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Rubber: La Victoria del Sin Sentido


La película rinde culto al sin sentido del lenguaje del cine desde la óptica de los géneros de explotación, condenados por la academia, bajo la misma línea de revisión de películas contemporáneas como “Hobo with a Shotgun” y los derivados posmodernos del proyecto “Grindhouse”, donde la sangre,el sudor y las vísceras del filón “gore” son reivindicadas por el filtro del “artie” contemporáneo e independiente. De su mezcla pueden surgir innumerables problemas y contradicciones a discutir.
No en balde, a “Rubber” la acusan de ser un vehículo instrumental de la generación “hipster” y de la ideología “gafapasta”, harto cínica, creída y autoconsciente de la genialidad de sus juegos de espejos audiovisuales, cuyas formas estilizadas esconden la superficialidad de contenidos estériles, a la manera de Tarantino amplificado por Spike Jonez,Michel Gondry, Sofia Coppola y Daft Punk con música de Justice.
Hijos todos del consumo melancólico e intelectual de la auténtica oferta “trash” y “underground”, producida en los márgenes del sistema de Hollywood como mecanismo de supervivencia, como el caso de las obras de Roger Corman, Russ Meyer, Hershell Gordon Lewis,David Cronenberg, David Lynch, el primer Spielberg y los chicos malos de la Troma, a la zaga de las aventuras del “Vengador Tóxico”. Principales referentes de “Rubber” y compañía, al hacer gala de su indigestión de citas y llamados a pie de página a lo largo de la escritura de sus ensayos intertextuales, aclamados por los especialistas y adorados por los espectadores iniciados. Tales ejercicios les suben la moral a cierto público alternativo, abandonado por el mercado. Algunas veces, le emoción parece justificada. En otros instantes, luce como una tripa vieja inflada por el aire del esnobismo mediático.
La tercera rueda en la carrocería de Quentin Dupieux, tiende a ensamblarse entre semejantes visiones encontradas. Muy a pesar de ellas, merece disfrutarse y discutirse en su contexto de provocación controlada, de bofetada replicante al rostro de la industria, de resistencia integrada, de propuesta rebelde concebida para dar vueltas alrededor de su propio eje.
De hecho, su orgulloso ombliguismo nihilista la hace girar en círculos durante buena parte de su metraje, después de quemar sus mejores cartuchos en el insólito acto de obertura, cuando un personaje habla directamente a cámara(tipo Conejo de la suerte sacado de la chistera de Godard), para explicarnos la ausencia de razón en el teatro del absurdo y el horror a presenciar y admirar a continuación. Una decisión perfectamente rebatible, si consideramos la redundancia de su esquema, al quitarle su dosis de ironía. Al fin y al cabo, es un monólogo impuesto para aplacar la incertidumbre de la audiencia. Verbigracia, por aquí lo compartimos:
“En la película de Steven Spielberg E.T., ¿por qué el extraterrestre es marrón? No hay razón. En Love Story, ¿por qué los dos protagonistas se enamoran perdidamente? No hay razón. En JFK, de Oliver Stone, ¿por qué el Presidente es asesinado de repente por un desconocido? No hay razón. En la excelente Masacre en Texas, de Tobe Hooper, ¿por qué nunca vemos a los personajes ir al baño, ni lavarse las manos, como la gente hace en la vida real? No hay razón. Peor, en El pianista, de Polanski, ¿cómo es que este tipo tiene que esconderse y vivir como un vagabundo… cuando toca tan bien el piano? Una vez más la respuesta es no hay razón. Podría seguir durante horas con más ejemplos. La lista no tiene fin. Probablemente nunca lo habían pensado, pero todas las grandes películas, sin excepción, contienen un importante elemento de “ninguna razón”. ¿Y saben por qué? Porque la vida misma… está llena de “ninguna razón”.
Por fortuna, la secuencia es inesperada y se sostiene con humor negro en la puesta en escena. Quizás es un recurso “facilista”, pero uno lo celebra como elemento funcional a la estrategia de distanciamiento y deconstrucción del realizador, quien además se encarga de componer la atmosférica banda sonora, pues trabaja como diyei.
En lo personal, tengo mis dudas con la viabilidad y la consistencia del segundo y el tercer acto. Aun así, les confieso, “Rubber” me dejó plenamente satisfecho del arranque al desenlace, anunciado el ataque inminente y la invasión de los mutantes a las faldas de la meca, guiados por los espíritus y fantasmas reencarnados del protagonista de la función: un demencial caucho con complejo de asesino en serie, enamorado de su chica del cuarto de al lado, aunque jamás redimido por su memorial de agravios y su expediente de “Scanner” con licencia para matar secundarios y personajes anodinos de la América profunda.
En resumen, la cinta es un agradecido híbrido de sabores y gustos disímiles, cocinado al fuego lento de sus fuentes de inspiración,de origen.
Rescatamos a los monstruos, al kistch, a los diálogos imposibles, a las muertes carentes de motivo, a los estallidos y a las reflexiones de la filosofía “zombie” de carretera perdida.
Después de todo, es difícil no identificarse con la tragicomedia épica y silente de un caucho romántico e iconoclasta, enfadado con medio mundo y empeñado en sembrar el terror del sin sentido, a su paso. Síntesis minimalista de las paradójicas corrientes subversivas y transgresoras del tercer milenio.
Sea como sea, “Rubber” llega a mi lista de favoritas del 2011, por responderle a los dogmatismos y a las exigencias de la mitología canónica, mientras busca encontrar una senda diferente, en el saqueo perverso y la remoción de los escombros del pasado. Aparte, su guión es, por ratos, gracioso, hilarante y cargado de polisemia.
Descubran sus múltiples lecturas.
Para mi es el fresco o el retrato goyesco de un planeta distópico de los simios, de ciencia ficción,no muy alejado del nuestro,donde nada sirve,empezando por el espectáculo de sombras y terminando por la policía.Tampoco hay esperanza en la condición humana. Los héroes son las especies inanimadas.
El no futuro de la aldea global.
PD:Luis Buñuel la aprobaría.
Por ninguna razón en especial.

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