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saliendo del closet nacionalista

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el nacionalismo es una enfermedad infantil. El sarampión de la humanidad.- Albert Einstein

Yo les pregunto ¿estaré yo equivocada al no sentir ese amor tan profundo que todos defienden o solo es exceso de nacionalismo y exageración de la gente el tratarme con desdén? Verán, estaba viendo Punto De Quiebre, esa película nueva con el venezolano Edgar Ramírez, cuando llegaron las últimas escenas filmadas en Venezuela. Todo el mundo se emocionó y empezó a gritar y armar escándalo por ello, yo simplemente callé e hice algún gesto que a mis amigas les pareció un símbolo de desprecio a Venezuela, y me regañaron, sermonearon e incluso predijeron como sería mi futuro lleno de soledad y remordimiento comiéndome las palabras que alguna vez dije.

Nunca he sentido una pertenencia al país, no porque no quisiera, lo he intentado pero simplemente no puedo; como hacerlo cuando: uno no me parece correcto apegarse tanto a las cosas y dos no puedo sentirme parte de algo con lo que no congenio, no es solo cuestión de la crisis presente, es algo que me ha pasado desde siempre. Desde pequeña tenía problemas para hacer amistades, la gente parecía demasiado vacía y sin sustancia, demasiado ruidosa o pantallera, demasiado viva o tramoyera para mi gusto, cosa que aún me pasa.

Poco a poco me di cuenta, y no es por menospreciar ni ser arrogante, que siendo criada por padres no natos crecí con un punto de vista diferente , oyendo historias sobre lugares donde se respeta el tránsito y las leyes, donde la limpieza está a la orden del día, el frio es bastante común y la gente sabe respetar, lugares donde la cultura es tomada en serio; siendo mi carrera la actuación, he tenido que soportar preguntas burlonas y consejos sobre valorados como: ¿Quieres ser la próxima protagonista de novela?, ¿Acaso vas a ir a Hollywood? O la típica: Deberías estudiar otra cosa para no morirte de hambre.

Muchos dicen “es culpa de tus papas por no enseñarte a valorar la patria donde naciste”, pero en realidad no, le tengo bastante respeto y mis padres siempre se mostraron agradecidos por lo que les brindo esta tierra: refugio y un futuro, mi papa siendo inmigrante italiano durante la segunda guerra y mi mama que vino de Colombia a buscar algo mejor. Pero ¿el nacer en cierto lugar nos obliga contundentemente a amar tal sitio? la respuesta a la que llegue luego de tanta búsqueda en Google y análisis es… que no, no tenemos porque. Se trata de neto y elemental gusto.

Yo por ejemplo no soporto el vallenato y reggaetón a todo volumen, la gente echona que prefiere comer arepa o nada a diario a que no le falte direct tv, aire acondicionado y su camioneta último modelo parada frente a la invasión, que se quejen 24/7 de lo duro que esta la situación pero el fin de semana se gastan el dinero que supuestamente no tienen en rumba, las colas que aparte de kilométricas con ese calor infernal están desordenadas y siempre hay alguien listo para colearse…  mentalidad de rancho diría mi novio.

¿Qué sucede cuando digo que no me gusta el país? Me lo reprochan, me tratan de apátrida y me dicen que me vaya pal coño de la madre. ¿Porque tengo que ser rechazada o amedrentada simplemente por vociferar una preferencia? ¿Acaso eso sucede cuando una mujer dice que le gusta el azul o cuando alguien prefiere la pizza a la arepa? No debería sentir temor al repudio de mis amigos, cuando la gente a mi alrededor empieza a hablar de lo hermoso y lo orgulloso que se siente ser venezolano.

No me gusta crepúsculo ni Gabriel García Márquez. No me gustan los pantalones a la cadera ni la remolacha. No me gusta la salsa ni las cucarachas. No me gustan los tacones, el color naranja ni Venezuela. Lo siento pero me canse que me intimiden por ello. Gústele al que le guste y el que no, reserve sus comentarios, como yo no lo trato mal por amar lo que ame, no me trate mal por mi vaina.

Como diria mi madre: entre gustos y colores…

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