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La genialidad del eccehomo de Cecilia Giménez

“Lo que más me gusta es que estos viejitos están molando sin tener consciencia de toda su molancia”
José Urriola

LOL, la abreviatura de laughing out loud (algo como reírse en voz alta, a carcajadas) la utilizo cuando veo algo en internet que me produce mucha gracia. Ningún LOL que he escrito ha sido tan literal como el que escribí el día que vi la “restauración” de doña Cecilia Giménez, sobre la pequeña pintura mural del profesor español Elías García Martínez, en el Santuario de Misericordia de Borja, Provincia de Zaragoza, España. Ninguno. Pasé tres días que no hacía sino hablar del eccehomo y todos quienes entraron en contacto conmigo durante ese tiempo se enteraron por mí de la buena nueva.

Desde el día uno, mis risas no fueron de burla, ni mis frases de elogio fueron sarcásticas. Reía desde la admiración y la perplejidad. Me maravillaba pensar toda la cadena de eventos que llevó a que esto pasara, es decir, ¿cómo sucede algo así?:

La figura de Cristo pintada por García Martínez data de finales de la década del treinta del siglo pasado, abajo se podía leer: “este es el resultado de dos horas de devoción a la Virgen de la Misericordia». Ecce Homo («este es el hombre» o «he aquí el hombre» en castellano), en el arte cristiano, es una tipología de representaciones de Jesús en la que aparece tal como se describe en un pasaje del Evangelio de Juan (19:5).

Cecilia Giménez de 85 años de edad, habitante de Borja, fiel devota y aficionada a la pintura, ya había retocado la túnica una vez, por los daños que le ocasionaba el salitre, pero la intervención que hizo sobre el retrato en agosto de 2012 se convirtió en un fenómeno viral sin precedentes.

El caso del eccehomo de Borjas, en su forma y fondo, reúne elementos tan disimiles que lo convierte en uno de los hechos culturales más fascinantes de los últimos tiempos. Tanto aún más fascinante, cuando te das cuenta que lo que has presenciado, en cuestión de meses, es la génesis de un icono pop.

II

Un fenómeno como el del eccehomo de Borjas no hubiese sido posible en otra época más que en esta, con las redes sociales de 2012, con lo absurdamente fácil que resulta hoy en día tener acceso a una computadora, al internet. Hace 5 años, la intervención o “fallida restauración” de doña Cecilia, muy probablemente, estuviese bajo dos gruesas capas de pintura.

Si hubiese sido “un accidente” sobre una pintura famosa, hubiese ganado sus cuantos títulos en la sección cultural de importantes periódicos. Pero este no es el caso, este eccehomo era una obra de escaso valor económico, que ni siquiera estaba en el catalogo de obras del ayuntamiento de Borja. Hace 5 años apenas, lo que hubiese sido una anécdota intrascendente de un pueblo en España, no hubiese sido el “ecce mono”, y este artículo no existiría. Así de simple.

El secreto de la viralidad no existe, no importa lo que te diga “el especialista en redes sociales que tiene un posgrado en receta del éxito en internet”. Puedes diseñar algo que tenga ciertos elementos que te la puedan garantizar, y de hecho, tal vez lo logres, pero no hay manera de predecir, planear, una viralidad como la del eccehomo de Borja, y lo que es peor, después de sucedido, es imposible replicarlo, o “agarrarle la formula” para repetirlo. No es tan fácil como pintar algo sobre un cuadro.

Cómo el intento de restauración de una octogenaria, sobre el rostro de un cristo pintado sobre una pared de una iglesia víctima del salitre, en un pequeño pueblo de España pudo convertirse en trending topic en Twitter, grupos en facebook con más de 90. 000 seguidores, ser reseñado en los medios internacionales más importantes, siendo la tercera noticia más leída en la web de la BBC News. El tráiler que se montó en Youtube el 23 de agosto, una parodia del Codigo Da Vinci, Ecce Home Reloaded. The Movie, supera las 800.000 visitas. Franelas, vinos, decenas de versiones humorísticas de la restauración, homenajes en Barcelona, España, el eccehomo será uno de los disfraces más usados en Halloween este año en los Estados Unidos. Cecilia Giménez fue el Alpha Dog de la semana para Stephen Colbert y el eccehomo estuvo en el show de Conan O’Brien en TBS. Es posible incluso leer la historia en forma de manga publicado en Japón. Tiene página web, es parte de The Sim Social ‘Good intentions masterpiece’ y El Ayuntamiento de Borja ha decidido registrar la marca eccehomo «en todas sus variantes», para evitar que se haga un uso «indecoroso, indebido o grotesco» de la pintura mural.

