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Dralion Venezuela 2013: Pan y Circo Rojo Rojito

Circo
Gran esfuerzo hicimos para pagar la entrada de «Dralion». Visto el show me pregunto si valió la pena el esfuerzo.
Hagamos un ejercicio matemático. Situados en gradas, pagamos una entrada equivalente a 100 dólares del mercado negro y 300 por Cadivi.
Por el mismo precio, disfrutamos de «La Nouba» en primera fila. Aquí alcanzamos a divisar el espectáculo desde una distancia bien considerable, en el último sector del Poliedro.
Era el único espacio lleno y completamente vendido de la locación. Las llamadas zonas «diamantes» y «VIP» lucían importantes vacíos, huecos.
Los cubrían con niños y mucho funcionario infiltrado. Perfecto si invitan a chicos pobres. Me parece acertado. Sin embargo, el asunto huele a jugada política, a subsidio, a negocio sospechoso.
Hablemos de los patrocinantes oficiales. Entre ellos figura «Seguros La Vitalicia», la compañía sindicada de adquirir a Globovisión, una tapadera económica del proceso. Encima, a Maduro le regalaron una función. Pensemos en lo siguiente. El Circo del Sol vino a encubrir, con su manto de cursilería kistch, la denuncia de fraude y el fiasco de la pasada elección. Coincidencias así solo existen en las malas telenovelas.
Otro asunto para poner a volar el pensamiento crítico. «Dralion» es un espectáculo adecuado de legitimación de la cultura de la revolución bonita. Es inofensivo, reclama a las grandes masas, brinda escapismo a manos llenas, despliega una cortina populista y además define su puesta en escena con el color de la bandera del chavismo.
«Dralion» sucumbe al ejercicio de la acrobacia China bajo un juego de luces y emociones rojas rojitas.
En paralelo, hay una cita a la imaginería africana, siempre desde la estética ingenua, superficial y políticamente correcta de la compañía.
Grosso modo, es el costado Disney, Animal Kingdom de la función. Algo no precisamente original o cautivante.
Me sentía contemplando un resumen de la versión Broadway del Rey León, con penachos, danzas étnicas y musiquita new age de librería, ejecutada en vivo. Un parque temático de lo más previsible.
Tampoco me entusiasmo el arranque y la obertura. Demasiado baile y estancamiento para mi gusto. Debe ser uno de los shows menos dinámicos de la empresa. Varios actos tenían inconvenientes para apreciarse con los andamios del sitio. Lo de las telas, las camas elásticas, las cuerdas, las pelotas, los leones y los anillos son lugares comunes del género.
No es hasta el cierre, la conclusión cuando una lagrima brota de mi mejilla, por la creatividad conglomerada en el proscenio.
Igual a la salida, no tengo la menor duda. «Dralion» es uno de los shows menos inspirados del «Circo del Sol».
Como dice Claudia: «funcionaría mejor en un espacio pequeño. El Poliedro le queda grande, diluyendo el concepto».
«Dralion» constituye un gato por liebre, sobrevalorado por su precio.
Es la sucursal promedio de la franquicia. La importaron como el hielo de Macondo.
Aunque es mucho ruido y pocas nueces. Ahórrese la plata. La devaluación golpea el bolsillo y la masa no está para bollo. Adentro, literalmente nos asaltaron unos especuladores, a cambio de unos tequeños fríos y malos.
Pase de largo.
Nadie le contará la verdad sobre «Dralion». Yo no tengo rollo en decirlo. Es hasta pavoso y sonso, cual espectáculo de fin de curso, de crucero por el Caribe.
Terrible la organización. Colas para entrar y salir. Cero tacto en el trato con el cliente. No saben prestar servicio.
Unos auténticos malandros custidian la seguridad interna. Nos mandaban a apagar los celulares con actitud de policías de punto.
Súper chimbo.

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