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Estreno de «Zamora» en el Teresa Carreño

Capítulo 22: Román “Cara E’ Piedra” Chalbaud versus Cobranza “Kid”

Lee la primera parte aquí

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El 2010 nos recibió con puras malas noticias para el cine nacional, ante el cierre técnico de las salas por el cuento del ahorro de energía, la posible venta de Cinex a un grupo de testaferros del gobierno y las miserables cifras de recaudación del conjunto de estrenos criollos durante el año 2009. En total acumulamos 282 mil entradas, entre siete bancarrotas declaradas.

La de “mejor rendimiento”, es un decir, fue la pésima novela enferma de “qualité” de Ruddy Rodríguez, “Venezzia”, al obtener el respaldo de 180.740 espectadores, según información extra oficial aportada por el CNAC.

La de peor ganancia, y aquí viene el dato a considerar, resultó siendo el megadesastre de la Villa, “Zamora”, cuyo record registra la pírrica suma de 7.299 boletos adquiridos para padecerla, sin agregar el número de deserciones a lo largo de cada una de sus funciones.

Por ejemplo, el fin de semana de su lanzamiento, era un lugar común escuchar los reclamos airados de los agraviados y afectados, por el consumo de la “última joya audiovisual de la revolución”, quienes exigían, como máximo, la devolución de su dinero, y como mínimo, el cambio de película. El soberano arrecho, defiende sus derechos frente al rufián boliburgúes. Los estafadores rojos son legión en la industria vernácula de la propaganda audiovisual.

El pueblo se manifestó en las urnas del box office.

El veredicto del referéndum indica la revocatoria del mandato de los elegidos( a dedo). La monarquía de nuestro séptimo arte se derrumba por su propio peso.

En cualquier caso, las ocho mil localidades engrosadas por el blockbuster del chavismo, ni la redimen, ni la salvan de la catástrofe financiera. Sería el segundo fracaso al hilo para su realizador, después del fiasco económico de “El Caracazo”. Moraleja: la trampa sale cara.

Ambas quiebras colosales definen una tendencia, sientan un precedente nefasto y revelan un manejo irresponsable de los recursos públicos, a imagen y semejanza de los procedimientos oscuros y dolosos del clan de Ricardo Berruecos, el zar de Mercal y ex propietario de Pro-Arepa, principal proveedor de la red alimenticia de PDVAL. Por cierto, es la tapadera de Diosdado Cabello, su títere, y el chino de Recadi de la Quinta República. Cuidado y escapa de la justicia, por los caminos verdes hacia su retiro dorado en Panamá, junto con su camarilla de cleptómanos.

Pero si el colapso bancario al menos tuvo su chivo expiatorio, el hundimiento administrativo de La Villa no corre con igual suerte. En condiciones óptimas, su directiva debería renunciar en pleno, para facilitar la activación de las respectivas auditorías y el trabajo de la contraloría social. Cuentas claras conservan amistades, instituciones y proyectos políticos. La democracia está en juego. Por desgracia, la transparencia brilla por su ausencia y los culpables de la calamidad fingen demencia, se hacen los locos o escurren el bulto. Falta un valiente dispuesto a asumir el costo del descalabro.

Hasta ahora, nadie quiere dar la cara por el revés comercial de “Zamora”. Los peces gordos de la Villa se fugan al mar de la felicidad, huyen por la derecha y esquivan los reflectores de la prensa comprometida. Su silencio concede el beneficio a la duda y otorga poder al dedo acusador. Mientras callan y encubren las pruebas, el padre de la criatura es el único “hombre” dentro del gallinero del proceso en arriesgar el pellejo delante de las cámaras, para justificar el arrase de su “tierra libre” por parte de la competencia y de las huestes de la audiencia. En dos platos, le tocó interpretar el papel de imputado. Aunque para ser más precisos, la vaca sagrada aprovechó sus dotes retóricos, con el fin de incorporar su personaje favorito, cuando el tiempo y la preguntas incómodas apremian: el de víctima sufrida, el de mártir de las teorías de complot de la empresa privada, la oligarquía, los señores de las sombras, la plutocracia, la oposición y la canalla imperialista de los monopolios de exhibición. Molinos de viento de nuestro sancho tropical, a la hora de llegar a acuerdos favorables de distribución, y gigantes con dientes sable para el Quijote de “Cuchillos de Fuego”, al instante de precisar los balances y repartir los dividendos de la torta del mercado. Uno para tí, uno para mí.

