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El resentimiento social de los pobres y otros mitos

pañuelo-palest

No sé ahorita, pero hasta hace no mucho estaba convencido de que el resentimiento social no nacía en los pobres, sino en ciertos sectores “ilustrados” de la clase media.

Es en ciertos círculos pseudointelectuales donde el marxismo y sus derivados tienen mayor popularidad. Son ellos, quienes nunca han comprendido lo que significa sudarse una quincena trabajando, quienes lo han tenido todo a pedir de boca, los que promueven la lucha de clase y se proclaman a la vanguardia del movimiento obrero, aunque viven estudiando carreras humanistas para así nunca tener que pisar una fábrica. Esto lo sé porque soy hijo de dos personas pobres que se partieron el lomo toda la vida para darme un futuro mejor, y que si algo me enseñaron es que las vainas se consiguen trabajando.

¿No me creen? Cada vez que revisen el perfil de Facebook de un resentido que pide que no se le vendan más dólares a los venezolanos, cada vez que lean un artículo en aporrea de alguien celebrando la escasez, cuando sintonicen VTV y pillen las declaraciones de un “ideólogo”, piensen ¿cuántos de ellos son gente pobre? Casi todos son sifrinitos inútiles, mantenidos por sus papás, aun siendo manganzones de 30 años (algunos estudian en Argentina o España, donde ser progre es cool). Son gente que en su vida jamás ha pasado trabajo o se han ido una noche a dormir sin cenar, niños de clase media jugando a la rebeldía. Son ellos los que menos razones tienen para andar resentidos con la vida; y son precisamente ellos los que viven envidiando, no digamos el éxito, a veces es sólo la mínima comodidad y progreso ajeno.

Total, al final ellos terminan en un cargo público, viajando por el mundo en agregadurías culturales de nuestras embajadas, recibiendo becas o viviendo de las subsidios “a la cultura”. Mientras la gente pobre —que por lo general sólo quiere echar pa’ lante, vivir segura, deshacerse del malandro que les roba la quincena, tener servicios de calidad un buen trabajo y una vivienda digna, además de educación y salud— siguen empobreciéndose y terminan siendo las principales víctimas de la violencia que se genera gracias al resentimiento sembrado por estos “intelectuales”, poseedores de un insoportable sentido de superioridad moral y quienes viven odiando y ejerciendo venganzas en nombre de aquellos que ni odian ni quieren vengarse de nadie, porque lo único que reclaman es justicia, reclamo del que se aprovechan y viven estos progresistas insoportables.

Personalmente, no pierdo mi tiempo leyendo o discutiendo con estos tipos. Si algo no soporto es a un sifrino malcriado, con complejo de Che Guevara, dándome discursitos sobre la pobreza, carajeándome y faltándome el respeto.

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