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ESA ESTÚPIDA MANERA DE HACERLE EL JUEGO AL PODER

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Los argumentos de Jhon Manuel Silva son atávicos y reaccionarios. Desde su perspectiva, para que una denuncia tenga legitimidad debe formar parte de un clamor cuantitativamente mayor. Ergo, la madre que está llorando en este momento en cualquier morgue de Venezuela a la espera del cadáver de su hijo es una egoísta porque no piensa en el dolor de las otras 250.000 mujeres que han perdido a un familiar a manos del hampa en los últimos lustros.

Otro ejemplo más, bastante común en estos días de lluvia, demostrará cuán servil resulta su manera de pensar a quienes están en el poder: Todo venezolano que viva en un apartamento de la Misión Vivienda y que haya descubierto que su techo es un colador, porque su edificio no tienen placa sino drywall, no tiene derecho alguno a quejarse. Eso sólo lo pueden hacer quienes lleven más de una década viviendo como damnificados.

Esa manera de pensar lleva el control de calidad de los funcionarios del gobierno que acusan de “hijitos de papá infiltrados” a quienes expresan su descontento  en las colas de los supermercados donde hay eso que llevan semanas, o meses, sin conseguir. Esos funcionarios saben por qué satanizan a quienes expresan su inconformidad. Eso es lo que los mantiene en el poder. El señor Silva, en cambio, jura que es un tipo sumamente crítico, pero está más absorbido por el sistema que los personajes de The Matrix. Un régimen totalitario alcanza grado de perfección cuando impone sutilmente su manera de pensar. De manera que estamos en presencia del Hombre Nuevo versión 2.0. La versión original es más mercenaria: medra de las nóminas paralelas. La nueva versión no advierte que le hace el juego a quienes están en el poder. No es casual: son más de tres lustros lo que este gobierno lleva lavándole el cerebro a los venezolanos.

Yo participé en la VII edición del Premio Internacional de Ensayo porque esos espacios hay que conquistarlos, tal y como hay que conquistar mayoría en la Asamblea el 6-D. ¿O es que no hay que salir a votar ese día porque, al hacerlo, estaríamos legitimando al régimen? Yo concursé porque sabía que tenía un libro estupendo, el requerido para ganar un concurso que, en sus ediciones anteriores, cubrió las expectativas económicas de los autores ganadores. Desgraciadamente, en esta edición el principio que rigió el proceder del Ministerio de Cultura ha sido el de la estafa en todas sus variantes, desde la oferta fraudulenta hasta el robo descarado.

Honestamente, cuando decidí denunciar que hay algo podrido en el Ministerio de Cultura, lo menos que me esperaba era que alguien se molestara porque, a pesar de toda la roncha que estamos pasando los venezolanos, todavía haya gente en Venezuela dispuesta a producir conocimiento y que se sienta con derecho a ser respetada por eso.  Si para John Manuel Silva la palabra intelectual tiene un insoportable tufo a privilegiado, eso es más problema suyo que mío. Con todo, es algo compresible. Semejante postura obedece al profundo desdén por la cultura y las instituciones que este régimen con profundas taras cívicas ha logrado sembrar en muchos venezolanos.

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