De tal modo, y en resumen, el colega Hugo Prieto interpeló a Román en las páginas sensacionalistas y colaboracionistas de “Últimas Noticias”, el pasado domingo 3 de enero.

La entrevista es digna de análisis, en el marco de nuestra novela, por tres razones y causa específicas: muestra el grado de compromiso del medio de Eleazar Díaz Rangel con el gobierno de turno, evidencia la imposibilidad de practicar un periodismo de altura en época de autocensura, y reconfirma la enorme capacidad de Chalbaud para fabular historias absurdas de carácter inverosímil, a afecto de evadir la dura realidad.

Por ser hijo de psicólogo y haber estudiado la materia, puedo diagnosticar, por encima, la presencia de una clara sintomatología esquizofrénica y bipolar, signada por el choque del deseo y la imaginación alucinada con el mundo concreto.

En términos del terapeuta de la revolución, el caballero de “La Quema de Judas” sufriría de un cuadro de disociación psicótica, donde la ficción se exagera con tintes cervantinos para vencer el miedo y la inseguridad.

A su vez, el preso de la ansiedad viviría sumido en su laberinto de la soledad, como el General del ingrato García Marquez a la espera de su lecho de muerte. La senilidad lo llevaría a compensar su agudo complejo de inferioridad, a través de la magia de la hipérbole.

En paralelo, su mitomanía recuerda los mecanismos inconscientes de defensa de los condenados a juicio, y evoca los tragicómicos desvaríos de “El Gran Pez” de Tim Burton, metáfora de los delirios del héroe romántico de la tercera edad, a punto de fenecer y extinguirse en el lodo de su “Parque Jurásico”.

Salvando las distancias, el careo al dinosaurio revisita el duro alegato de “Frost versus Nixon”, a la manera del reporterismo de la Cadena Capriles. El mérito del colega radica en desnudar las incongruencias y los sofismas del comunista trasnochado, a base de preguntas directas, certeras, precisas y punzantes. El problema reside en las limitaciones del espacio y de la convención, para responderle al mentiroso compulsivo, más allá de la dinámica de los cuestionarios cerrados a seres omnipotentes. Aquí el emisor le gana, de lejos, la partida al receptor, por las propias restricciones del canal y del código de etiqueta.

A falta de un verdadero diálogo platónico con el dramaturgo de “Cangrejo”, me tomo la licencia de impugnarlo y rebatirlo en sana paz, bajo la ley socrático del derecho a replica.

Por ende ,a partir del próximo párrafo, transcribiré sus palabras textuales y de inmediato procederé a refutarlo, a mi modo. Si él quiere seguir con la discusión, lo reto y lo invito a continuarla en el foro de panfleto.Es su privilegio y no se lo vamos a cercenar. Levantemos las manos en señal de trifulca y arranquemos con el boxeo de sombras. Tu eres el Mike Tyson de la liga profesional de los veteranos retirados. Yo soy apenas una joven promesa, 100% desconocida. Tu fuerza bruta estriba en la voz de la experiencia. Mi energía procede de la velocidad para desmontar tus estrategias. Tu embistes. Yo absorbo como en el Ju Jitsu. Tu eres feo y lento como George Foreman. Yo soy arrogante, hábil y letal como Mohamed Alí. ¿Lograré arrebatarte la corona? Hagan sus apuestas, sus predicciones y sus calificaciones. Ustedes serán nuestros jueces. Ojalá sea una pelea limpia en el ring side y sucia al margen del cuadrilátero. Bienvenidos, a mi mano a mano, a mi “Fight Club” con “El Luchador” de la zurda cansada. Por mi lado, te tengo de izquierda, de derecha y de centro, con sabor a rica piña de “Toro Salvaje”, “Rocky Balboa” y “Gatica, el Mono”. En guardia, mi querido enemigo. Es tu turno:

¿Por qué Zamora duró tan pocos días en las salas de cine?

Hay una película que se llama Libertador Morales, dirigida por esta muchacha de padres griegos, Efterpi Charalambidis. Es una película bien hecha que tuvo bastante éxito y ganó dos premios en el Festival de Margarita. Fui a verla en el cine, invitado por un amigo y cuando íbamos a entrar llegó Danielita Alvarado, junto con otras seis personas, entre ellas el protagonista, que las había invitado para lo que vieran a él. Al llegar a la taquilla les dijeron que no había entradas, pero cuando entramos nosotros advertimos que sí había. Es decir, sabotean al cine nacional. Vas a comprar la entrada y te dicen que no hay, por eso las películas duran menos en cartelera.

