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La Isla Siniestra: Scorsese juega con fuego y se quema

Fuimos a verla sin ninguna esperanza,casi para darle el beneficio de la duda a Mister Scorsese, quien no es cualquier hijo de vecino y cuyo prontuario lo acredita como uno de los últimos genios vivientes de su generación de los setenta, en conjunto con Eastwood, Spielberg, Carpenter, Coppola y Friedklin.

No todas las semanas se estrena una película dirigida por el realizador de “Toro Salvaje”.

Antes de visualizarla, leímos dos buenas críticas sobre la cinta y atendimos a las opiniones de un par de colegas de ruta cinéfila.

En el primer apartado, destacamos la interpretación de Pablo Gamba, por defender el largometraje como un ejercicio de cinefilia extrema, plenamente conciente de sus limitaciones y simplificaciones, al borde del ridículo y la parodia contra el género de terror, pero no a la forma pop de Wes Craven en “Scream”, sino del viejo Stanley Kubrick en la incomprendida e infravalorada, “El Resplandor”.

En el mismo sentido, el argentino Javier Porta Fouz celebró la condición manierista de la obra, a pesar de sus defectos, excesos y alargues retóricos de melodrama kistch.

En ambos casos, se leían entre líneas, los sentimientos encontrados de los entendidos, frente al nuevo material del creador de “After Hours”.

Para resumir, el consenso alrededor de “Isla Siniestra” no es ecuménico y despierta divisiones irreconciliables, entre quienes la abominan de plano y quienes la rescatamos como un trabajo menor del cineasta, aunque coherente con su carrera de altibajos. 

Era previsible la decepción o el rechazo del público, porque su lanzamiento fue postergado y archivado, para no perjudicar su rendimiento comercial.

A propósito, se llegó a especular en la posibilidad de sacar directamente la pieza al mercado del video, tal como le ocurrió a su guionista, Paul Scharder, con la precuela de “El Exorcista”, titulada “Dominion”, engavetada por la Warner y posteriormente explotada en el antiguo monopolio de la cadena Blockbuster, hoy de capa caída y herido de muerte por la hegemonía mundial de la piratería.

Por ende, la decisión de proyectarla en salas, a destiempo, resultó siendo afortunada y acertada, de cara a los numeritos obtenidos en la taquilla, durante su primera semana de comercialización.

En paralelo, mis amigos también la amaron y la odiaron a partes iguales. Para proteger sus identidades, no revelaré sus nombres.

Así las cosas, uno de ellos la declaró una “perdida total”, “un desastre insalvable”, colmado de clichés bajo la coartada del homenaje al mago del suspenso. Según él, la película vendría a ser una muy mala copia de un thriller de Alfred Hitchcock. Una especie de experimento fallido de revival a lo Brian de Palma en “La Dalia Negra”. Un esfuerzo en vano por remozar los escombros del film noir, desde la época expresionista hasta su derivación posmoderna en Hollywood.

En contraste, mi segundo referente, una acuciosa investigadora en la materia, me la recomendó con los ojos cerrados, en el entendimiento de apreciarla como un objeto de estudio y de culto, al margen de sus comprensibles fallas.

Para rematar, escuché con atención la lectura de mi pareja y de mi camarada en el programa de Radio, “Cinerama”. A ella le gustó el ritmo del inicio y el planteamiento de la intriga. Sin embargo, cuestionó la excesiva duración, el decepcionante desenlace y la chirriante resolución estética, desdibujada por el empeño de abusar del efecto especial de la pantalla verde, en la mayoría de las secuencias en exteriores, con un acabado poco verosímil, al peor estilo criollo de “Venezzia”.

En sus palabras textuales, la película se puede resumir como “Una Isla Siniestra de Cromakit”.Ciertamente, el uso del recurso se le escapó de las manos al coloso viviente de “Casino”. Ello refleja su inseguridad para transitar de su época analógica al esplendor de la era digital. Terreno donde James Cameron y George Lucas siguen siendo los reyes absolutos de su congregación de Jedys de la meca.

Para no extenderme( yo también) demasiado con los caracteres, iré directamente al grano con mi punto de vista, luego de reconocer mis fuentes de inspiración.

En general, sufrí un dilema esquizofrénico con “La Isla Siniestra”. De seguro, a ustedes les pasará lo mismo. No soy el único en afirmarlo.

De hecho, la bipolaridad se manifestó en mí, de principio a fin. Quizás allí resida parte del mérito de la película en cuestión: en identificarnos con el padecimiento y el tratamiento psiquiátrico del protagonista, al invitarnos a asumir su perspectiva alucinada, fragmentada y desdoblada de la existencia, según el clásico enfoque de la teoría de la conspiración paranoica, propia de la guerra fría.

El personaje es, en consecuencia, un producto de su tiempo, dominado por sus complejos, sus traumas y sus pesadillas, en el contexto del período de la caza de brujas, los experimentos de la CIA y las heridas recibidas en el campo de batalla.

De ahí la idea de recrear el pasado del arquetipo de Leonardo Di Caprio, como un collage problemático y transgresivo de la memoria americana, donde se confunden los ingratos recuerdos de una familia disfuncional, con los pecados originales perpetrados a la luz del holocausto.

