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Aerosmith CCS 2010:Estacionados entre el Poliedro,Las Vegas,Hollywood,Guitar Hero y Disneylandia


Llegamos tarde, a las ocho, pero salimos de primero,como a las doce.Con el tiempo,uno ya le va cogiendo la caída y la maña a los conciertos del Poliedro y la Rinconada,pésimamente organizados por Solid Show.El fanático se prepara para la contingencia, y al final, lleva con resignación la peor parte del castigo.Al respecto,les recomendamos leer la reseña del colega «Pec» en la revista panfletonegro.com, donde describe, con pelos y señales,las penurias sufridas por él al padecer el concierto desde la sección general.

Nosotros, por fortuna, pudimos pasar a una de las zonas VIP,gracias a nuestros carnets de prensa,después de sortear no menos de tres aduanas y puestos de vigilancia,a la forma de cierto país sitiado y acordonado del medio oriente,cuya sola mención despierta gritos de indignación y llamados a la censura.Póngale ustedes el nombre porque, en realidad, hay tres casos para escoger en el mismo territorio.
De cualquier modo,los conciertos en Venezuela siguen siendo una afrenta a la condición humana,y un irrespeto a la autoestima del consumidor.
No en balde, nos sentimos en una suerte de «apartheid» cultural, donde resurgen desfasadas clasificaciones binarias,dicotómicas y maniqueas,para distribuir al público según su capacidad de compra.
Así,los de atrás pagarán caro por su insolvencia económica,al obtener a cambio de su dinero, un sonido y una visual de proyección televisiva al aire libre.Mejor quedarse en la casa y verlo en pantalla plana.
Mientras tanto,los de adelante disfrutarán de sus privilegios anacrónicos, como una pequeña élite de república bananera,negada a morir y conformada por patiquines de ciudad,esnobistas,recién llegados,nuevos ricos,boliburgueses,modernillos y famosos de la caja boba.Todos gozando por igual en un cambalache de banalidad,materialismo histérico,frivolidad y aires de superioridad moral.El contexto los engaña y ellos se dejan embaucar felizmente,entre rejas, policías armados hasta los dientes y sistemas antimotín, como si la democracia fuese una extensión del mercado, y sólo debería funcionar para unos en detrimento de otros.Los de afuera recibirán palo y agua por el simple delito de pasar por ahí o querer compartir la velada,de gratis. Los de adentro callaremos y nos morderemos la lengua,con un alto grado de autocensura,complejo de culpa, insensibilidad y egocentrismo individualista.Los más idiotas pensarán en voz alta: las reglas son así, yo merezco entrar,y los demás me importan un bledo. De tal manera,insisto, vamos perdiendo calidad de vida y sentido de solidaridad. En consecuencia, la idea de hacer un evento de masas, para integrar en vez de disociar,se desvanece y se diluye al calor de las condiciones del entorno hostil.

En cuanto al toque de la banda de los antaños del estadio de Boston,pudimos experimentar una gama de emociones encontradas, del éxtasis al deja vu.Pero nunca, nunca jamás superó nuestras expectativas.En principio, porque la espera de casi un año para verlos,no fue retribuida con la promesa del cantante de la banda,Steve Tyler,de ofrecer un show de tres horas de duración.Si acaso,llegaron a las dos horas, con falsas retiradas, descansos y demás.Vayan sacando la cuenta.
Por ende, los chicos malos nos volvieron a hacer trampa con el reloj. Al principio,abrieron con energía y fuelle.
Poco a poco, se empezaron a desinflar como globos y muñecos de goma,al extremo de culminar con un cierre de puro trámite, sin orgullo, pasión y gloria.De lo más frío, calculador,burocrático,mecánico y replicante de la temporada.
Remataron por lo bajo y apresuradamente, como si los estuvieran aguardando con las maletas en Maiquetía,para subir al avión y marcharse del país.
Por decir algo,su epílogo no rebasó el límite de las amables despedidas de Metallica y Megadeth.El vocalista terminó su última canción y se largo con unas escuetas palabras de Terminator. Casi dijo:»Hasta la Vista Baby» o «I’ll be back».

De lo destacable y sobresaliente, rescatamos el jamming de blues del intermedio de la función, encabezado por la guitarra de Perry,la armónica del cantante,y la batería de Krammer,a pesar de los achaques propios de su edad.Imposible compararlo con los increíbles solos de Mike Portnoy para Dream Theater en su reciente presentación del CCT.

Del repertorio clásico y del set list,celebramos la ejecución al pelo de los hits de la formación, con un líder derrochando físico,buena vibra y sentido del humor con el micrófono. Sin embargo, las cuerdas vocales no lo acompañaron del todo, durante el desarrollo de la jornada. Para muchos, el impacto del arranque, lo afecto. Para los críticos, sembró dudas de cara a su futuro en el tour.Para la audiencia,sonó ronco y medio desafinado.

De resto, lo de siempre. Aerosmith no sale de su estado de confort y de su programa cronometrado en laboratorio,al conformarse con repetir su dosis de costumbre y brindar la ilusión de la persistencia de su legado, a sus hinchas de la nostalgia,también bloqueados ante la exigencia de crecer y tomar un rumbo diferente.

Por tanto, la locación del Poliedro representa una metáfora acertada para el instante y el momento de la banda en la actualidad. De hecho, lucen estacionados, con su escudería de lujo,en el puesto número uno de un aparcamiento de automóviles usados y remodelados para la ocasión, a base de cirugías,retoques de pintura y cambios de aceite a lo «Enchúlame la Máquina».

Huelen a pasado, nos remiten a un imaginario desplazado y nos impiden evolucionar,quemar etapas y madurar.

Ellos mismos son el ejemplo de las contradicciones de vivir de las rentas del ayer, de las herencias cosechadas en los ochenta y noventa, y de los problemas de cargar con un fardo tan pesado en sus espaldas.

En conclusión, Aerosmith vino a Venezuela a demostrar por qué son considerados y explotados como una atracción de un parque temático de Disney,entre rosa,conservadora,ligera e inofensiva. Algo así como una exposición de figuras de cera, como un paseo por una sede del Hard Rock Café, como un recorrido por un «Lost World» de dinosaurios y especies jurásicas en extinción.

Es el pop en su mayor nivel de procesamiento,edulcoramiento y decantación,al gusto de las baladas sensibleras de Hollywood.Música suavecita y cursilona para dedicarle al novio o a la novia en el día de los enamorados.La perfecta banda sonora de una película cotufera como «Armagedón».La integración y el empaquetamiento de la contracultura, con objetivos netamente comerciales. Después de Kiss,Aerosmith nos visita con otro espectáculo mainstream al estilo de Las Vegas o a la usanza de un holograma virtual de Guitar Hero.

En resumen, todo un Casino con las cartas y los dados cargados(de azúcar y melcocha).
Si los meses pasados serán recordados por reunir a lo mejor del trash en Venezuela,los subsiguientes definirán una tendencia regresiva hacia la apología y la exaltación de la dieta «sugar free» como fórmula de plastificación y cosificación colectiva.
A nosotros nos quedará la tarea de apostar por caminos alternativos y distintos en el ámbito del metal y los géneros eclécticos en boga.

Aguante, aguante la movida indie!!!

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