Increíble. Román se lava las manos como Pilatos, para librarse de pecados, y crucifica al Barrabas de la distribución. Para sostener su afirmación, no ofrece mayores pruebas, como su colega José Vicente Rangel, sino se conforma con zanjar la discusión, al desplegar una anécdota personal como argumento. Típico de los embaucadores posmodernos y modernos, creyentes de la facultad de seducción de los relatos.

A Bill Gates, Malcom Gladwell, Barack Obama y Steve Jobs les fascina embrujar a sus fanáticos, con dichas leyendas medievales de tradición oral. Es parte de su telenovela de caballería. Es una mitología fácil de desvelar, prefabricada por los buscadores de éxito para soportar sus credos neoliberales, tecnocráticos y utópicos. Es la versión contemporánea de la religión positivista. Y la izquierda no se queda atrás.

Ella también conoce el ardid publicitario y sabe utilizarlo para controlar a su electorado cautivo, por medio de simples narraciones binarias o maniqueas, repetidas mil veces y reencauchadas para devenir en máximas incontestables. Hugo Chavez Frías es especialista en la materia.

Érase una vez el fenómeno el niño, después se secaron los embalses y sobrevino la crisis energética. Érase una vez la crisis energética, y como los empresarios derrochan electricidad en sus Centros Comerciales, tuvimos el deber moral de ponerlos en cintura con un plan de racionamiento. Érase una vez Fedecamaras, la CTV y los medios de comunicación. Ellos se conjuraron para sacarme de la silla caliente con lo militares traidores de las FAN. El once abril ejecutaron su conspiración mortal. Pero el doce, el pueblo salió a la calle a rescatarme, y el trece regresé para quedarme hasta el 2021, al descender como milagro caído del cielo, a bordo de un helicóptero. ¿Mera suerte, mero destino manifiesto? Sóplame aquí. Hollywood pagaría millones por un guionista así, tan ordenado, meticuloso, cronológico, prolijo, cartesiano, formulero, y efectivo para con las estructuras canónicas, las bisagras bíblicas, las ideas fuerza y los “happy endings”. George Lucas y James Cameron son dos niños de pecho al lado del Teniente Coronel. La diferencia estriba en el método y en la repercusión de sus fantasías. Las del creador de “Titanic” producen dividendos y superavits para la industria, mientras las del dueño de la Villa generan perdidas, como “Zamora”.

Por eso, la excusa de Chalbaud suena a cantaleta familiar, a corrido trillado y a estribillo desgastado, explotado con anterioridad por los asesores de imagen del presidente. Su función es evadir los escenarios de la ciudad real, para suplantarlos por los contextuales virtuales de la metrópolis electrónica. Simulación y simulacro. Así nos hemos sumergido en un juego de video, de factura bolivariana, veinticuatro por siete. Es un “cyber world” de buenos y malos, programado de acuerdo a los intereses de Mario Silva y sus consejeros cubanos de la orden de los caballeros Jedys. Una mañana dibujan el panorama sombrío de la inminente invasión del imperio de los Lords Dart Vaders, a cargo de su ejercito de clones. Una tarde fraguan la secuela de “La Amenaza Fantasma” con la rebelión de los Siths de la oposición. En la noche, la inteligencia habanera nos acuesta a dormir con la promesa de el eterno retorno de Luke Skywaker, el alumno aventajado del yoda del caribe, su majestad Fidel Castro. Aunque usted no lo crea, ya nos acostumbraron a un dieta restringida de nutrición infantil. Una suerte de cajita feliz con los muñequitos de “Avatar” y “Star Wars” incluidos( pero sin baterías). Las pilas las compra usted, si las consigue, y ciertas condiciones aplican.

En el libreto de “Pedro y el Lobo” o de “Los Tres Cochinitos” de Román Chalbaud, descubrimos los clásicos códigos de las matrices de opinión de raigambre feudal, rural y costumbrista, a la huella del Silvón, La Llorona, Florentino y el Diablo, con ecos macondianos de realismo mágico. Y ojalá fuese como “100 años de Soledad”. A lo sumo se parece a una recreación fallida de “El Otoño del Patriarca”, pepita de oro en la cosecha del potentado Nóbel de Literatura, el Pedro Escobar Gaviria de las letras colombianas, el Patrón y mecenas de las quimeras de los propietarios del Bar Tropicana, la Bodeguita del Medio, Floridita y la escuela San Antonio de los Baños. Goce usted de la isla del encanto, mi Don.

