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El gran dilema de la humanidad: sobrevivir en armonía o desaparecer como civilización.

Socialismo vs. Capitalismo, economía de estado contra economía de mercado, planificación vs mercado. Son algunos de los supuestos dilemas sobre los que nos quieren encauzar de forma avasallante, en Venezuela, partidarios tanto de una visión como de la otra. Así como la publicidad nos induce al consumo de un determinado producto, aunque sea de la peor calidad, de igual manera nos pretenden llevar a este juego de falsos dilemas que no conducen más que a un refrito con décadas de atraso, que pareciera pretender provocar a la polarización insepulta de la guerra fría.

Si estos fueran los grandes dilemas de la humanidad las soluciones fueran relativamente sencillas; con adoptar de forma militante uno u otro sistema bastaría. Pero ha resultado que la propia realidad nos ha venido diciendo que ni uno ni otro modelo son la alternativa ni la solución para las grandes y pequeñas necesidades del ser humano en nuestro planeta, que ambos fracasaron.

La caída del muro de Berlín y del bloque soviético, a través de grandes oleadas de rebelión popular en todos estos países, prácticamente sin ningún tipo de resistencia, develo de manera dramática, que todo lo que se nos había vendido como la redención del hombre simbolizado en los modos de vida de estos pueblos en nombre del socialismo, no era más que una farsa y un engaño.

Al caer el socialismo real, emergió victorioso el capitalismo neoliberal, ufano y rampante a proclamarse victorioso e imponer un pensamiento único universal llegando incluso a decretar, en la pluma de Francis Fukuyama, el fin de la historia. Con los Estados Unidos a la cabeza endosándose la gendarmería universal. Como los deseos no preñan la realidad disto mucho de los deseos. Cuáles fueron los resultados de la globalización neoliberal?, la consecuente super acumulación de los excedentes de capital en las grandes corporaciones multinacionales globalizadas de los países más desarrollados; el fracaso del consenso de Washington; el incremento de las necesidades de subsistencia de los pueblos más pobres de la tierra; la crisis financiera mundial con enormes repercusiones sociales, económicas y políticas en los grandes centros de poder, que han originado olas de protestas de los desempleados y de quienes han perdido sus viviendas en medio de la crisis; confirmándose lo que era un secreto a voces, que el modelo capitalista neoliberal globalizado tampoco ha resuelto los ingentes problemas de la humanidad.

Si ninguno de los dos modelos han demostrado su eficacia, para que seguir tranzado en ese falso debate?. Está planteado entonces redefinir la polémica hacia otros derroteros, donde nos deslastremos de dogmas ideológicos de siglos pretéritos, bien de los filósofos y pensadores liberales o de la visión estatizada del marxismo. La humanidad ha avanzado varios siglos desde que Adam Smith y Karl Marx presentaron al mundo sus tesis y propuestas. Evidentemente que lo que pudieron ser soluciones o alternativas, o visiones validas en aquellos tiempos, hoy, con todo el avance tecnológico y telemático que ha existido y que existe, probablemente ya no lo son. No se trata de negar el extraordinario aporte de estos grandes pensadores, simplemente que hay que ubicarlos en el contexto donde los hicieron. Nadie niega hoy, por ejemplo, el extraordinario peso que tuvo Aristóteles en el pensamiento de la Antigüedad. No obstante, unas cuantas de sus tesis, con el paso del tiempo se fueron confirmando como inciertas (Aristóteles “propuso el origen espontáneo de peces e insectos a partir del rocío, la humedad y el sudor. Explicó que se originaban gracias a una interacción de fuerzas capaces de dar vida a lo que no la tenía con la materia no viva. A esta fuerza la llamó entelequia” Fuente: Wikipedia). Esta creencia fue refutada siglos después con los experimentos científicos, particularmente los de Louis Pasteur). Significa esto que debamos negar la enorme trascendencia de Aristóteles en el pensamiento humano? De ninguna manera, pero el análisis de sus tesis tenemos que ubicarla en el contexto histórico en el cual se desarrollaron. No podemos, hoy, en medio de tanto avance cibernético y científico, pretender asumir como ciertas, sin la más mínima reflexión, verdades de hace dos mil años, cien, diez, e incluso, del día de ayer.

Hay distintas corrientes, hoy en día, que propugnan nuevos modelos, la experiencia china, vietnamita, sueca y de los países eslavos constituyen motivo de estudio en la búsqueda de propuestas diversas y variadas a la arcaica visión polarizada. Como conciliar lo bueno y lo malo que puedan tener el mercado y la planificación? Es posible un socialismo de mercado?. He allí el reto en el esfuerzo teórico. Encontrar una propuesta humana que rompa con los modelos dogmatizados y que nos conduzca a un mundo más justo, equitativo, sustentable y sostenible en el tiempo.