Lo que comenzó siendo objeto de burlas, considerado una chapuza, pasó a ser perplejidad por el fenómeno en que se convirtió, terminó siendo considerado un hecho admirable, y el “eccemono” fue elevado a icono pop. En Change.org hay una petición dirigida al El Ayuntamiento de Borja para que mantenga la nueva versión del eccehomo, hasta el momento se han recogido 23.307 firmas. También ha mostrado su apoyo al eccehomo, el escritor Jesús Ferrero desde su Facebook, afirmando que Cecilia Giménez «se ha atrevido a consumar lo que Picasso nunca consumó: modificar un ‘clásico’ interviniendo directamente sobre la tela y convirtiendo una obra de arte en otra». El director de cine, Alex de la Iglesia, a través de su cuenta en Twitter dijo: «Es exactamente un ICONO de nuestra manera de ver el mundo. Significa mucho».

Al principio se estaba considerando tomar acciones legales contra Doña Cecilia, afirmación que se convirtió en un disparate, cuando las autoridades veían sorprendidos, no solo como la obra puso a Borja en el mapa, sino cuando comenzaron a llegar cientos de personas al pueblo para ver la pintura, tomarse fotos con el eccehomo, y cual Gioconda, tuvieron que colocar un cordón de seguridad y un guardia para proteger la pintura.

Aprovechando las inesperadas visitas, colocaron un recipiente para que los asistentes dejaran colaboraciones voluntarias. Pero al ver que la gente no le prestaba atención, decidieron cobrar un euro por la entrada al santuario y conocer al eccehomo de Borja. En menos de una semana se recaudaron 2.000 euros que serían destinados para la reparación de la iglesia. La historia da un giro sorprendente, cuando al enterarse del cobro de entrada, doña Cecilia Giménez reclama derechos de autor y recibir beneficio por ello.

Pero el informe pericial encargado por El Ayuntamiento de Borja acaba, injustamente, con esta posibilidad. La empresa zaragozana Albarium concluyó que el la pintura de doña Cecilia «Nunca ha sido una obra original» sino un «repinte mediocre». El futuro de la pintura y de esa mina de oro que es ahora el eccehomo de Borja es impredecible. El patronato de la Fundación Sancti Spíritus de Borja ha contratado a un abogado para sentarse a negociar con las partes, con doña Cecilia, y con los familiares de García Martínez, quienes quieren borrada la nueva versión.

Ahí lo tienen, una historia fascinante que cualquier escritor o cineasta con buen gusto quisiera tener entre sus obras completas. El eccehomo mide 60X40 centímetros. Y si lo ves en su contexto resulta aún más irresistible. ¿Alguien se podía imaginar algo así?

Y también está lo revelador que resulta imaginar la soledad que pudo disfrutar doña Cecilia para poder terminar su obra. Esto sólo se puede hacer en una iglesia desierta, ni siquiera el cura estuvo ahí para detener la restauración. Plena libertad, pincel, pintura, lo que sea pasaba por la cabeza de Cecilia Giménez mientras pintaba y las redes sociales hicieron posible que conociéramos esa maravilla conocida como el Ecce Mono.

Si esta pintura la hubiese hecho un niño o un ateo, ya pudiesen tener una clave de por qué resultó ser así. Pero no, quien la pintó fue una católica devota de 84 años, lo cual hace del eccehomo de borja, un acto de troleo absolutamente sublime.

III

Una de las razones que convirtió al eccehomo en un fenómeno cultural, es sin duda, que es puro y duro humor iconográfico, y un simple “antes/después” le permite ser entendido universalmente. Pero hay algo más, que muchas veces no es considerado, y es que el eccehomo de Cecilia Giménez es una obra brutalmente trasgresora.