Por lo demás, si somos estrictamente sinceros y rigurosos, la tesis de Chalbaud es una ridiculez del tamaño de una especulación astrológica, con el perdón de Hermes y Adriana Azzi.

Cuesta imaginarse una reunión de los gerentes de Cinex y Cines Unidos, para orquestar un complot silencioso contra “Zamora”. Mucho más ahora cuando el gobierno fiscaliza a la iniciativa privada, con ojos de Terminator del Seniat. A los perros de presa del fisco y Conatel, a los árbitros del estado, no se les escapa un robo de base o un errorcito del equipo adversario. ¿Tiene sentido asumir el riesgo de boicotear a “Zamora” desde las taquillas de Cinex y Cines Unidos, para provocar la ira del Caudillo y justificar el cierre de las salas Multiplex? Definitivamente, no me lo trago. No es convincente tu alegato, estimado Román, a pesar de tu envidiable esfuerzo por aseverarlo.

En tu perjuicio y en tu terreno, yo podría enumerar una fila de casos personales, donde la gente no sólo fue a ver tu película, sino corroboró el empeño de las dependientas de la taquilla por venderla, a golpe de artimañas, tretas y astucias. En un cine, te regalaban la entrada con la compra de un mini combo de cotufas y refresco. A propósito, lo mismo ocurrió con “Un Lugar Lejano” en varios complejos de la capital, según se nos explicó en días pasados.

Por mi lado, yo invité a mis alumnos a verla, para comentarla en clase.Y muchos fueron sin problemas, sin percances. Naturalmente, me reportaron la persistencia de salas vacías, y la constante de las quejas del consumidor, a la salida de la función. Para ellos, el fracaso de la película obedece a cuatro factores: su incompetente campaña de publicidad( con un afiche y un trailer de coger palco), su obvio matiz de contrabando politiquero( con todo y estreno de Chavez en el Teresa), su burdo empaque de subproducto televisivo( los chamos van al cine precisamente para buscar una alternativa a la oferta de los canales tradicionales)y su distanciamiento conceptual de los lenguajes en boga. Para simplificar, el anacronismo “demode” no les mola.

En su descargo, Román sigue con las aventuras extraordinarias de Esopo, Ripley y Nuestro Insólito Universo:

¿Por qué no se corrige eso?

¿ Cómo lo haces? Yo puse la denuncia en el CNAC, la pasé por escrito, ahí doy cuenta de lo que sucedió, porque me indignó. Es un sabotaje, recuerdo que antes también pasaba. No en todas las películas. Acuérdate que entre los 70 y 80 las cintas venezolanas caminaban maravillosamente. Siempre, entre las 10 más taquilleras, había dos o tres venezolanas. Hasta que llegó un momento en que ese éxito empezó a subir y fue terrible, porque nos mandaron a cortar la cabeza. Los distribuidores y exhibidores nacionales, que representaban a esas empresas extranjeras, nos trataban muy bien. Las venezolanas se estrenaban simultáneamente hasta en 12 salas, ellos ganaron muchísimo dinero, tanto que, por ejemplo, dos películas mías( “Carmen” y “El Rebaño de los Ángeles”), que se hicieron back to back, fueron coproducidas por ellos, ya que invertían en el cine venezolano, cosa rarísima.

¿Qué ocurrió?

En un momento llegó la orden de arriba, de fuera y empezó un ataque contra el cine venezolano, como los que hace hoy la oposición, pero en aquel tiempo. Fue una campaña soterrada. Eso fue en el año 86. Por esto y lo que está pasando ya no hay cines populares. El cine venezolano hizo su taquilla en los espacios populares. Ahora, hay un gran invento en los centros comerciales donde te cobran 20 y 30 mil bolívares, que es una cifra astronómica para la gente popular. ¿Cuál es el cine popular hoy?La piratería. Por 10 bolívares compras tres películas y ellos, para mí, siguen siendo parte del negocio de la piratería. ¿De dónde sacan todas las películas antes de que se estrenen?

