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LA CRISIS MORAL Y ESPIRITUAL EN LA IGLESIA CATÓLICA

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El protagonista del más reciente escándalo asociado a la iglesia católica

El de la imagen es un sacerdote de la iglesia católica, ahora suspendido. Su pecado no es meter la barriga para salir sexy en las fotos. Desde su residencia, ofrecía sus servicios sexuales por internet, gastó 17.000 euros de la parroquia en líneas eróticas y prostíbulos y hasta intentó subastar uno de los cuadros de la hermandad. Fue cesado por el desfalco económico, no por su segunda carrera como trabajador sexual. Pueden ver la noticia completa aquí.

Si este fuese un caso aislado, quizás el escándalo hubiese sido mayor pero, a estas alturas, cuando de cuando en cuando recibimos noticias de los excesos de los supuestos guías espirituales de los católicos, creo que la reacción general es más bien de hastío, de un «¿hasta cuando los curas con sus morbosidades?». Hace menos de una semana comenté el asunto de los abusos de poder de la iglesia católica, cuyo más reciente episodio conocido se ubica en Irlanda.

Yo tengo muchas historias relacionadas con los sacerdotes. Creo que ya es hora de contar algunas, las que puedo sin violar la confidencialidad de aquellos a los que he atendido.

Por supuesto, hay miles de sacerdotes fieles a sus votos y a sus creencias. Personas ejemplares y dedicadas, que realmente han entregado su vida al prójimo y que han transformado muchas vidas, sorpresivamente, para bien. Mucho me temo que estos casos, a decir de lo que podemos observar, son los menos. Los sacerdotes son humanos, proceden de la misma cultura y tienen los mismos conflictos que los demás mortales. La iglesia no está en el vacío y, debido a sus particulares creencias sobre la condición humana -especialmente aquellas respecto al sexo-, terminan generando las atrocidades que ya son el pan nuestro de cada día.

El asunto puede entenderse desde muchos puntos de vista. Yo sólo haré notar estos:

  1. La estructura de la iglesia católica está errada desde su base: castidad, supresión del deseo sexual, simplemente, no son humanamente viables (pese a lo que diga Pablo de Tarso).
  2. La ausencia de un modelo de desarrollo espiritual: no sólo la iglesia se ha puesto una tarea imposible, especialmente obvia desde la década de los 70 en adelante, sino que no ha sabido desarrollar, implementar y fortalecer una metodología que permita a los seguidores de Cristo dar la talla. Creo que yo, con mi práctica de la meditación, soy capaz de más autocontrol que el grueso de los sacerdotes. Muchos de quienes ahora son curas, han buscado la religión como un modo de contener sus demonios o, por lo menos, de ascender socialmente. A todas luces, se graduan y toman los votos, pero eso no quiere decir que estén preparados para ayudar a otros, porque ni siquiera pueden llevar una vida ordenada ellos mismos.

Y de nuevo, hay excepciones. En alguno sitios se hace una exhaustiva «selección de personal», con evaluación psicológica incluida. Sin embargo, yo que se los digo, aún ese filtro deja pasar a algunos como el fulano que encabeza esta nota. De todos modos, y al menos en Venezuela, el control de quienes ingresan se estrella con comunidades que carecen del personal y, sobretodo, del dinero y la supervisión adecuada. Más bien, es raro que no hayan salido a la luz más escándalos sobre las mundanidades del clero.

Y la verdad, vayamos al grano, al por qué me tomo el tiempo de no dejar pasar ni una de las cuentas de este rosario. No tendríamos que ocuparnos de criticar a la iglesia católica si ellos no se empeñaran en pensar que tienen derecho a meterse en nuestras vidas. Yo con todo gusto los dejara tranquilos si ellos se ocuparan sólo de la viga que tienen en su ojo y no de las pestañas que algunos de nosotros podamos tener.

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