panfletonegro

Rosas para el Gabo

La misteriosa mujer que le lleva rosas amarillas a Gabo

El tiempo de Bogotá publicó esa noticia, que no me he sacado de la cabeza y que me hizo recordar una conversación que tuve con una investigadora del laboratorio de fisiología gastrointestinal del IVIC, creo que en 1998. Ella acababa de llegar de uno de sus muchos viajes y al parecer, nada menos que el Gabo y Robert Redford coincidieron en el mismo hotel donde ella se estaba hospedando. O por lo menos así lo entendí.

Yo di por sentado que ella había preferido acercase al galán de Hollywood que echarle un vistazo al Gabo y me sorprendió su respuesta.

-No, preferí ir a ver a García Márquez, me respondió impasible.

-En realidad, no me lo hubiese perdido por nada en el mundo, continuó sonriendo.

La entiendo a ella y entiendo en parte a la Polaca del reportaje. Él es un personaje excepcional debido a su genialidad y esa manera tan singular de narrar sin ser florido ni rebuscado. El Gabo es propiedad universal. Si hubiesen formas de vida en otras galaxias, allá también lo estarían leyendo. Lo que no entiendo es porqué la polaca pierde el coraje y desaparece cuando la oportunidad se presenta de saludar al maestro.

Aquí en Copenhague descansan los restos de uno de los grandes físicos de la historia contemporánea: Niels Bohr. De cuando en cuando pasamos por su tumba en “Assistens Kirkegård” y consecuentemente le pego la cabeza a la lápida con la esperanza de que los vapores que emanan de esa piedra funeraria me contagien de su genio.

Al Gabo le deseo muchos años de vida, mucha salud y lucidez. Espero seguir leyéndolo muchos años, y el día que abandone su cuerpo entonces repetiré mi pequeño ritual, pensando en las mariposas amarillas que revoloteaban por la cabeza de Mauricio Babilonia. No aquí en Copenhague, claro está, sino en Aracataca o debiera decir Macondo?

 

Salir de la versión móvil