De afuera, Román, de afuera. La red de piratería es internacional, global, y viaja de España a Venezuela o de Miami a Caracas. Aparte, las empresas de distribución, producción y exhibición no participan del negocio. Son las menos interesadas en alimentar al mercado negro. Por eso, se gastan millonadas en hacer campañas de concientización contra la piratería. Por lógica de bucanero, las corporaciones son infiltradas por los tentáculos de las mafias del quemadito. Sin embargo, no existen pruebas para comprobar la relación del comercio oficial de películas con el ilegal. La telaraña es compleja y trasciende el borde de las justificaciones del agraviado. De hecho, su testimonio abusa del exceso de la prosopopeya leninista amparada por Eduardo Galeano, Chomsky, Evo Morales y Correa, para explicar el despojo del continente americano e ilustrar el origen externo de nuestro subdesarrollo. Siempre es culpa de ellos, no de nosotros. La culebra aturdida de “El Pez que Fuma” se muerde la cola.

¿Hay piratería? Es culpa de los yanquis.

¿Hay recesión? Es culpa de los yanquis.

¿Hay crisis en el cine nacional? Es culpa de los yanquis.

¿Hay control de cambios? Es culpa de los yanquis.

¿Hay rollos mercantiles con “Zamora”? Por supuesto, es culpa de los yanquis, de las oligarquías, de las élites, de las mafias y de las macollas corruptas de la oposición. Jamás y nunca es culpa de la revolución,de la boliburguesía, y de las almas caritativas de la Villa del cine. Verbigracia, cabe deconstruir las últimas sentencias del orador de “La Oveja Negra”:

Las revoluciones, como lo dijo Marx o tal vez Lenin, son partos violentos de la historia. En algún momento la idea de violencia está ahí(en Zamora).

La idea de la violencia está siempre cuando hay dos cosas que se oponen, por supuesto. En todas mis declaraciones, por ejemplo, hablo de civilización. Tengo amigos que piensan de otra manera, como tú, creo que piensas de otra manera, que eres de la oposición, amigos como Miguel Ángel Landa o Isaac Chocrón. Yo soy civilizado y no me voy a caer a tiros con ellos. Pido que nos respetemos. Lo que pasa es que detrás viene el querer destrozar todo esto que se está haciendo. Ahí sí viene la violencia. Me acuerdo de 2002, aquí en este edificio, la junta de condominio decía que había que echar aceite arriba de la terraza porque venía el pueblo a coger el edificio. Eso era mentira. Y un señor que vive abajo, vamos a botar al señor Chalbaud porque es Chavista, le vamos a quitar su apartamento. Es decir, lo que ellos decían que iba a ser Chávez. A mí no me importa, yo estoy resteado.

Lo dicho. El contendiente se dedica a bailar por el ring, a ciegas y en piloto automático. Tira la piedra, esconde la mano. Elude los trancazos del gacetillero, contesta con mojigatería y evita asumir las consecuencias de sus mandarrias ideológicas, al achacarle a sus oponentes el germen de su furia de titanes. Se quiere mansa paloma, corderito del cielo, una persona educada, sensible y sensata, a diferencia de sus vecinos de la alta. Nadie entiende por qué prefiere refugiarse en una cómoda vivienda del este, en vez de compartir la austeridad, el ascetismo y la pobreza de sus adeptos del oeste. ¿En San Bernardino la vida es más sabrosa?

Para colmo, no reconoce el impacto de su mensaje implícito en un ambiente de ánimos caldeados, de a toque. En efecto, su largometraje riega el campo minado e incendiado de la conflagración actual, con litros de gasolina importados del llano salvaje de Doña Bárbara y el árbol de las tres raíces. Posteriormente, se exculpa, se exime y se dispensa al investirse con el título nobiliario de “civilizado”, para luego rectificar, pelar los dientes, y abrogarse el derecho a la legítima defensa, como el Comandante cuando afirma: “ésta es una revolución pacífica, pero armada”. ¿Se imaginan a Gandhy con un fusil y rodilla en tierra?

Desde su perspectiva sesgada, “Zamora” nos lega entonces un himno a la convivencia, a la armonía y a la concordia. El remedio para superar el trauma de nuestras diferencias irreconciliables, al grito de “oligarcas temblad, viva la libertad”. En el fondo, es la lección belicosa impartida por el semental Chalbaud.

Hoy cumplimos años y celebramos la victoria de Román. Nos rendimos a tus pies, maestro. Tiramos la toalla. Es imposible combatir la contundencia de tus coletazos y martillazos filosóficos. En los próximos capítulos, intentaremos hacerte la revancha. Por ahora, nos retiramos de la reyerta, porque nuestros objetivos no han sido alcanzados.Gracias por enseñarnos a crecer con papá. Bendición.

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