Por consiguiente, se reitera la incómoda tesis de “Bastardos sin Gloria”, al confundir, de manera políticamente incorrecta, a las víctimas y a los victimarios de los campos de concentración, a objeto de señalarlos a todos como culpables de un crimen horrendo contra la humanidad, sin distingo de raza, origen y religión. Una idea francamente demoledora, y nada arreglada para competir por el Oscar.

Con honestidad y valentía, Martin Scorsese desmiente y deconstruye la visión clásica de la guerra justa, para describir el cuadro goyesco de la brutal realidad del juego bélico, más allá del cuento de buenos y malos.

En su óptica descarnada, impera la necesidad ética de denunciar la verdad incómoda: la fuerza militar es el resumen y la génesis de una epidemia patológica,con repercusiones desastrosas en el inconsciente colectivo de un país.

Semejante diagnóstico coincide con la postura de “Full Metal Jacket”, evoca la corrupción de las mentalidades en “Apocalipsis Now”, reafirma el subtexto de “Taxi Driver” y alude, indirectamente, al panorama sombrío de la actual intervención del medio oriente.

Mientras tanto, Tom Hank insiste en glorificar la leyenda oficial en sus series de televisión, para el regocijo de los arquitectos de la invasión a Bagdad. Son programas de HBO diseñados para justificar los cuantiosos presupuestos de defensa del Pentágono.

A la inversa, “La Isla Siniestra” carece de contenido de contrabando, al desmontar la propaganda y la campaña permanente de reclutamiento juvenil, por medio del aura carismática del star system.

Encima, el autor renuncia a la viabilidad y a la imposición demagógica, de una salida edulcorada y demagógica, al despedirnos con un desenlace pesimista, donde no hay alternativas, ni curas milagrosas para nadie. Ni siquiera para la triste figura del típico héroe redentor, ahora reducido a sus cenizas.

Por desgracia, los conceptos de interés vertidos y transmitidos por el metraje, no consiguen una definición, una concreción y una conclusión satisfactoria, en términos de puesta en escena, dramaturgia y solvencia narrativa, a excepción de un par de secuencias perfectas, para la posteridad.

El encuentro de Di Caprio con Max Von Sidow, en plan de Freud, es increíble. Es una sección de diálogo impecable e intimidante.

Aparte, algunas imágenes oníricas rescatan la magnífica huella surrealista de Buñuel. Específicamente, retornamos al espacio laberíntico e indescifrable de “El Discreto Encanto de la Burguesía”, “El Fantasma de la Libertad” y “Ángel Exterminador”.

Además, nos deleitamos con la erudición de Scorsese, al momento de reconstruir sus afinidades electivas y sus inclinaciones por el género del horror.

No obstante, el saldo, el balance global es agridulce, porque le faltó consistencia para terminar, y porque le sobró una explicación demasiado obvia en el epílogo, tras prometer un desafío a la sacrosanta autoridad de la psiquiatría.

Al final, la reputación de la institución, queda intacta y protegida, para acabar por echarle la culpa de todo, a un pobre chivo expiatorio, sindicado de volverse loco de remate.

Al final, la Isla no era tan siniestra como pareciera en las pesadillas del protagonista, y sus moradores eran sencillamente unos hermanitos de la caridad.

Dicha doble moral, contrasta con el alegato de películas menos reduccionistas y simplonas con el tema de fondo, como el caso de “Atrapado Sin Salida”, donde sí no hay reparo en vincular a la institución de la psiquiatría con un régimen tiránico de corte neonazi.

En descargo de Scorsese, al menos aquí te demuestran la incapacidad de reformar a un enfermo, con tratamientos anticuados de electro shock y lobotomía.

Sea como sea, es un cuento de niños y de hadas al lado de cualquier libro de Michael Foucault. Ni hablar de “La Naranja Mecánica”.

Yo prefiero el método Ludovico, al procedimiento contradictorio y dubitativo de Martin Scorsese en “La Isla Siniestra”.   

En resumen, el todo es inferior a las partes. Los fragmentos son superiores al conjunto.

Bien por la intención de remozar el relato moderno del cine de terror, para demostrar su vigencia. 

Mal por hacerlo a través de un barroquismo desmesurado y reaccionario, más conservador que iconoclasta.

Verbigracia, la noñería cursi de la mujer martirizada por el marido borracho, abrazando estatuas de polvo, conversando con fantasmas y llorando lágrimas de cocodrilo. Una poética del melindre, perteneciente a una corriente démode del arte alegórico. Infumable en Eliseo Subiela. Insoportable en Scorsese. Ya lo hizo en “La Última Tentación” y se lo aceptamos. Aquí luce como un hueso duro de roer(con olor a platillo choronga). 

Lo lamento por los apólogos y los apóstoles del mesías, del anticristo, de su majestad satánica. 

¿Un paso para atrás en la trayectoria del autor?

¿Un síntoma de delirio piromaníaco?

¿Un acto de inmolación, de exorcismo en la hoguera del infierno del golpe de pecho?

¿Otra quema metafórica del cine como en la obra maestra de Tarantino?

Decídanlo ustedes en el foro.

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