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No se culpe a nadie

El primer funcionario del canal impartió su sapiencia a los demás: La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza y quién sabe cuánto manual podrido, con algo de Goebbels para armar. Así, el funcionario delegó responsabilidades en nuevos funcionarios estos funcionarios en otros funcionarios. Monitores y programas de edición prestos a servir a la Revolución; declaraciones; voces de la realidad distorsionadas; pruebas mandadas a hacer; música incidental que crispe a los televidentes; pruebas de todo y de nada y el medidor de audiencia de las ficciones de antojo. Por años, el departamento de edición tuvo contento al mandamás. Tanto, que hasta él mismo quiso tener un programa y darle con el mazo a todo el mundo hasta que un eslabón de la cadena de (des) información cometió un error que quebró el pacto de verosimilitud y

 

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