Esto no lo hizo un pintor que quiso romper con el corsé de la academia, no fue pretendido para desafiar los cánones clásicos, ni para revolucionar la historia de la pintura. Tampoco es la obra de un rebelde que quiso desafiar a la iglesia católica, no es la acción de un ateo que burló la seguridad de un museo para pintar sobre una obra de arte famosa con motivos religiosos y hacer una declaración en contra de la teoría creacionista.

No, no, no, el eccehomo fue pintado por una católica devota de 84 años, una persona normal, sin más pretensión que restaurar el retrato de un cristo deteriorado por el salitre, y pintó sobre el icono religioso más conocido del mundo, un ser con aspecto de simio. Y además, lo hizo sobre una pintura ya hecha por otro, dentro de una iglesia en un pueblo remoto de España.

Cuando ha sido entrevistada, doña Cecilia no da grandes explicaciones. Dice que el cura sabía que ella estaba restaurando el retrato, que ella misma avisó a las autoridades lo que había hecho. Que ella ha pintado toda su vida, y que de hecho, hizo una exposición y vendió algunos cuadros. Que ella solo quería ayudar y que jamás lo hubiese hecho a escondidas. Y en un acto de genuina irreverencia, se atrevió a decir frente a una cámara de televisión, que el cuadro no está terminado.

Irreverente porque cayó en cama por un ataque de ansiedad que le causó la atención mediática. Porque quiere que vuelva la normalidad en su vida, no le interesa la fama, de verdad, en serio. En realidad, nunca sabremos qué estaba pensando doña Cecilia mientras pintaba, a menos que a ella le dé la gana de decirlo.

Con intención y sin ella, está señora logró moverle los copetes a los conservadores, matar de la envidia al artista que muere por partir en dos las historia con su irreverencia de cartón piedra, realizar una fantasía que aún no había sido concebida por el ateo más entusiasta, marcando un hito en la pintura religiosa que ha sido sacudida por un terremoto mediático, una blasfemia épica, con epicentro en Borja.

El primer inquisidor de doña Cecilia fue el Centro de Estudios Borgianos, en donde salió por primera vez la noticia el 7 de agosto de 2012. En post es hilarante, dadas las circunstancias, un autentico ataque epiléptico conservador que dice “de lo que no cabe la menor duda es que alguien deberá adoptar las medidas precisas para que no se repitan actuaciones como ésta que, al margen de sus motivaciones, deben ser contundentemente reprobadas.” Pero aparte de eso, ellos dieron con la mejor definición que he leído sobre este caso, el eccehomo de Borja es un “hecho inclasificable”.

Al mismo tiempo que se desarrollaba esta historia, también nos llegó la grata noticia de un español de 72 años, que se montó en una escalera y con spray, tachó las placas franquistas que todavía estaban incrustadas en la fachada de la iglesia de su pueblo, en Aspe, Alicante. La policía lo agarró in fraganti, ¡montado en una escalera! ¡Con un spray! ¡Tapando los rastros del fraquismo! “El policía me dijo que lo que estaba haciendo era ilegal y yo le dije que ilegal era dejarlo como estaba porque la ley de Memoria Histórica obliga a retirar todos los símbolos franquistas”, explica. José Gallego está ahora imputado por un delito contra el patrimonio histórico y cultural.”

Qué refrescante resultó este verano, este oasis informativo, donde dos señores, en la última etapa de sus vidas, sin grandes pretensiones, sin poses ni valiéndose de artificios grandilocuentes, logran, con su acciones, de una simpleza y profundidad conmovedoras, dar lecciones de verdadera rebeldía e irreverencia ante el poder, contra el sistema. Dos viejitos “que molan sin darse cuenta de toda su molancia” dando clase a tanto progre domesticado apoyando demagogos que destruyen su futuro, tanto artista intenso con modesto talentos, creyéndose los rompedores de la historia, tanto bombo y platillo, tanto espectáculo falto de humildad, que se quiere vender como nuevo y original.

Si tuviese un sombrero me lo quitaría o chapeau por eso.

Y que…

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