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I Feria del Libro de Baruta:¿Es un Cementerio o un Cadáver Exquisito?


Venimos de regreso de la Feria del Libro de Baruta,donde lo mejor fue, sin duda, la oportunidad de caminar en la calle entre gente amigable de diferentes estratos y condiciones sociales.Es decir,no era el clásico encuentro de damas de alcurnia y señores encopetados de la clase media en positivo y negativo.
Había de todo:niños,abuelos,coleados,entendidos,autores,lectores,yuppies,periodistas, especuladores de oficio,abanicadores,ladronzuelos,policías,chicos del este y del oeste.
La ciudad con sus contradicciones y diversidades de costumbre, más allá de la notoria ausencia de los defensores de la cultura oficial del proceso. Hoy en día, la polarización nos sigue marcando la agenda.
Lo peor:un afiche de Gerardo Blyde instalado en un edificio contiguo al centro del evento.Propagandas así, del Gran Hermano, carecen de sentido, vengan de donde vengan, a la izquierda y la derecha. Ya basta del culto a la personalidad en la política nacional. Suficiente con el ego del Comediante en Jefe.
Lo desigual: la oferta y los precios. Por supuesto, Cadivi tiene mucho de responsabilidad en ambos asuntos. De ahí la escasez de novedades importadas.Pero aun así, resulta injustificado el pago, por ejemplo, de 500 bolívares fuertes por una copia de la autobiografía de mi querido Thomas Bernhard, publicada por el sello Anagrama. Me quedé frío con las ganas de comprarlo, como la niñita del Jamón Plumrose. Será para el próximo viaje. O se lo pediré al niño Jesús con el refuerzo monetario de San Nicolás y los reyes magos.
Otro detalle problemático a resolver: la persistencia de editoriales hegemónicas empeñadas en vendernos sus refritos como los últimos gritos de la moda. Verbigracia, el eterno idilio de Mondadori con Suniaga, quien vuelve con título debajo del brazo.
Junto a él, el viejo sistema regresa a la palestra en defensa de lo suyo, negado a morir y cerrado al menor cambio.Les cuesta salir de la burbuja y abrir el espectro para los talentos emergentes, como no sean los de los jóvenes reaccionarios y conservadores convertidos en autores de culto por la venia de un mercado complaciente.
De tal modo, la clásica rosca literaria se encargó de moderar el encuentro, en beneficio de su club de panas y conocidos. Algunos merecen estar ahí.
La mayoría pulula de Bienal en Bienal, de Feria en Feria, hablando de las mismas cursilerías y presentando las mismas ridiculeces.
Póngase las pilas, porque ya dan sueño con sus nostalgias y sus remembrazas de una modernidad idealizada en crisis, insostenible y superada. ¿Hasta cuándo con el homenaje a tal y a cuál señor de las letras?
Por tal motivo, la Feria del Libro de Baruta me terminó por oler a papel mojado, a periódico de ayer. Bien por fungir de necesario aliciente para impulsar y subirle la autoestima al deprimido sector. Mal, muy mal por erigirse ahora en una suerte de franquicia degradada, al estilo de los recurrentes y replicantes mercaditos de diseño. De hecho, no había gran diferencia con lo visto hace poco en Chacao. Eran los mismos libros y los mismos tarantines(cundidos de best seller ominosos y bodrios new age rematados al por mayor).
Retorné a casa con las manos vacías y la conciencia de haber presenciado el montaje de un remake fallido, cuyos argumentos lejos de tranquilizarnos y contentarnos, nos acaban por inquietar.
Preocupa el presente y el futuro de la industria del libro en Venezuela.
Vivimos aislados de la actualidad mundial en el rubro, como en Cuba.
En consecuencia,para mí, sobra el ánimo de celebración y de fiesta. En realidad, asistimos a un velorio, a una muerte lenta.
Lástima por quienes prefieren hacerse la vista y no darse cuenta por demagogia.
Paz a los restos del cadáver exquisito.
Mientras tanto, las viudas ríen, por hipocresía, para no llorar.

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