas en Venezuela nos dejaron por fuera; está claro que esta cinta no llegará a nuestro país, así que nuevamente promuevo la piratería y les invito a buscarla, casi todos los buhoneros la tienen.

Palma de oro en Cannes el año pasado. La historia fácilmente podrías prestarse para hacer un film demagógico y mediocre, un panfletito anti o pro aborto, afortunadamente no es así. Ah, sumémosle que el film se desarrolla en Rumania, durante los últimos años de la unión soviética y fácilmente podríamos hacer un bodrio.

El sencillo argumento nos muestra a Gabita(Laura Vasiliu) una chica con cuatro meses de embarazo que junto a su amiga Otilia(Ana María Marinca) acuden a un abortista clandestino llamado Señor Bebé(Vlad Ivanov), ya que en Rumania el aborto era considerado un delito, el film sigue, a lo largo de 24 horas, el trajín de las dos amigas, desde que la mañana en la universidad, hasta la mañana siguiente en el hotel donde acudieron a encontrarse con el hombre que les hará la interrupción del embarazo.

Pero esto no es nada, es difícil dar una sinopsis completa porque estaría revelando la película completa y no vale la pena, sería injusto con ustedes.

Y es que al guión está construido con inteligencia, lo que uno podía esperar, cosas como escenas de llantos destemplados, elegías a la vida humana, boberías feministas, persecuciones de autoridades intransigentes, lagrimones, discursitos religiosos, o cualquier otra vaina de las que salieron en 13 Segundos (1), no salen, Cristian Mungiu rehuye a cualquier lugar común y construye con maestría un libreto genial, cero discursitos, ceros literatura filmada, cero conclusiones, cero mensajitos, cero doctrina, cero panfleto.

Mingiu opta por planos secuencias divididos en tres fantásticas etapas.

La primera, parsimoniosa, la cámara sigue a la joven Otilia, verdadera protagonista de la película, con calma a lo largo de su cotidianidad, con momentos simples como la desesperación que le da cuando pide que le regalen un ticket en el autobús, el encuentro con su novio, o las discusiones que mantiene con las secretarias que atienden en los hoteles, son suficiente para transmitir una atmósfera asfixiante y desoladora de un país que vive bajo el miedo y la opresión, con gran fuerza comprendemos que Otilia siente un temor enorme ante el acto que va a ejecutar, pero esto lo sabemos sin que Mingiu nos entregue un dramón; de hecho, recuerda un poco a la sobriedad de La Vida de los Otros.

La segunda, quizás la mejor, es el encuentro de Otilia con el Señor Bebé, un personaje que a veces inspira miedo, a veces entendemos que es la consecuencia natural de las políticas restrictivas respecto al aborto y, finalmente, termina repugnándonos al chantajear sexualmente a las dos chicas a cambio del procedimiento abortivo. Vamos, que la discusión en la habitación es una de las escenas más tensas y al mismo tiempo sorprendentemente minimalista que haya visto en muchísimo tiempo.

La Tercera es la consecuencia, y aquí es donde queda demostrada la maestría del señor Mingiu al, nuevamente rehuirle a las truculencias y a los dramones. Basta ver a Otilia atribulada en la cena en casa de su novio, basta un llanto contenido de la misma Otilia cuando le pregunta a su novio que haría si ella estuviera embarazada, para saber todo lo que está sintiendo el personaje. El final además, no contiene ningún gran golpe de impacto, al revés, es la parsimonia con que termina la cinta lo que la hace aterradora.

Recientemente leía una entrevista con el director mexicano Carlos Reygadas en la que el mexicano se lamentaba de que casi todo el cine actual fuera literatura filmada. Creo que con un tema como el aborto esto pudo haberse dado y de que forma. Ya vimos 13 segundos (1), la cinta venezolana que con la excusa de “dejarnos sacar nuestra propia conclusión” terminaba siendo una moralina espantosa a favor de las políticas restrictiva y de la sobre población. Al reverso, apreciamos la cinta de Mike Leigh Vera Drake, que permitía una mirada del tema abortista, pero desde la perspectiva del practicante, en este caso, de una señora amabilísima que hacía abortos clandestinos, sin mayores novedades, hasta que uno le salía mal; la cinta del inglés no daba mayores discursos, pero tampoco permitía, más allá de la genial actuación de Imelda Stauton, apreciar una perspectiva interesante o distinta del tema.

Pero este film de Cristian Mingiu es, de lejos, la mejor cinta que he visto sobre el aborto. El mayor mérito, no solo está en su dirección, en los maravillosos planos secuencia, en las impresionantes actuaciones de un casting verdaderamente perfecto, o en la atmósfera que, gracias a la ausencia de música y de escenas pretendidamente dramáticas, logra su director. No. El verdadero mérito de la cinta está en su libreto, en lo poco literario del mismo, en ese ánimo de no subestimar a la audiencia, de no tomarnos por bobos, de no convertir a los personajes en arquetipos y en representantes de tal o cual valor. La verdadera fuerza del film no está en sus diálogos, en lo que dicen los personajes; al contrario, es en sus silencios, en su drama contenido y en el desesperado ambiente donde se desenvuelven, que está la magnificencia de esta cinta.

Una buena muestra de salud cinematográfica, un cine que ni es reaccionario y patriotero, pero tampoco pseudoprogresista y discursivo.

10/10

Nota: Señores distribuidores, traigan cintas como esta vale, no sean pajúos. Gracias – La Gerencia.

John Manuel Silva.

(1) Sigamos haciendo crecer mi fama de enemigo del cine venezolano ji ji ji :)

Salir de la versión móvil