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Primeras Impresiones sobre «Er Conde Bond»


Saliendo de la función de «Er Conde Bond». Compartiré mis primeras impresiones sobre ella. Hay más presupuesto para derrochar en viajes y efectos especiales. Pero lo anterior no redunda en beneficio de mejorar el principal defecto de la producción: su guión.
El libreto es una serie de gags desarticulados y aislados entre sí, como un archipiélago donde la mayoría de las pequeñas islas y cayos se h
unden por la cantidad de estereotipos encargados de poblarlos.
Volvemos con la catarata de chistes sobre Chinos, Británicos, Rusos y Portugueses. También las mujeres son víctimas de la subestimación y no faltan las chabacanerías homofóbicas. Los personajes secundarios carecen de brillo y de consistencia. Solo aporta el cameo de Orlando Urdaneta y si acaso.
Al principio, te engancha el sistema de improvisición y despelote criollo. Después lo sientes como un modelo conformista y resignado para hacer reir a costa de lo mínimo y elemental.
Dudamos del futuro de la demagogia propuesta por Benjamín Rausseo. Alimenta una serie de ideas conservadoras, populistas y negativas en el público, como el machismo, la misoginia, la xenofobia y el culto a la personalidad, pues nadie merece opacar al héroe de la trama.
Incluye un comentario político, pero diluido y censurado. Aparecen Chávez y Capriles en un par de situaciones. Con la secuela, el protagonista vuelve a amenazar con lanzarle. Ojalá no lo haga por el bien del país. Suficiente daño le hace a la audiencia con la glorificación de su bozal de arepa.
Le reconocemos su derecho a trabajar y estrenar cintas como churros en la cartelera.
Le cuestionamos sus intenciones de fondo, siempre egocéntricas, estériles y condenadas a perecer en el olvido.
Continuamos en la fase de lo mal hecho en casa y a la manera de un youtube de escuela primaria, con pirotecnía de «action movie» para Iphone.
Tampoco refresca el panorama de la revisión del género. Es una parodia de James Bond, bastante floja y chirriante, pésimamente actuada y puesta en escena.
La dirección brilla por su ausencia.
Fija en la lista de lo peor del 2012.

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