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EL RITO: PORQUE AL VATICANO SÓLO LE CABE SER PANFLETARIO

Sin la cara y el histrionismo de Hopkins El Rito hubiese sido mala también en taquilla

Una película no existe en el vacío. Debe ser entendida como parte de una línea temporal – la de la historia del cine – tanto como de cuadro que la incluye en el tiempo presente – los acontecimientos paralelos a la proyección de la película. Cuando usamos esta aproximación que vincula una película a sus contextos, lo que hacemos es abrir el texto cinematográfico sobre los ejes mencionados, para captar nuevas dimensiones que pasan desapercibidas a primera vista. Análisis del discurso, que le llaman.

Al aplicar este procedimiento a El Rito, resulta muy interesante constatar que no es solo mala como película sino cliché dentro del género y, por encima de todo, odiosa en sus mensajes cristianos. Expondré cada una de estas ideas a continuación.

1. Dale a las masas lo que las masas merecen

Incluso como “solo una película”, El Rito es, simplemente, patética. En términos de la historia, se supone que Anthony Hopkins es un carácter secundario. Sin embargo, en su rol como el absurdo padre Lucas, opaca de manera continua a Michael, el joven que entra al seminario porque no tiene nada mejor que hacer con su vida y que, se supone, es el protagonista. Al final, todo el espacio dado a los gritos, lágrimas y manierismos de Hopkins trabaja en contra de Colin O’Donoghue, quien probablemente será recordado únicamente por sus dulces ojos.

En este sentido, es obvio que la película está hecha para generar taquilla, usando a Hopkins y su fama como gancho para las masas desprevenidas. Los personajes son estereotipos que carecen de profundidad humana (pese a los conflictos que tienen), e incluso Roma es retratada como un cliché; la ciudad caótica donde religiosos secos y sin vida tratan de salvar el plan de dios (más que a los humanos de carne y hueso).

2. Ya no hay exorcismos después de El Exorcista

Es difícil imaginar algo distinto a la posesión de Linda Blair (bueno, al menos para los creadores de El Rito). Ciertamente El Exorcista (1973) sentó un precedente para el género. Sin embargo, ¡eso fue hace 40 años! Desde entonces la sociedad está más consciente de muchas otras cosas que han cambiado nuestra visión de la religión. Conocemos la Psicología Humanística, el Análisis Junguiano, el Budismo… Además la gente practica yoga, chamanismo y cualquier cantidad de terapias complementarias.

De acuerdo a los defensores de la Nueva Era, nuestra consciencia ha evolucionado. Desde una perspectiva sociológica, decimos que nuestra sensibilidad espiritual ha cambiado. Ahora vivimos en una compleja sociedad con una cultura globalizada. ¿Por qué entonces retratar el exorcismo sólo a la manera católica? Es difícil pensar que los entes espirituales son demonios cristianos, cuando la mayoría del mundo se piensa a sí misma desde otras coordenadas. Además, ver una historia completamente católica, como si las personas no tuviesen una relación compleja con el cristianismo, sólo hace ver a los cristianos mucho más raros y desfasados del mundo (sin mencionar que dentro de la iglesia hay muchos matices que la película omite).

3. Abusamos de la gente, pero la salvamos del demonio

Así las cosas, ahora si estamos listos para entender lo más patético de la película. No sólo sobreexponen a Hopkins – “ganador del Oscar de la academia” –, sino que nos machacan que la película está “inspirada en eventos reales”. La manera en la que esta línea aparece en afiches y en la película la hace lucir como una advertencia, un recordatorio de por qué la iglesia católica sigue metiéndose en nuestras vidas.

Gary Thomas, uno de los 14 exorcistas católicos en EUA

Sí, es cierto que existe Gary Thomas, el sacerdote que fue enviado al Vaticano a estudiar exorcismo y que hizo las veces de «experto» para la película. También existe el libro documentando cómo se formó este sacerdote  (El Rito: la creación de un exorcista moderno, por Matt Baglio). Incluso existe el entrenamiento que dura una semana y cuesta 250 euros. Claro, también existe todo el escándalo alrededor del Vaticano por el abuso sexual, por la falta de escrúpulos de algunos sacerdotes, la misoginia, la homofobia y pare de contar. Todo esto tiene un peso muy importante al analizar la película. Resulta ridículo retratar al Vaticano fuera de su contexto real, pues bastante que lo ha impactado.

Aún estoy tratando de imaginar cuál es la intención de los creadores, porque es ingenuo pensar que es un documental  (que no lo es) o que pretende, simplemente, entretener o recrear. ¿Acaso debemos tener miedo del diablo? No será por la película, precisamente. De hecho, cuando la vi la audiencia salió riendo de la sala (conmigo incluido, por supuesto). Por otra parte ¿debemos estar agradecidos porque los sacerdotes son tan opresivos con los entes espirituales como lo son con el prójimo? (“Haz lo que digo, porque lo digo en el nombre de dios”. Sí, claro). Precisamente como el tema me interesa, he hablado con otros expertos, fuera del círculo cristiano. Sus procedimientos son mucho más gentiles, usando por ejemplo un péndulo y  mandando a los espíritus hacia la luz (y no, no necesitan conocer un nombre que, casualmente, es de algún angel caído según el mito cristiano).

Por cierto, si creen que ando demasiado metafísico, déjenme aclarar el punto. He hablado con expertos en «liberación de entes espirituales», pero también con psicólogos, hipnotistas y profesionales de la Programación Neurolingüística (PNL), quienes no creen en otro plano, sino en metáforas que usan las personas y, en particular, en trastornos disociativos, los que consisten en que una parte de la mente de independiza y toma la forma de una entidad externa («como un» espíritu). Curiosamente, la falta de información psicológica correcta respecto a las posesiones espirituales es la marca de ésta y otras películas, que sólo atinan a decir locura, psicosis, esquizofrenia o algun otro término impreciso.

En fín, El Rito viene en muy mal momento para la iglesia católica. La película nos confirma todas nuestras preconcepciones negativas sobre los cristianos y los sacerdotes del Vaticano; nos da razones para entender por qué está en crisis y elimina cualquier posibilidad de empatía hacia esa institución agonizante. Si quieren ver El Rito, mejor alquilen de nuevo El Exorcista.

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