Mientras este debate nos entrampa, el mundo sigue avanzando, con uno u otro modelo o sin ninguno de ellos. Lo cierto es que sigue avanzando, y hoy la humanidad, más allá del modelo político-económico que proclame, afronta riesgo que ponen en peligro la existencia de la vida en el planeta. Hay temas en los que el mundo debe llegar a acuerdos, deben ser temas de debates de todos los seres humanos para obligar por la fuerza de las ideas a los gobiernos a llegar a consensos para salvar a la humanidad.

La polución y el cambio climático producto de las emisiones toxicas a la atmosfera y la destrucción progresivamente acelerada de la capa de ozono ha venido provocando el deshielo de los polos, el incremento de los desastres naturales, terremotos, inundaciones, Tsunamis, elevación del nivel de los mares, huracanes y tornados, erupciones volcánicas, la desertificación y el empobrecimiento de la tierra, con trágicos saldos en vidas humanas y en destrucción de bienes materiales. Sobran los ejemplos. Todos los países y todas las personas somos responsables de esto, unos más que otros, pero todos tenemos responsabilidad. Es una estupidez manipuladora afirmar que las emisiones toxicas “son culpa del capitalismo”. Se ha determinado que el 35% de las emisiones de CO2 provienen de los Estados Unidos y el 24% proviene de China. De manera que no se trata que un modelo politico-economico sea el culpable o no. Ya vemos que tanto el puntal del neoliberalismo como el puntal del comunismo en el mundo son los principales emisores de elementos tóxicos no degradables en el planeta. El problema no es el sistema político-económico que se asuma, el problema es que todos los países del mundo han manejado la misma concepción de desarrollo y de crecimiento económico con las nefastas consecuencias que hoy padecemos. La meta ha sido crecer y crecer bajo el criterio de producir en volúmenes inimaginables sin detenerse en el daño ambiental que eso acarrea. No importa cuánto combustible fósil se consuma, no importa cuánto se contamine y se degrade el ambiente, no importa cuántos ríos se sequen, o cuantos bosques se destruyen, lo importante es producir en grandes cantidades e inundar los nuevos mercados de productos. Aumentar el PIB a costa de lo que sea, incluso de acabar con la vida humana en la tierra. Y todo esto se ha hecho en nombre de la economía de mercado o en nombre de la revolución socialista.

El mundo tiene que acordar poner freno a las emisiones toxicas, debemos propugnar un modelo de desarrollo sustentable y en armonía con la naturaleza. Lo pueblos del mundo deben obligar a sus gobiernos a cambiar sus modelos de desarrollo. De qué sirve tener grandes niveles de crecimiento económico si lo que dejamos como herencia a nuestros nietos es la devastación del planeta.

Una vez probada su terrible eficacia en la aniquilación de centenares de miles de vidas humana en Hiroshima y Nagasaki, la energía nuclear usada para la guerra, con su enorme poder destructivo, se convirtió en punto de riesgo para la existencia no solo de todo rasgo de vida animal sino de la existencia misma del planeta. Son más de 7.500 ojivas nucleares que existen hoy día, de las cuales 2.500 están en estado de alerta para ser activadas por un solo hombre en un lapso de 15 minutos, suficientes para hacer estallar en pedazos, varias veces, todo el planeta. (Fuente: Robert Macnamara, ex Secretario de Estado de Estados Unidos durante siete años, en los gobierno de John FitzGerald Kennedy y de Lyndon Johnson. Véase el documental Nieblas de guerra, en entrevista a Macnamara).

Los países triunfadores de la 2da guerra mundial (Estados unidos, Inglaterra, Rusia, Francia) más China, los cuales no por casualidad forman parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se apropiaron del derecho a dotarse con armamento nuclear. A estos países se les unió luego Pakistán, India, Israel y Corea del Norte, los tres primeros al no firmar el tratado de no proliferación de armas nucleares en el año 1968, y Corea del Norte, al renunciar al tratado en el año 2003. En el planeta existen más de 192 Estados reconocidos como tales e integrantes de la ONU. De estos, los nueve señalados tienen en sus manos la posibilidad inmediata de acabar con la vida en la tierra.

Aparte de las bombas lanzadas contra el Japón en la segunda guerra mundial, han existidos cantidad de accidentes en plantas y reactores nucleares como para recordar el peligro latente. Países como Inglaterra, España, Argentina, Estados Unidos, Canadá, Chernóbil en Rusia y recientemente Japón, son pruebas irrefutables de lo que se afirma. Es un imperativo para la supervivencia humana el desarme total de todo tipo de armamento radiactivo. Ningún país del mundo, por muy victorioso que haya resultado en guerras de hace 60 años puede abrogarse el derecho a tener armamento atómico por su exclusivo deseo de mantener la supremacía militar sobre los otros. Al final no existirán vencedores ni vencidos, todos estaremos muertos. Constituye un riesgo demasiado alto y un costo demasiado caro el que pagaría la humanidad por esta insensatez de los países poderosos. Por ello, por la supervivencia de la raza humana, los pueblos del mundo deben exigir el desarme total y absoluto de todo tipo de armamento nuclear. Que si a alguien se le ocurre jugar a la guerra que tengamos la certeza de que por lo menos el planeta seguirá existiendo

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