panfletonegro

Diario desde Gochywood #5

Afortunadamente, la cordura se impuso a la hora de la premiación. Fue un palmarés justo. El Rumor de las Piedras tenía que llevarse mejor película, mejor actriz, mejor guión y mejor actor de reparto, aunque confieso que me sorprendió este último premio, porque creo que el niño Christian González es más protagonista que actor de reparto. Igualmente, era de esperarse el premio a Risquez como director, a Schiamanna como actor y a Sheila Manterola como actriz de reparto. El público premió a Reverón, mientras que Samuel fue la mejor ópera prima (francamente, esta categoría pudo quedar desierta). No se impuso la corrección política, se premió a quién se tenía que premiar. Lo peor hubiese sido repartir los premios entre propuestas débiles y fallidas, sólo por quedar bien con todos.

Pra ver el palmarés completo, vayan a la página oficial del festival: http://www.fundearc.org/content/index.php

El balance general de la competencia oficial no es bueno. El cine nacional, contrario a lo que se pretende aparentar, no goza de buena salud. De once películas en competencia, apenas unas cuatro logran ser regulares y sólo dos merecieron comentarios elogiosos y aplausos honestos. De esas once, unas siete son pésimas, de muy poca calidad, tanto a nivel técnico como a nivel de contenido.

Los casos de Iyawo, la justicia de Olofi y Días de Poder son infames; películas terribles, impresentables hasta para el más complaciente de los espectadores. Celebro ver en franca recuperación a Carlos Malavé, o comprobar que Alejandro Bellame se está convirtiendo en uno de nuestros más sólidos realizadores. Pero el balance es malo.

El cine nacional sigue siendo afectado y formal, sigue dependiendo de la estética televisiva y de la ideología del estado financista. Sigue privando la mojigatería, los argumentos planos, la falta de riesgo y la mediocridad. Incluso, el avance técnico que había dado nuestra cinematografía en departamentos como el sonido y la fotografía, parece haber quedado atrás en la concepción de algunos cineastas: películas como Días de Poder, Iyawo, la justicia de Olofi, Las Caras del Diablo, y Una Mirada al Mar, son películas técnicamente muy pobres y deficientes.

La Villa del Cine insiste en sus historias escapistas, pretendidamente autorales y neorrealistas, que hacen agua por su impostura y su acartonamiento. Así como existe el ánimo de la gente de la EMA para cerrarle el camino a las propuestas alternativas y arriesgadas, también ocurre con La Villa, privilegiando bodrios como Una Mirada al Mar en detrimento de cualquier propuesta disonante.

No hay mucho más que agregar. Espero que hayan disfrutado de mis crónicas y que estas hayan servido para dejar constancia del estado de nuestra cinematografía.

También, haciéndole honor a la verdad, así como por aquí escribí sobre los problemas de la organización, me gustaría reconocer a Ninoska Dávila, de quién siempre tuve un trato amable y respetuoso. igualmente a Greisy Mena. El festival me permitió conocer en persona a gente como Jonathan Pellicer, Hernán Jabes, Thaelman Urgelles y Andrea Ríos, con quienes sostuve encuentro respetuosos y enriquecedores.

Igualmente, me gustaría agradecer a Noelia Depaoli, mi compañera de viaje y mejor amiga. Así como a otro par de amigas con quienes nos encontramos por allá, cuyos nombres quedan en el anonimato a petición de ellas mismas. A los amigos de la ULa que me permitieron entregarles la crónica de ayer, sobre el cine soporífero del páramo.

Ir al Festival de Cine Venezolano Mérida 2011, no sólo fue negativo por los problemas de organización descritos en mi entrega de ayer, sino también porque me permitió comprobar que nuestro cine está estancado y se niega a evolucionar.

Yo no me uno a los cantos de optimismo, ni a quienes hablan del «gran éxito» del festival, por el contrario, si pudiera cerrar estas notas con algo, es con un llamado de atención sobre nuestro cine. ¿Vamos a seguir los esquemas agotados y repetidos o vamos a evolucionar y dignificar nuestra industria? La respuesta a esa pregunta está en las manos de los involucrados. Espero que no lo evadan y asuman el reto de construir una cinematografía realmente digna de ser celebrada.

Salir de la versión móvil