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Los Guardianes de Chávez:no es parte del remedio sino de la enfermedad


Si antes celebramos «FANtasmo» y condenamos «Al Sur de la Frontera», ahora procedemos a criticar a «Los Guardianes de Chávez»,un reportaje español carente del más mínimo rigor y aun así, amado y odiado a partes iguales por casi las mismas razones, después de su transmisión por CNN.

Acto seguido tuvieron lugar dos debates de sordos por televisión, a cual menos productivo, inteligente y abierto, entre los irrefutables directores del documental y los incuestionables representantes del gobierno.Ambos grupos emparentados,aunque ellos no lo crean, por su incapacidad de reconocer la opinión del otro y aceptar la diversidad en el pensamiento.Puro determinismo.

Si la película pretende estudiar la polarización para superarla, únicamente consigue y logra perpetuarla como discurso político en Venezuela, al reafirmar una serie de lugares comunes del periodismo de denuncia, supuestamente moderno, comprometido, progresista o de avanzada.

Cinco serían los peores defectos del trabajo: su visión maniquea del conflicto, su aparente irreverencia frente al poder cuando en realidad el film consolida el culto a la personalidad y coquetea con ideas conservadoras, su anquilosado enfoque neoloconial y etnocéntrico, su completa falta de profundidad e investigación en el manejo de datos y su forma de manipular a la puesta en escena a través de una exagerada carga de melodramatismo, rayano en el ridículo y la sobreactuación de programas desfasados como «Archivo Criminal», cuyos pobres contenidos hacen de Michael Moore un realizador sutil.

De hecho, los conductores del espacio buscan imitar el modelo narcisista y escandaloso del rollizo director de «F-9/11», pero apenas si pueden remedar sus contradictorios argumentos formales y conceptuales, desde una óptica superflua de antropólogo inocente, dispuesto a corroborar una tesis a cualquier precio,a costa del equilibrio, el sosiego y hasta la verdad.

Tanto esfuerzo por desnudar «A Los Guardianes de Chávez» se desploma a las primeras de cambio, al volver a repetir imágenes, titulares y noticias de periódico de ayer. En efecto, no hay nada nuevo bajo el sol del cacareado proyecto audiovisual.
Por enésima vez, regresamos a 23 de Enero a escuchar las aburridas anécdotas de los colectivos de la zona, como «testimonios de la omnipresencia de una revolución armada», asociada a grupos irregulares y terroristas, de la talla del movimiento separatista Vasco(ETA), la resistencia Palestina y pare usted de contar.
Incluso, se sugieren afinidades con Al Quaeda, por el encuentro fortuito de una evidencia irrebatible: una franela con la cara de Bin Laden, única en su estilo. Así es imposible tomarse en serio la labor del colega, mientras quiere exponer también murales y estatuas de Marulanda como pruebas del delito. Es decir,una absoluta impostura.
Acusaciones tan serias merecen ser confirmadas y corroboradas al pelo, para evitar confusiones. En lugar de ello, el reportaje se conforma con tocar la punta del iceberg y extraer conclusiones temerarias, sobre la base de informaciones y asuntos banales.
Es como irse a Barcelona con una cámara y grabar las manifestaciones de los movimientos profranquistas en el cerro de Montjuic, para tachar a toda la sociedad española de derechista, reaccionaria y fascista, amén de las cientos de estatuas dedicadas a Colón y personajes de similar origen.
En el país Vasco, tampoco alcanzarían dos horas para registrar entrevistas con partidos clandestinos y proscritos del juego democrático,sindicados de cometer asesinatos, robos y masacres en pos de sus siniestros objetivos.
Verbigracia, para contener el problema y encontrarle una respuesta en el cine, Juilio Meden realizó un documental memorable sobre el tema,»La Pelota Vasca», muy por encima del resultado tramposo, superficial e hipócrita de «Los Guardianes de Chávez».
Con todo, su lanzamiento es positivo porque mueve a la discusión y permite darle visibilidad a un tópico censurado por la agenda oficial: el peligroso incremento de la violencia en la Quinta República. Un fenómeno preocupante y sintomático de las fallas estructurales del sistema.
Por ende, se le tiende a silenciar en las altas esferas, a frivolizar, a utilizar como esquema morboso de propaganda para ganar votos, a sacar de contexto y a naturalizar a la luz del sensacionalismo mediático, como el pan nuestro de cada día.

Por tanto, es fundamental desligarlo del escenario polarizado de tirios y troyanos, para conseguirle remedio. De lo contrario, seguiremos atascados en el dilema estéril de Globovisión versus VTV.

En suma, no se trata de reír falsamente como Andrés Izarra, para intentar minimizar el horror de 140 muertos por semana(300 según los datos aportados por «Lenguaeniple»). Pero menos de cruzarnos de brazos y esperar por la llegada del próximo héroe mesiánico, salvador de la patria o llanero solitario encargado de encerrar a los malos, para velar por nuestra seguridad.
En fin, es un asunto complejo.Todo lo inverso a «Los Guardianes de Chávez», un reducto y un resumen de la crisis de credibilidad del ejercicio de la comunicación social.

De ahí el vínculo, involuntario, con la fallida «Where in the World Is Osama Bin Laden?», lleno de palabrería hueca y redundante incapaz de esconder el fracaso de la operación.
Mutatis mutandis,»Los Guardianes de Chávez» incurre en un error análogo al arribar a la frontera con Colombia para regodearse en el vacío, la esterilidad, la especulación, la verborrea y el afán de protagonismo, de cara a la ausencia de huellas concretas y contundentes de la guerrilla.Se mueren de hambre como detectives en Guasdualito.

Atrás queda el caso de Watergate. La moda es viajar, correr,echar un vistazo,sentenciar lapidariamente, tomar el dinero y huir por la derecha.Olvídate del empeño de Flaherty en «Nanook». Aquí es sencillo, rápido y fácil, cual reportaje «prêt-à-porter» satirizado por la obra maestra, «REC». Lástimosamente, acá extrañamos la autoconciencia, la distancia y la ironía con respecto al género.
Sólo restan los escombros de un oficio degradado y oportunista de vampiros y chacales de la primicia.
Son los Paparazzi de la pornomiseria del tercer mundo. Son los descendientes posmodernos de los infames directores de la serie «Canibal Holocausto».Su negocio es el tráfico de la mercancía amarillista.
Nuestra misión: refutarlos con sentido humanista, como George Romero en «El Diario de los Muertos», según el cual, los zombies nos acosan delante y detrás del lente.

¿Ustedes qué piensan?

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