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The Devil Wears Prada : La Tajada del Diablo

prada Dir:David Frankel.
Intérpretes:Meryl Streep, Stanley Tucci y Anne Hathaway.

De lo mejor de la temporada otoño-invierno, entre New York y París. Superior en su línea satírica, contra la moda, a la irregular Pret-a-Porter y a la fallida Zoolander.Basada en la antiglamorosa novela de Lauren Weisberger,coautora asimismo del estupendo guión adaptado, salvo por su inverosímil desenlace de comercial de toalla sanitaria, con la prota libre, libre al fin de las garras del demonio, como una paloma.

Con todo,atención Carla Tofano y Boris Izaguirre, porque esta peli va por ustedes y por sus gustos fetichistas. La dirige el realizador de Sex in The City,Mister David Frankel. De ahí el acabado sitcom de la movie,con su estética de teleserie, pero también con su maravilloso ritmo,al compás de un montaje endiablado.

Por si fuera poco, las actuaciones son de puro lujo oscareño, empezando por la brillante interpretación faústica de Meryl Streep,pasando por la irónica contribución gay de Stanley Tucci y rematando por la inteligente caracterización de Anne Hathaway, en los zapatos y en las botas de la niña intelectual tentada y seducida por la majestad del averno de Prada, Hermès, Valentino y compañía.

De tal modo, la trama va de una chica,con pretensiones de escritora y un noviecito de salir corriendo, que acaba siendo contratada para ser la asistente personal de la editora en jefe de Runway magazine, una suerte de espejo retorcido de la revista Vogue.Instalada allí, la joven descubre la verdadera naturaleza del infierno de los trapos y su gente, mientras pretende alcanzar la estrella del sueño americano en la gran manzana.

La moralizante conclusión la irá apartando, pautalinamente, de la senda de Lucifer, pero a pesar del tono de sermón, siempre nos quedará el grato recuerdo de una humana,terrible, deconstructiva y a veces despiadada satanización del inframundo en donde conviven nuestros deseos y nuestras peores pesadillas consumistas.

En pocas palabras, se trata del Imperio de lo Efímero en versión fashion victim.

Finalmente, vale agregar la lectura 666 del film, en sentido inverso a la marcha oficial de su discurso. La gran contradicción de la cinta estriba en haberle vendido su alma al Fauno de la moda, a cambio de dinero, publicidad y promoción descarada de Logos. The Devil Wears Prada es, entonces, una monumental vitrina de exhibición para productos y marcas por emplazamiento.

Como siempre, la industria tiene suficiente poder hasta para capitalizarse desde la plataforma de la autocrítica indulgente. Esta es la verdadera tajada del Diablo.

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